La noche se presta para pegarle a un viejo, es el primer libro de cuentos del director audiovisual, guionista y escritor Daniel Basilio (Rosario, 1986). Además, es el debut del incipiente sello local Casagrande, a cargo de Nicolás Manzi y Virginia Martini. Los cuatro cuentos que lo componen fueron escritos entre 2007 y 2010, y en todos persiste, como elemento unificante, la obsesión por la tecnología como extensión de las facultades humanas, psíquicas y tangibles, hasta alcanzar su más alto grado de desarrollo. Todos los personajes, entre otras cosas, experimentan el desorden de los sentidos y se vuelven contra sí mismos. Otro elemento poderoso es el deseo, motor de la máquina más perfecta de la creación, al menos por ahora.
El cuento que le da título al libro narra las desventuras de un joven con complejo de superhéroe que justifica su afición a castigar a ancianos con un elevado objetivo: aleccionar a las sociedades modernas que desprecian los cuerpos de la vejez, ya incapaces de vibrar. La aparición del adversario, un estelar animador de geriátricos enfundado en un “ridículo traje de rinoceronte amistoso”, señala el comienzo de la verdadera acción del texto más largo de la compilación.
En Sintonía Lumbar, relato complejo e imbricado, un crítico de cine y arte pasa sus días en frenesí alienante de zapping, al punto de no poder tener relaciones sexuales con su pareja sino a través de la sucesión de imágenes mentales que guardó en la retina cuando la vio pasar de la cocina a la habitación.
El hombrecito de mazapán narra el drama de una joven artista que ante la falta de deseo por todas las cosas del mundo sensible, se refugia en la creación imaginaria de un hombre ideal, que le servirá de inspiración para consagrarse en el mundillo del palo, con sus obras de arte abstracto. Las premisas son: el arte por el arte, y del amor, el símbolo.
De alto voltaje erótico, Pulsión parquimetral es el último cuento en el que “la cura” o el disciplinamiento de los cuerpos tiene una dificil misión con el señor Eustaquio, que se disputa entre sus deseos sexuales irreprimibles y las reglas básicas de urbanidad.
Confeso admirador del cine de David Cronenberg y Terry Gilliam, el autor impone su obsesión cinematográfica con descripciones minuciosas, ya sea de las situaciones/escenas, como de los estados mentales y psicológicos de los personajes. Los efectos que produce su lectura pueden ser tan especiales como aterradores, y desopilantes.
Desde el título hasta la última línea, Basilio se arriesga con una pequeña gran obra que, aun con una escritura en estado primigenio, permite volver a los temas profundos, universales y ponerlos patas para arriba. Tienen que leerlo, se van a volver completamente locos.