Sabrina Gullino Valenzuela Negro, nieta restituida e hija de los montoneros desaparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela, y el único de los militantes sobreviviente de la Quinta de Funes, Jaime Dri, declararon este viernes en el juicio contra represores de la dictadura conocido como Guerrieri III.
En el juicio, que se inició el pasado 13 de octubre, se investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en los centros clandestinos de detención La Calamita, Quinta de Funes, Escuela Magnasco y La Intermedia, que funcionaron bajo la órbita del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército.
Los imputados son los militares (RE) Pascual Oscar Guerrieri, Marino Héctor González, Alberto Enrique Pelliza, Jorge Alberto Fariña, Juan Amelong y los personales civiles de inteligencia (PCI) Walter Salvador Dionisio Pagano, Eduardo Rodolfo Costanzo, Ariel López, Juan Andrés Cabrera y Rodolfo Daniel Isach (quien además fue comisario de la policía provincial).
La madre que nos parió
“Los que saben dónde está el Melli, mi hermano robado por los genocidas, están acá”, denunció el viernes 18 de noviembre Sabrina Gullino Valenzuela Negro, nieta restituida por las Abuelas de plaza de Mayo e hija de los desaparecidos de la Quinta de Funes Tulio Valenzuela y Raquel Negro. Sabrina hizo esas declaraciones en el marco del juicio contra represores de la dictadura conocido como Guerrieri III. En el Tribunal Oral Federal (TOF) N°1 de Rosario, además de reconstruir el derrotero de sus padres secuestrados por la patota del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército, la joven admitió que “volvía a testimoniar, por cuarta vez, en esta oportunidad con una diferencia muy importante”, y luego aclaró: “ahora sé lo que significa atravesar por un embarazo, lo que me permite pensar en todo lo que tuvo que pasar mi madre en las circunstancias en las que nos tuvo a nosotros”.
Como en otras declaraciones, Sabrina repasó la investigación que fue haciendo a cerca de su propia historia y la de sus padres, recordó la coordinación de esfuerzos que permitieron que en 2008 le fuera restituida su identidad, y contó cómo se sumó a partir de ese momento a la búsqueda de su mellizo –nacido junto a ella en cautiverio–, que ya llevaba adelante su otro hermano Sebastián con Hijos Rosario, Santa Fe, Paraná y Abuelas.
Para Gullino Valenzuela Negro no fue una testimonial más, y se lo hizo saber a los jueces del tribunal. “Este juicio no es igual a los anteriores, porque esta vez se juzga el asesinato de Raquel, mi madre, algo que preguntaba a mis compañeros abogados y abogadas cada vez que estaba por comenzar uno”, reconoció la testigo.
Sabrina conmovió a los jueves y al público que llenó la sala, al referir que “otra particularidad que tiene este juicio es que yo ya atravesé el hecho de estar embarazada, lo que me permite pensar, conceptualizar las circunstancias por las que tuvo que pasar Raquel al momento de tenernos a mi y a mi hermano, allá por marzo del 78”. En su relato, la testigo situó a los jueces en el marco de “las vejaciones y la falta de libertad” en la que su madre tuvo el parto de los mellizos en el Hospital militar de Paraná, al que indicó que fue llevada desde su cautiverio en Rosario por la patota de 121.
“Los represores, formados en las Escuela del Américas, instruidos en la Doctrina de la Seguridad nacional, se ensañaron particularmente con esas jóvenes revolucionarias que se revelaron ante el mandato que el estatus quo propone para las mujeres”, señaló Sabrina. Y graficó esa afirmación al mencionar cómo se llevaron a su madre, de nuevo para Rosario, apenas tuvo a sus niños en Paraná. “La llevaron desnuda y tirada en el baúl de un Peugeot 504”.
La testigo, que en medio del testimonio hizo un homenaje a todas las mujeres revolucionarias, a su madre, a su padre y a los desaparecidos de la causa, reprochó a los represores el silencio con el que esconden los datos sobre su hermano y sobre el destino de los desaparecidos. “Con todo el esfuerzo que hacemos con tantos compañeros y compañeras que lo estamos buscando, es impresionante estar en un mismo lugar con los que saben dónde está el Melli”, expresó. Y luego remarcó: “Ellos saben dónde está él y donde están los cuerpos de los compañeros desaparecidos”.
“Yo viví porque era prisionero de Massera”
El único sobreviviente de los militantes montoneros secuestrados en la Quinta de Funes, Jaime Dri, declaró el viernes pasado en Rosario en una nueva audiencia del juicio Guerrieri III, el tercer proceso oral y público contra los represores del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército. “La dictadura apuntó a degradarnos moralmente a través de la tortura y a quitarnos la identidad con la desaparición de los cuerpos”, exclamó el testigo.
