Foto: Franco Trovato Fuoco.
Foto: Franco Trovato Fuoco.

Los taxistas suelen preguntarle a Susy Shock acerca de su arte. “¿Sos artista?, mirá vos. ¿Venís de hacer show?” Los taxistas, dice Susy, le preguntan por el show porque ella es trava –así se define– y se le nota. “Y si se va a notar, que se note”, aclara, como le enseñó a aclarar su amiga, la histórica Marlene Wayar. Susy no reniega. Le contesta a los taxistas que sí, y luego les re-pregunta: “¿Qué tipo de show? ¿Pensás que vengo de imitar a Beyoncé?”. El taxista –por ser este el caso– no podría imaginar jamás que esta travesti suena a bagualas. Es la que se para en el escenario con lo que tiene: una caja bagualera, el silencio, su voz, su arte; la sangre tucumana y toda la mariconeada que se nota. La artista estuvo el martes pasado en Rosario presentando su documental Deconstrucción. Crónicas de Susy Shock y cantando hasta la medianoche. Antes de eso, se sentó con el eslabón a compartir mates y charlar sobre su propuesta.

—¿Podré empezar la nota superando la presentación de “artista trans”? Es decir, ¿puede lo artístico superar a la condición de género?
—En el escenario sí. El arte tiene que ver con eso: yo deseo que nos miremos de esta manera. Pero el mundo es otra cosa. Una anda negociando todo el tiempo: desde que vas a comprar medio kilo de pan, hasta que te subís a un colectivo o te parás a cantar. Estás negociando con todo el mundo eso que sos. Yo lo disfruto, aunque a veces me agota. No puedo estar todo el tiempo en barricadas.

Susy Shock ya no responde a la pregunta que había estado planificada para esta entrevista y ella jamás lo supo, de por qué Susy Shock. Depende de quién la interpele, ella puede contestar: “A Norma Aleandro no le hacés estas preguntas”. “Es que hay una idea de que te sentás frente a mí y necesitás aclarar frente a qué estás. Lo que pasa es que lo trava, lo sudaca, sigue incomodando mucho más que lo artista. Sigue interrogando. Hace que el otro pregunte porque hay alguien que necesita reafirmarse”, explica.

“Si hay algo que logramos hacer, es ser gozosamente lo que queremos ser. Contra la policía, papá y mamá que no nos quieren, las instituciones, el Estado ausente y perseguidor. Pese al dolor, nosotras logramos ser”. La artista tiene una experiencia de vida que le permite reflexionar sobre la construcción y deconstrucción de identidades, aunque ella aclara que “eso debería ser toda construcción humana”. Pero sabe que para las travas es distinto, porque no sólo implica una construcción humana compartida –como el ser artista en este caso– sino la de la identidad de género, nacer varón, elegirse mujer o travesti y construirse como tal. “Nosotras logramos ese desafío que es lo primero, lo más revolucionario, después no sé si lo podemos sostener. A veces solamente queda ahí. Y nos convertimos en más de lo mismo, en una mujer que es de los únicos parámetros que nos dejan mirar. Aún así, yo tengo mucha esperanza. Las chicas trans jóvenes tienen a qué mirarse. Pueden googlear «trava» y, a parte de la prostitución y lo pornográfico, van a encontrar ejemplos de artistas o deportistas. Hay modelos propios, con todos sus matices, y eso es interesante porque nos empezaremos a recrear en una propia idea que a veces tendrá mucha cercanía con una mujer biológica y otras veces no”. Susy Shock se señala. Tiene un pañuelo naranja sobre el pelo, otro verde en el cuello, muchas capas de ropa. Se usa como ejemplo: ella no tuvo otro ejemplo que su mamá. “Es lo que elegí para mí, pero le pedí prestado a la mujer biológica. Soy lo que miraba y amaba el niñito que fui: la Nelly, mi mamá en los 70”.

Deconstruir hasta llegar a la infancia

Susy Shock y su caja bagualera se paran frente a un público rosarino que no quiere que el show termine. Un golpe, dos golpes, un par más. Ella canta a capela, algunas la siguen. “Ay / que dos o tres besos te hagan de cuna / ay / que a través de tus ojos se pierda la bruma / chiquito, chiquita / ay / que se escriba ese cuento, bien grande, bien tibio / ay / que nos arme el paisaje de un mundo más digno / chiquito, chiquita“. No hacía muchos minutos, en ese mismo lugar, se había proyectado el documental Deconstrucciones, en el que ella actúa y que cuenta con algunas grandes apariciones, como la de la también histórica artista Karen Bennet; y en el que, con su voz en off, lee sus historias de antes y de ahora. No hacía muchas horas, y a unas cuadras de ese lugar, Susy reflexionaba sobre esa deconstrucción que propone. Irrumpe en la charla un concepto indispensable para entenderla y que aparece permanentemente en su obra: las infancias.

