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El presidente de la Confederación Argentina de Básquetbol reivindica a la Generación Dorada y se ilusiona con la nueva camada de jugadores que ya escriben su historia en las mejores ligas. Es legislador bonaerense del FpV y admirador de Ginóbili.

Es Bahiense igual que Manu Ginóbili y el básquet también corre por sus venas. Lo practicó desde pibe y alcanzó a jugar en la Liga Nacional y en las categorías juveniles de la Selección. Los años lo alejaron de las canchas, pero el vínculo continúa ocupando el máximo cargo dirigencial de la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB). Además integra las filas del Frente para la Victoria con una banca en la legislatura bonaerense, y se ilusiona con convertir al país en sede del Mundial 2023.

“El básquet tiene mucho que ver con lo que ha sido mi vida, es el deporte que me formó como persona”, marca de entrada Federico Susbielles en una charla con el eslabón en la que no guarda elogios cuando habla de la Generación Dorada y celebra la participación de más argentinos en la NBA.

El base está

En Bahía Blanca es difícil escaparle al básquet. Se la llegó a considerar la capital de ese deporte e incluso tuvo su propia selección. Esta localidad situada bien al sur de la provincia de Buenos Aires entregó varias figuras a nivel nacional e internacional, entre los que se destacan Emanuel Ginóbili y Alejandro Montecchia, ambos oro olímpico en Atenas 2004.

De allí surgió Susbielles –o Chubi, como se lo conoce–, haciendo sus primeras armas en El Nacional, luego en Pacífico y después en Estudiantes, todos clubes de su ciudad natal. También fue capitán del seleccionado nacional juvenil que conquistó el título sudamericano en 1988. “Jugaba de base, y algunas veces de alero”, cuenta este hombre de 45 años, y admite entre risas: “Era sobre todo un gran entusiasta”.

Más tarde pasó a la Liga Nacional defendiendo los colores de Ferro, Peñarol y Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia.

“Tuve varios referentes en este actividad. En el plano local a Marcelo Richotti, con quien además tuve la suerte de compartir equipo; también están el Pichi Campana, Marcelo Milanesio, entre otros”, resume, y agrega: “Después hice armas como dirigente, primero como presidente en Pacífico, hasta que inesperadamente me llegó esta oportunidad ante lo que ocurrió en la Confederación”.

Con el aval y el apoyo –nada menos– de los referentes de la Generación Dorada, Federico asumió, primero como interventor y luego como presidente, al frente de una entidad que se caía a pedazos. “Un grupo mayoritario de dirigentes entendió que era necesario continuar con ese proceso de gestión transparente que habíamos iniciado y me eligieron presidente en diciembre del año pasado. Así que estoy trabajando con mucha expectativa por el deporte que amo y al cual le debo muchísimo”, cuenta.

El ex basquetbolista recuerda que cuando pisó la casa madre del baloncesto nacional se encontró “con un panorama muy triste y desolador”, pero enseguida da vuelta la página: “Lo importante hoy es que puede manejarse, está bien desde lo institucional y hemos logrado sanear nuestra economía que es perfectamente sustentable y que nos permite soñar a futuro con un programa nacional formativo que hoy está trabajando en todo el país, siguiendo a más de 500 jugadores y jugadoras. Y también queremos un centro de alto rendimiento que supere lo que tenemos”.

“La idea es invertir y generar mayor desarrollo para ayudar a las federaciones provinciales, a las asociaciones, a los clubes que realmente hacen un esfuerzo muy grande y necesitan una mano y ser incluidos en la planificación de los proyectos de la confederación”, cierra.

De generación en generación

Chubi supo construir en estos años una “muy buena relación” con los máximos referentes del básquet argentino. “Hay un respeto mutuo”, dice. Eso, entre otras cuestiones, le valió el puesto de privilegio que hoy ocupa. Su designación como presidente en diciembre de 2015, fue recibida con palabras elogiosas de Manu Ginóbili, Luis Scola, Facundo Campazzo y Sergio Hernández. “El respaldo que ellos han mostrado por nuestro trabajo y las ganas de colaborar con la Confederación, es un capital que cuidamos día a día. Queremos seguir trabajando de esta manera, porque al básquet argentino lo mejor que le puede pasar es seguir teniendo cerca a estos jugadores que tienen tanta experiencia y que la vez son tan respetuosos de toda nuestra estructura”, devuelve el legislador kirchnerista y militante de la agrupación La Güemes.

Es que para el dirigente, la Generación Dorada –que tuvo su despedida con un digno papel en Río 2016– “es motivo de orgullo, porque obtuvo logros que cuando uno se inició en este deporte jamás pensó que eran posibles”. Dos victorias ante el Dream Team yanqui, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas y subcampeón mundialista. “Fueron años hermosos, porque nos mantuvimos en los primeros planos del básquet mundial”, resalta Susbielles, que no escatima en alabanzas para su coterráneo, emblema de San Antonio Spurs: “Es sin dudas unos de los tres más grandes deportistas de la historia argentina. No sólo ha competido con fiereza durante muchísimos años, sino también ha sido un gran embajador de nuestros país. Siempre se ha comportado con una ética y una moral que es una buena incidencia para las generaciones venideras. Además, siempre pone lo colectivo por sobre lo individual, y demuestra un compromiso en el día a día que marca una conducta”.

De todas maneras, Federico no se queda con la nostalgia de esa generación y se entusiasma con la nueva camada, que empieza a dar sus primeros pasos en la NBA y en ligas europeas.

“Lo veo con esperanza”, dice en referencia a las apariciones de los tocayos Nicolás Laprovíttola y Brussino. “Se está confirmando lo que decíamos un par de años atrás por la buena capacidad formativa que sacó a varios jóvenes que vienen haciendo las cosas muy bien”, continúa, y añade: “Esta inserción de jugadores en la NBA y en equipos de Europa nos marca que vamos por el buen camino, que tenemos una liga que es cada vez más competitiva y que nuevamente está sacando jugadores que tienen las condiciones para jugar en las mejores competencias del mundo. Eso nos potencia y nos da la posibilidad de que nuestros basquetbolistas se perfeccionen”.

Sueño mundial

Entre los tantos nombres que buscan organizar el certamen ecuménico del básquetbol en 2023, figura Argentina. La postulación sorprendió a propios y extraños, pero Federico Susbielles se tiene una fe bárbara. “Creemos que es posible, de lo contrario no hubiésemos iniciado este camino, en el que competiremos con potencias mundiales”, admite. Es que la lista es larga: Australia, Alemania, Japón, Hong Kong, Filipinas, Polonia, Rusia, Serbia y Turquía. “No es una camino fácil, pero si hacemos las cosas bien podremos competir con seriedad por esta posibilidad, que es lo que nos planteamos”, aclara el presidente de la CABB.

Para ese mundial, a la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) se le ocurrió que podrían ser varios los países organizadores, y no uno como es habitual, lo que podría favorecer a la Albiceleste. “Nuestro objetivo es que Argentina sea declarada como finalista en este proceso mundialista, por eso estamos abocados a generar un grupo de trabajo y un comité organizador, y empezar a involucrar a actores porque esto no tiene que ser un proyecto solamente del básquet argentino, sino un proyecto de todo nuestro deporte y por supuesto del país, porque un evento de estas características tiene un impacto muy importante en materia turística, en resultados económicos. Por eso es importante que trabajemos entre todos para lograr el éxito que esperamos”, concluye.

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