El otro día Pedro me decía: mirá, por acá había varios pasillos, pegaditos a la cancha, que aparecieron después que la gente le ganó a un monte de arbustos espinosos. Había uno en particular donde la puerta era una mezcla de hierros y una enredadera que parecía que no deshojaba nunca, todo el año verde. Y bueno, Pedro con nostalgia se acuerda que daba a un patio donde fueron los primeros bailongos en el barrio, los primeros amores y también las primeras reuniones, mates mediantes, para organizar los centros deportivos de aquella época; y cuando había un torneo importante se lo usaba como un túnel por el que salían los jugadores, los nuestros. Nos hacíamos la cabeza que era el mejor vestuario del mejor estadio de la época, y todos deseábamos salir con la cinta de capitán encabezando el equipo.
También, contemporáneamente, se acuerda pedro del pasillo de donde venía, el de la casa de la madrina, de la calle san juan, que era una casa que estaba entre un inquilinato y una casa chorizo, como le dicen ahora.
También estaban los pasillos de la Vía Honda que eran seguros y los muchachos de la JP tuvieron gran militancia, estaban pegaditos a la villa.
También se acuerda de uno donde, ya en el centro, lo corría la cana y con una piba se pusieron a apretar, como en la película, pero ahí el pasillo ya se llamaba zaguán.
Y pensar que algunos arrabales, me dice Pedro, se pusieron medio jodidos, porque puede pasar que en plena madrugada, como ocurrió el otro día, te aparece la cana y te vuelve todo más inseguro de lo que estaba antes, pateando puertas, pegándole a todos; y eso ocurría en tiempos de la dictadura
Por eso, dice Pedro -volviendo a los pasillos que son de las casas chorizo-, ahora que menosprecian el choripan estaría bueno volverlos seguros; y entre otras cosas, habría que sacar a estos cosos que desfilan por un pasillo hacia el fondo, al Fondo Monetario Internacional, excluyendo gente; y volver, si se puede, no?, a esos pasillos donde la puerta es alambre y enredadera, soñando que por ahí pueden salir la piba que nos gusta, por ahí podemos ingresar al bailongo, o por ahí puede salir definitivamente el equipo de todos, el nuestro.