La gestión de Lombardi en el Sistema de Medios Públicos muestra la verdadera cara del macrismo respecto de la libertad de expresión. El feroz despido de una trabajadora de planta en Télam es la punta del iceberg de un dispositivo de mordaza y blindaje informativo que remite a las peores épocas.

En octubre de 2016 se conoció uno de los tantos groseros avances del equipo que conduce el titular del Sistema Federal de Medios Públicos Hernán Lombardi en la agencia oficial de noticias Télam. No es que antes no se hubieran formulado denuncias por censura a periodistas en ese medio, pero la decisión de extirpar de la página web de la agencia la sección «Opinión», con todas las notas allí publicadas, entre las que se podían leer artículos del filósofo esloveno Slavoj Žižek, el politólogo brasileño Emir Sader y el músico Gillespi, entre otros, causó una profunda conmoción, que con el paso del tiempo terminó siendo apenas un cosquilleo.

Por entonces, y desde prácticamente el comienzo de la gestión Macri, ya se venía desatando una ola de despidos y cancelación de contratos en Radio Nacional, denuncias por censura a periodistas en la agencia Télam y una brutal embestida contra el nombre del Centro Cultural Néstor Kirchner (CCNK).

La conducción que Lombardi designó en Télam está a cargo de Rodolfo Pousá y Ricardo Carpena, pero la encargada directa de ejecutar las políticas de censura y persecución ideológica y política es la responsable del portal de la agencia, Magdalena Cash.

La dirección de Télam también fue responsable, como lo dio a conocer en su momento la Comisión Gremial Interna de Sipreba en la agencia, del levantamiento de una entrevista programada y aprobada por el propio gerente periodístico que la periodista María Emilia Racciatti tenía con la periodista y Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, Cynthia Ottaviano.

La avanzada de Lombardi y sus secuaces no está limitada, está claro, a Télam, y todos los ámbitos bajo su órbita -la Televisión Pública, Radio Nacional, Tecnópolis, entre otros organismos-; y durante algún tiempo gastaron toneladas de tinta y espacios en los medios afines para instalar el “debate” en torno de la necesidad de cambiar el nombre del CCNK.

Incluso para llevar a cabo esa idea, el gobierno elaboró un proyecto por el cual se prohíbe que los bienes del Estado lleven el nombre de personas que hayan fallecido hace menos de 20 años. Lombardi defendió esa iniciativa alegando que «no hay un manual para salir del populismo, que es una patología en las sociedades modernas».

En enero de este año, el Consejo de Redacción editorial de la Comisión Interna del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa), difundió un duro informe acerca de la gestión PRO en Télam, denunciando la censura que se practicó sobre notas relacionadas con la dirigente de la Tupac Amaru Milagro Sala y críticas que Diego Maradona había realizado a Macri.
El gremio denunció a la gestión macrista encabezada por Pousá por censurar «la producción periodística” y condicionar gravemente “las condiciones de los cronistas que desarrollan su trabajo en las secciones de la agencia».

Los hechos hablan por sí solos: «El 15 de diciembre se le pidió a un redactor de Política que cubriera el plenario del Consejo de la Magistratura en el que iba a presentarse un informe sobre la situación de la justicia penal federal. Durante la sesión, ese tema tuvo un tratamiento mínimo, pero fue largo, sí, el debate sobre Sala. Y durante el proceso de selección de magistrados, se consultó a dos postulantes sobre la inclusión de los mismos en el nuevo impuesto a las ganancias. Una vez en la redacción, se le pidió al redactor que escribiera una nota con la mayor cantidad de detalles, pero el despacho quedó para la edición del encargado de la tarde. A la noche el material seguía sin salir -y con el cartel de «No publicar» en el sistema-, y ante la consulta del redactor se le informó que había «muchos materiales sobre Sala» y que lo suyo se integraría a una nota más general con «repercusiones». Pero esto no ocurrió: «Ni una línea al aire, ni sobre Sala, ni sobre Ganancias ni sobre la justicia penal»».

El otro caso citado en el informe de los trabajadores de Télam demuestra la poca tolerancia de la gestión PRO, que se erizó ante las duras críticas de Maradona al presidente Macri.

Los trabajadores señalan que «el 28 de noviembre de 2016 generó una demora de cuatro horas en publicarse un cable emitido por la sección Deportes a las 11.29 de ese día, en que Maradona se refirió al presidente Mauricio Macri. «Lo único que le pido a Dios es que Macri llegue como presidente a cortar el pan dulce», dijo el astro ante los medios de todo el país que cubrían la Copa Davis. La sección Deportes cursó el despacho de inmediato con la frase citada, el mismo título que eligieron todos los medios, de la más diversa prosapia ideológica. El cable fue bloqueado y demorado durante horas. El editor de turno en la mesa alegó: «No podemos dar esto: sabés dónde trabajamos». El informe subraya que «Télam fue el último medio en difundir la noticia».

