Ningún experto, gobernante, organismo o autoridad global competente decretó el fin de la pandemia por covid19: no hubo toque de sirenas, ni alto el fuego, ni corte de cinta, ni suelta de barbijos, simplemente nos fuimos incorporando progresivamente a lo que éramos antes de la catástrofe: bailarines eufóricos, otra vez apurados, padeciendo el shock post traumático, negándolo todo. ¡Aquí no ha pasado nada! ¡Siga el baile! En medio de los escombros de nuestras psiquis que fingimos no ver, aparece, relumbrante, Peste Negra (Baltasara Editora, 2022), del poeta, narrador y cronista Pablo Bilsky (Rosario, 1963). En primer lugar, a los lectores desprevenidos les advertimos que no se trata de un libro ligero, frívolo o sensiblero, sino de una roca dura y pesada, aunque pulida y brillante, pero un escombro al fin, entre las ruinas de una civilización autodestructiva, rabiosa y medio atontada.

Se trata del tercer y último libro de poesía de Bilsky que se va a presentar el próximo viernes 25 de noviembre, a las 19, en la Facultad Libre (9 de Julio 1122).

En la contratapa se anticipa que estos poemas “transcriben las consecuencias del encierro a partir de los gimoteos de un ser arrasado por lo siniestro (…) atormentado, que se pasea por el bosque anchuroso de un monoambiente de doce metros cuadrados”.

Sosteniendo estos textos hay un Yo lírico atrapado en muchos encierros, martirizado hasta la locura, bajo los efectos del alcohol y la soledad, pero sobre todo, por la infección del virus del lenguaje. Esta voz poética resiste la inestabilidad de los signos que mutan más rápido que el covid, ni hablar de la big data, sembrando terror, desconfianza, desesperación. ¿Y cómo resiste?, escribiendo, pues. No hay otra forma de acotar el delirio del lenguaje sino dentro de los límites de una hoja en blanco, o de la muerte negra, que es la gran protagonista del libro.  Como war flashbacks, los poemas de este libro hacen retornar los fantasmas del trauma reciente: “Las sombras que nos bailan alrededor/ como Marilyn Monroe en medio de la guerra/ como quien divierte/ despide/ amortajada de luz/ a los que tiemblan”.

En esta entrega, el autor de Herodes (Yo soy Gilda, 2015) y de Taxi (Le Pecore Nere, 2018), va desglosando los discursos disciplinantes de la cuarentena, la farmacología y el fanatismo por la asepsia y el “kundalini higienista”: “No me de el brote feo/moral, de los que, lavados/ se la ponen con agua jabonosa/ y se inyectan lavandinas/ yonkies del furor de la peste”; la vocación vigilante, la alcahuetería vecinal y las descargas del odio de los linchamientos; las teorías conspirativas, tan fantasiosas como aquellas que anunciaron el fin del capitalismo, en suma, “los hedores de la pandemia en una sociedad que dejó de existir porque nunca existió”.

Con su habitual estilo barroco y febril, Bilsky se despacha (y se desquita) con el humor negrísimo que brota de la supervivencia, el de la muerte soplando la nuca, y la sátira más sofisticada se empalma con la más chabacana de las rimas: “Nostradamus y ustedes / me aplauden esta(…) Aplaudan y soben lo que me cuelga/ que este celibato/ me tiene de las muelas”. Peste Negra incluye una payada entre Confucio y Juan Moreira “con raro poncho e’ seda”, un bailongo entre chinas, chinitas, facones y cerdos. En un poema también cayó Quevedo en cuarentena; y en el medio se cuela una carta del hombre encerrado al psiquiatra: “Hace días que camino con los dientes. Sí, apoyando solo los dientes (…) sobre el embaldosado, el piso que sabe y huele a lavandina. Un camino rechinante”.
Lo más horroroso, dice Bilsky, es la invisibilidad de aquello que nos amenaza a todos por igual, incluso a los ricos asfixiados que caen en las calles, como mueren los pobres en cualquier circunstancia. Y así como esta Peste Negra, revival de la bubónica medieval, ofrece una descripción del mundo pos pandemia y aventura futuras transformaciones, Bilsky escarba siempre en la herida supurante de la existencia humana, la experiencia del sinsentido y la miseria del hombre común acosado por la paranoia y la soledad. ¿Cuándo estuvimos tan seguros de nuestra propia fragilidad? ¿Acaso es lo único verdadero que tenemos? También contamos con las máscaras que nos chantamos para volver al teatro del mundo. “Bailemos un tango, y no temas contagio. Bailemos, que el virus no te pongo, uno baila acá, y el otro en el Congo”. Así nos incorporamos otra vez a la farsa y al trajín, hasta el próximo toque de trompetas. Para que el fin de los tiempos nos encuentre de nuevo, bailando.

Pablo Bilsky trabaja como profesor de Literatura Española en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Se desempeña además como periodista especializado en política internacional en la cooperativa La Masa.
En 2015 publicó la novela Herodes (Yo Soy Gilda). En 2018, el libro de crónicas de viaje China (Baltasara Editora) y el poemario Sfruttatori (Editorial Municipal de Rosario). En 2019, la novela policial Taxi (Le Pecore Nere). Peste Negra (Baltasara Editora) es su último libro de poesía y se va a presentar el viernes 25 de noviembre, a las 19, en la Facultad Libre, de 9 de Julio 1122.

Más notas relacionadas
Más por Eugenia Arpesella
  • Las niñas de Alcáser

    Fantaseábamos con ellas. Nos parecíamos en que éramos tres y teníamos quince años. La hist
  • Que no nos agarre la noche

    Yo no sé, no. Estábamos reunidos junto al sendero de bicis, pegado al arco de cilindro que
  • Una sangrienta puesta en escena

    La presunta “guerra contra el narcotráfico” promueve lo que dice combatir. Es una excusa p
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Las niñas de Alcáser

Fantaseábamos con ellas. Nos parecíamos en que éramos tres y teníamos quince años. La hist