“Me fui reconciliando mucho más con mi propia infancia. Fui muy amada. Yo fui un niñito amado por ese papá y esa mamá que valoro tanto hoy”. Susy Shock distingue: una cosa es que mamá y papá te protejan cuando venís llorando porque alguien te dijo maricón, y te digan: «No, no, no sos ningún maricón». Y otra cosa es que te digan: «Es hermoso que te digan maricón». Eso me paso a mí. No sé si usaron esas palabras, pero siempre me dejaron en claro: «Eso que sos es hermoso, y lo amamos». Es gigante la diferencia, el empoderamiento de ese niñito. Después está el mundo. Cuando vos entrás al mundo empezás a negociar otras cuestiones”.

La travesti que hay en Susy Shock nació porque el mundo lo demandó. “Empecé a nombrarme a partir de posturas políticas”, explica. “Si yo no tuviera que pensar en este mundo de urgencias, soy un sonido. Ni siquiera un nombre. El arte me permite jugar, y si yo quiero soy mucho más que lo posible. Mi máxima resonancia está en ese abrazo al niño que fuí. Lo otro son decisiones. Y las decisiones son porque la arena política a veces es muy seca, muy obvia. Necesita ser obvia para que se entienda lo que estás pidiendo”. La historia de Susy y su niñito, sabe ella, no es la historia de las mayorías. La historia de las mayorías es la historia cruel. Y por eso su relato vale. Es lo que habilita mundos posibles. Uno puede pensarse cuando lo ve reflejado en algo, en alguien, en una posibilidad cierta. “Y también habilita discusiones. Cuando reivindico a mis viejos y a este modo de criarnos a mí, a mi hermano y mi hermana, discuto paternidad y maternidad y los conceptos de familias. Yo siento que es una inquietud de toda la vida y que las infancias son urgentes. Los niñitos y las niñitas ya están viendo como amoldan sus sensibilidades para entrar en el corset de ser varones o mujeres en este mundo violento. Y no veo que haya políticas hacia las infancias. Hay luchas individuales, pero no es una causa de nuestro colectivo pelear por las infancias puntuales. Y es que todavía es tan urgente que no nos maten, todavía hay un problema de la adultez que está muy fuerte. Pero si nos pensamos como futuro, tenemos que mirar las infancias.

El arte con voz y cuerpo marica

Susy Shock es: trava, Susy y artista. Pero, claro, el contexto estuvo ahí para marcarle el camino. Primero, la sangre tucumana de su madre y abuela; los olores norteños en Buenos Aires, las peñas en el centro del país, los viajes al norte. También las clases de baile y luego, a partir de los 14, las de teatro.
—Mi formación política más rigurosa viene por el lado de la rigidez ideológica del teatro independiente. El ser político, ligado al arte que soy, se fue formando ahí. Y es lo que le di a los lugares más partidarios, y es la misma tensión que me hizo irme. Ese fue mi gran aprendizaje. Nunca me pesó decirme “artista” porque esa formación ideológica no te hace sentir superior por ser. A mí no me bajan los ángeles y duendes de la musa y hago una belleza. Lo mío es oficio, trabajo, también belleza, pero sobre todo un camino. Ni mejor ni peor que otro.

—¿Y cómo llegaste a los otros formatos del arte, como la poesía o la música?
—Fue todo desde el teatro. Empecé a escribir para el teatro. Empecé a cantar porque lo requería una obra. Y después quise cantar, y lo hice. Y me formé. También disfruto de las diferencias. Me sirve mucho porque no me aburro. Un día canto, después se filma algo, más tarde escribo. Está bueno ir escapándole a la costumbre.

Mate antes, mate después, Susy Shock va a contar la anécdota de los taxistas. Y sobre eso va a politizar. “Hay lugares en los que tímidamente empezamos a estar, pero que estamos, sobre todo, en un imaginario muy estanco. Si sos artista, está ligado al humor. O si sos actriz y hay un personaje trava, lo tiene que hacer una trava.

Y a mí me aburre mucho pensar que yo como actriz sólo voy a actuar de travesti. Porque, primero que todo, yo soy actriz, y puedo hacer de un viejo si quiero. Estoy capacitada, mi oficio me capacitó para yo poder hacer de cualquier personaje”. Después agrega: “Me pregunto qué va a pasar cuando una trava sea presidenta”. Y se ríe, y entonces arriesga menos: “O médica, y pueda ejercer”.

Susy Shock propone algo distinto. Además de la poesía, la actuación y la política, además de todo lo que se dijo, Susy se para en el escenario y canta sus bagualas y vidalitas. Canta sus poesías y canta a Los Olimareños. Y entonces reconcilia al macho de las peñas con la marica que siempre quiso ser.

—Yo siento que no traigo novedad en cuanto a cómo canto. Yo canto las cosas como son, o como creo que son. La novedad es que discuto el discurso. Eso sí. Por eso no hago tanto teatro. Pueden ser historias maravillosas pero si no discuten la época, lo varón y mujer, si tenemos que contar el cuentito de siempre, yo no participo. Yo no soy trava en el modo de cantar una zamba. Yo no hago eso. Yo canto una zamba en el modo que es, como creo que es, pero sí cambio el discurso. En ese caso, mamé un folclore machón y entiendo una forma de zamba de una manera, pero le discuto el discurso. Me apropio, el folclore también es nuestro, ¿qué, nos van a decir que no? Con nuestra voz marica. Pero nuestro.

Fuente: El Eslabón

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