Tras ocho días de huelga en el cordón industrial de San Lorenzo, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria. La medida fue celebrada por la cámara patronal del sector. Mientras, la actividad cerealera no para de crecer, tanto que ahora le permite sentarse sobre los silos bolsas a la espera de una deseada devaluación poselectoral.
Considerado el sector exportador más importante del país, que en 2016 explicó un 44 por ciento de los envíos argentinos al exterior, el complejo oleaginoso–cerealero ubicado al norte del Gran Rosario busca la desarticulación del convenio Copa (Complejo Oleaginoso Portuario Agroexportador) que beneficia a los trabajadores de empresas tercerizadas al equipararlos a un empleado de las aceiteras del cordón industrial. Tras ocho días de paro –medida que demoró en el río Paraná la carga y descarga de cien barcos– el Ministerio de Trabajo nacional dictó la conciliación obligatoria para detener el conflicto, cuyos costos son millonarios en dólares. La Cámara de Industrias Aceiteras (Ciara) celebró la decisión ministerial porque, dijeron desde la entidad, “va a posibilitar la mejor forma de solucionar un conflicto que involucra a gremios que ni siquiera indirectamente están vinculados con la actividad agroexportadora”.
El eje de la disputa entre la CGT San Lorenzo, liderada por Edgardo Quiroga, y la Ciara –que representa a las principales cerealeras locales y multinacionales– se circunscribe a la aplicación o no del Copa, convenio que comenzó a aplicarse en 2011. Ese acuerdo laboral incluye a ocho sindicatos que representan a trabajadores de la marina mercante, empleados de comercio, vigiladores, carga y descarga, marineros, barrido y limpieza, gastronómicos, amarradores y camioneros, quienes prestan servicios para las empresas agroexportadoras pero a través de contratistas. Sin embargo, a través de la implementación del convenio Copa, sus salarios se actualizan por una paritaria regional vinculada a las grandes ganancias del sector y no por los porcentajes que sus entidades madres negocian con las cámaras de cada sector para todo el país.
Así, un trabajador incluido en el Copa posee hoy un salario inicial de 19 mil pesos, independientemente de si es empleado de comercio, vigilador o marinero, remuneración escindida del básico dispuesto por cada uno de esos sindicatos. Eso es lo que las empresas asociadas a la Ciara quieren echar por tierra, para que cada uno discuta por separado sus salarios con las contratistas.
“En este conflicto que hubo, la mayoría o todas (las entidades gremiales) no tienen relación con nosotros, ya que no son aceiteros”, dijo Andrés Alcaraz, gerente de Comunicaciones Corporativas de Ciara a la agencia de noticias Télam. Quiroga replicó: “No se trata de cuestiones económicas, ya que el complejo oleaginoso del Gran Rosario lleva exportados desde enero de 2017 hasta la fecha US$ 10 mil millones”. Pero, como se sabe, los ricos también lloran.
No se copa
La CGT San Lorenzo, que lidera la discusión por el Copa, planteó una recomposición salarial del orden de 42 por ciento, de modo de llevar el básico de los 19 mil pesos actuales a 27 mil, explicó Quiroga. “Es por la pérdida del poder adquisitivo del año pasado, y por el proceso inflacionario de este año, que va a estar en el 30 por ciento”, justificó el dirigente sindical.
“De acuerdo a la ley de convenios colectivos de trabajo, ninguna CGT tiene facultades legales para poder negociar salarios de los gremios”, dijo por su parte Alcaraz, portavoz de la Cámara de Industrias Aceiteras. “Ni Ciara tiene facultades, ya que el gremio paritario de Ciara son los aceiteros”, añadió el representante de la patronal, para quien “en este conflicto que hubo, la mayoría o todas (las entidades gremiales) no tienen relación con nosotros, que son aceiteros”.
La negativa de la Ciara a discutir con la CGT San Lorenzo el convenio Copa fue lo que motivó el paro de actividades en los puertos ubicados entre San Lorenzo y Timbúes, durante ocho días.