En abril de este año, el diario Página 12 dio cuenta de la blitzkrieg sobre Radio Nacional a través de un título que en otros tiempos hubiera sido pan de todos los días: “Nuevas listas negras en los medios públicos”. La referencia, en ese caso, fue la decisión de las autoridades de la emisora pública de despedir a 21 trabajadores.

Las cesantías fueron firmadas por el director de RTA, Miguel Pereira, y afectaron a empleados de 15 provincias que, “luego de haber sido desplazados por la nueva gestión, cumplían diferentes funciones en sus respectivas emisoras”.
Como se supo a partir del relato de los propios damnificados, gran parte de ellos había ingresado a Radio y Televisión Argentina (RTA) por concurso, y justamente la falta de concursos había sido esgrimida por Cambiemos para justificar los primeros despidos en diciembre de 2015.

Como pocas veces pudo observarse la hipocresía de Macri, Lombardi y, en Radio Nacional, Ana Gerschenson, todos ellos presuntos defensores de la libertad de expresión.

Página 12 reprodujo el testimonio del ex director de Radio Nacional Neuquén, Matías Ciampini, e indicó que su sucesora, Dalila Pinacho era vocera del empresario Joe Lewis, amigo de Macri. “Es una clara persecución ideológica” y un “evidente vaciamiento de contenidos”, expresó Ciampini, quien agregó: “El país que invoca Lombardi no existe”. Entre los despedidos se cuenta Jorge Ramírez, de Nacional Rosario.

El caso Holgado

El 21 de mayo pasado, Redacción Rosario publicó un artículo en el que se denunciaba, entre otras anomalías, el desplazamiento de la sub jefa de turno noche del área Audiovisual, Andrea Holgado.

El cambio de tareas y área que le quisieron imponer a la trabajadora de planta de Télam motivó la reacción del Sindicato de Trabajadores de Prensa (Sitrapren) y el Sipreba, dos gremios que por lo general están enfrentados.

Precisamente, en un comunicado, Sitrapren señalaba que ante el caso que afectaba a Holgado los dos sindicatos, “enfrentados en otras posiciones, ven la necesidad de juntar fuerzas ante el avance de la anarquía empresarial y la política laboral” del gobierno.

La situación, su contexto, arranca desde el mismo momento en que desembarcaron los hombres y mujeres designados por Lombardi para gerenciar Télam, y así lo manifestó el documento de Sitrapren: “Las primeras señales fueron la tercerización innecesaria del Comedor de la Agencia a través de una pareja de monotributistas –inscripta con serias irregularidades en cuanto a sus facturas- que ocasionó un gasto al Estado de más de un millón y medio de pesos al momento, suma por la cual prestó conformidad Carlos Rosendo Villoldo”.

En el área Audiovisual fue designado el actual gerente de contenidos Pablo Pla, a quien Sitrapren sindica como “ex movilero de Crónica devenido en comisario político”. El gremio destaca que el mencionado directivo ingresó a Télam recientemente “como contratado en el cargo de jefe de sección, pero que meteóricamente y milagrosamente ascendió a prosecretario general de Redacción, uno de los cargos más altos en el escalafón periodístico”, y lo acusan de haber “iniciado una dura persecución que incluye reuniones donde se ha presionado a los trabajadores a que acepten los cambios de tareas”.

En ese marco, Holgado -el domingo 14 de mayo- se presentó a cumplir su horario habitual, y se encontró con que habían designado en su lugar a un periodista contratado en marzo sin previa notificación.

A lo largo de varias reuniones, Pla buscó reasignar a Holgado a un rol de cronista mediante “exigencias, presiones y agresiones sistemáticas”, sostenía el documento del gremio, que agregó: “Desde hace un tiempo, las autoridades designadas para manejar la empresa parecen haber perdido el control de la situación interna y se ha generado una política anárquica por parte de varios gerentes y comisarios políticos devenidos en profesionales de la comunicación”.

Otra de las anomalías surgió cuando Villoldo creó un “Departamento paralelo” que le resultó útil para llevar adelante la tercerización de tareas, “violando las leyes con desplazamientos anómalos de personal”, refería el texto de Sitrapen. La denuncia planteaba que las irregularidades continuaron “con la publicidad oficial”.