Dri, puso a disposición de los jueces sus declaraciones anteriores, la primera de las cuales tuvo una larguísima duración. “Recuerdo que comencé a las nueve de la mañana y terminé a las diez de la noche”. Además, planteó que su testimonio también está reflejado en el libro Recuerdo de la Muerte, de Miguel Bonasso, que relata parte de los hechos ocurridos en la Quinta de Funes.
El testigo, venido desde Panamá –lugar en el que vive desde hace años–, hizo un relato que comenzó con su secuestro en diciembre de 1976 en Uruguay, continuó con su paso por el centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), y el posterior traslado a la Quinta de Funes. Sobre ese último lugar, brindó detalles de sus particulares características, que se expresaron en un perverso esquema montado por Leopoldo Galtieri, jefe del Segundo Cuerpo de Ejército.
El sobreviviente apuntó los nombres de cada uno de los represores y también de sus compañeros detenidos, todos víctimas de la causa.
Dri hizo un planteo especialmente dirigido a quienes alguna vez señalaron a los detenidos desaparecidos como “traidores”. “¿Cómo podemos hablar de la conducta de los prisioneros en esas condiciones?”, se preguntó. “Se han dicho muchas cosas, decían que (a los cautivos) los estaban recuperando, pero la realidad muestra que terminaron matando a todos”, dijo, y añadió: “Yo viví porque era prisionero de Massera”.
El testigo volvió a relatar el desenlace de la historia de la Quinta de Funes y cómo el proyecto de Galtieri –de hacer trabajar a los detenidos para infiltrar a la conducción montonera en México– fue desarticulado cuando Tucho Valenzuela se escapó en el país azteca y denunció la maniobra. Y también cómo fueron trasladados los detenidos apenas se conoció internacionalmente el tema.
Dri recordó que, junto a sus compañeros, fue llevado a la Escuela Magnasco, lugar en el que permanecieron unos 15 días y de donde luego él fue llevado nuevamente a la Esma, de donde se terminó escapando.
Como se ha relatado varias veces en estas páginas, el destino de los otros detenidos –salvo Raquel Negro– concluyó en la quinta La Intermedia, lugar en el que los presos políticos fueron fusilados, y desde donde, según el relato del represor Eduardo Costanzo –presente en el lugar–, sus cuerpos fueron tirados desde un avión a la bahía de San Borombón.
Por último, en un tramo de su testimonio, el sobreviviente vinculó el pasado de la dictadura con el actual gobierno. “Hoy los que gobiernan son los mismos que hicieron caminar en pata a los pibes durante la dictadura de Uriburu, los mismos que en el ‘55 derrocaron a Perón, los mismos que impulsaron la dictadura, y los mismos que hoy hacen cerrar las fábricas”, concluyó.
Entre otros delitos, en el proceso se investigan los asesinatos y desapariciones de Jorge Horacio Novillo, Eduardo José Toniolli, Stella Hillbrand De Del Rosso, Carlos Rodolfo Juan Laluf, Marta María Benassi, Miguel Ángel Tosetti, Oscar Daniel Capella, Ana María Gurmendi, Fernando Dante Dussex, Héctor Pedro Retamar, María Adela Reyna Lloveras, Teresa Soria De Sklate, Raquel Ángela Carolina Negro, Marta María Forestello, Liliana Nahs De Bruzzone, Alberto Barber Caixal, Fernando Rubén Messiez, Aníbal Morcabel, Héctor Larrosa, Ernesto Víctor Traverso, Guillermo White, Fernando Feliz Agüero, Rubén Daniel Flores, Edgar Tulio Valenzuela –cuya desaparición ocurrió tiempo después de los hechos juzgados– y Jorge Luis Ruffa –sus restos fueron identificados–.
También se imputa a los acusados los secuestros, privaciones ilegales de la libertad y tormentos de los ex detenidos y sobrevivientes Jaime Feliciano Dri, Carlos Alberto Novillo, Alejandro Luis Novillo, Graciela Inés Zitta, Susana Elena Zitta, Emma Stella Buna, Rafael Bielsa, Carmen Cantalejo, Patricia Beatriz Coria, Francisca Daniela Domínguez, Mercedes Domínguez, Eduardo Francisco Ferreyra, Daniel Ángel Luis Fuhr, Diego Aníbal Walter Fuhr, Juan Carlos Gesualdo, María Amelia González, Luis Megias, Viviana Nardoni, Adriana Del Huerto Quaranta, Laura Esther Repetti, María Luisa Rubinelli y Elena Sarnari.
Fuente: El Eslabón