En el caso puntual de Holgado, que defendió su posición, “recibió un correo agresivo de la sub gerenta de nuevas tecnologías, Magdalena Cash (un cargo de adscripción al directorio creado por la nueva gestión) en el que le comunicaba que estaba en sus atribuciones cambiarle las tareas y ella ya lo había hecho”.

El comunicado precisaba: “Cabe contextualizar que se llega a esta situación en el marco de un proceso de persecución laboral y previa en el Departamento Audiovisual, de la cual Holgado no es la única destinataria, ya que a través de amenazas y presiones se generaron varios cambios de horarios y funciones”.

Holgado, se encargó de aclararlo a Redacción Rosario, en ningún momento puso en discusión la línea editorial, sino la metodología de trabajo.

El despido

El 5 de junio, hace apenas diez días, Holgado había sido formalmente despedida, sin otra causal que una pretendida “conducta inapropiada”. La periodista lo denunció a través de un mensaje enviado a sus compañeros y a este medio.
Ante el despido, el gremio volvió a expresarse, y en un comunicado titulado “Sitrapren rechaza despido en Télam”, remarcó que “se trata de un claro caso de persecución ideológica, que debe tener un tratamiento urgente”.

“Cabe señalar que, más allá que la compañera no sea afiliada al Sitrapren, es una trabajadora que forma parte de la planta permanente de Télam, por lo cual la Comisión Directiva de nuestra organización sindical realiza gestiones para tratar de resolver su situación, sin importar día y horario. En este sentido, la compañera -que fue asesorada por sus propios abogados- se comunicó anoche para contarnos el momento difícil que atraviesa y también nos informó que el sindicato simplemente inscripto que actúa en Télam, frente a su planteo, le respondió: «esta noche tenemos una fiesta», que en todo caso podrían «tratar su tema en la asamblea del miércoles». Desde el Sitrapren creemos que es evidente que las autoridades buscan cortar el hilo por lo más delgado, pero tenemos presente que una vez que empiecen a tirar de una punta, van a ir por el resto del ovillo”, dijeron desde el Sitrapren.

En un alarde de cinismo con pocos precedentes, el 5 de junio el directorio de Télam divulgó un comunicado en el que “advierte sobre el propósito de algunos sectores sindicales de utilizar políticamente la desvinculación de una empleada de la agencia que optó por el equivocado camino (el del conflicto, el escándalo y el maltrato) para su supuesta intención de resolver una situación laboral”.

Con descaro, el texto de las autoridades de la agencia indica que “el caso de Andrea Holgado no está vinculado con ninguna persecución por parte de la empresa, sino con el extraño derrotero de una trabajadora del área audiovisual que primero le propuso a su jefa un cambio de sección, luego presentó sumarios de ideas y propuestas para afianzar su pase (intercambios de emails certificados por escribano), y cuando ya estaba acordado su comienzo en el nuevo destino, de manera sorpresiva y unilateral decidió no dar ese paso pedido por ella y desde entonces dejó de concurrir a la agencia”.

Entre distintas iniquidades, el comunicado expresa que, “más allá de haber sido pedido por ella, el pase de Holgado a otra sección del área audiovisual no afectaba su categoría ni su nivel de responsabilidad”. Y añade: “En su grave accionar la Sra. Holgado sí se presentó en el edificio de Bolívar acompañada por una abogada y allí generó una inaceptable situación cargada de gritos e insultos, e incluso llegó a amenazar al gerente de Personal, a empleados de ese sector y a una integrante de la Gerencia de Legales. Su errada actitud de maltrato fue seguida por cartas documento irracionales que confirmaron la clara intención de no llegar a un acuerdo sino de profundizar el conflicto, e incluso de considerarse despedida si no se aceptaban las condiciones pretendidas por ella”.

Los centuriones de Lombardi esgrimieron presuntas violaciones a la Ley 12.908, que constituye el Estatuto Profesional del Periodista. “En virtud de los acontecimentos descriptos y ajustados a la Ley el Directorio resolvió la desvinculación «con causa» de la Sra. Holgado”, sostuvieron.

Desde Sitrapen, al repudiar el despido, apuntaron contra “la actitud antisindical y persecutoria del directorio de la empresa y del gerente de Recursos Humanos. La diferencia entre ustedes y nosotros radica principalmente en que ustedes –en su función patronal- siempre «encuentran» una situación factible de una «desvinculación con causa», mientras que nosotros únicamente vemos a un/a compañero/a que se queda en la calle”, marcaron desde la organización sindical.

Fuente: El Eslabón.

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