Quiroga evaluó que por cada día que un barco permanece parado se produce un costo de 25 mil dólares. Y, dijo, fueron más de cien los que atracaron en el río Paraná al norte de Rosario a la espera de la resolución del conflicto laboral. Por eso, el dirigente de la CGT regional San Lorenzo consideró que “es evidente que acá no estamos discutiendo una cuestión económica con las patronales, sino una decisión política que tienen que asumir”.
Hasta el inicio de las medidas de fuerza, la Ciara se había negado a negociar el Copa con la entidad gremial. Su planteo, que no es novedoso, consiste en que no tiene por qué negociar salarios, como entidad patronal del complejo oleaginoso, con trabajadores que son contratados por firmas tercerizadas de rubros como vigiladores, gastronómicos o de carga y descarga. Sólo admite como trabajadores de su sector a los aceiteros, quienes tampoco ven con buenos ojos el convenio Copa. Lo novedoso es la conducción del Ministerio de Trabajo en manos de Jorge Triaca, de innegable sesgo antisindical y proclive a las demandas de las patronales. O incluso por encima de ellas, como en el caso de los bancarios.
Para Alcaraz, de Ciara, “es positivo que se haya dispuesto la conciliación obligatoria porque va a posibilitar en el Ministerio la mejor forma de solucionar un conflicto que involucra a gremios que ni siquiera indirectamente están vinculados con la actividad agroexportadora”.
La mejor forma para la cámara –que representa a Cargill, Nidera, la china Cofco y Glencore, entre otras– es la eliminación del convenio Copa, que sería perjudicial para los trabajadores tercerizados de la industria aceitera que prestan servicios en las cerealeras del cordón industrial. Que, según estimaciones gremiales, son unos cuatro mil.
Sin complejo de riqueza
Que el sector agroexportador argentino es uno de los más dinámicos y con mejores perspectivas no es necesario aclararlo. La llegada de Cambiemos al gobierno mejoró sus chances, porque el macrismo lo consideró uno de sus aliados en materia de desarrollo económico, junto a las mineras y la industria energética.
Con ese objetivo, la Casa Rosada quitó las retenciones a algunos cultivos y redujo las que se aplicaban a la soja, con el fin de desacoplar el precio internacional de los valores que pagan los argentinos por los alimentos. Esa decisión, a la vez, repercutió en los ingresos fiscales del Estado, cuyo déficit no para de crecer a pesar de los múltiples y variados ajustes practicados durante el año pasado.
El último informe del Indec sobre los complejos exportadores –de marzo pasado– indica que las exportaciones de los complejos oleaginosos en el año 2016 representaron el 31,4 por ciento de las exportaciones totales argentinas y “sumaron 18.149 millones de dólares”, con una caída de 1,4 por ciento respecto de 2015. En tanto, las exportaciones de los complejos cerealeros en 2016 (13,2 por ciento de las exportaciones totales) sumaron 7.611 millones de dólares, con un aumento de 36,9 por ciento respecto del año 2015.
El detalle de los datos estadísticos señala que el “95,3 por ciento de los Complejos oleaginosos correspondieron al complejo soja. El 4,7 por ciento restante correspondió al Complejo girasol y a otras oleaginosas”. El complejo soja comprende las exportaciones de harinas y pellets de la extracción de aceite de soja (9.971 millones de dólares), aceite de soja (4.106 millones de dólares) y poroto de soja (3.233 millones de dólares). Su performance ha sido creciente. “En los últimos años y hasta 2015 creció de manera significativa la participación de las exportaciones de los complejos oleaginosos en las exportaciones totales”, dice el documento oficial.
“En 2013 –sigue– representaron poco más de un cuarto (26%) del total y en 2015 cerca de un tercio (32,4%). En 2016 esa participación declinó alcanzando el 31,4% del total exportado”.
Un desempeño similar exhibe la venta al exterior de granos sin procesar. El Indec informa que los complejos cerealeros representan el 13,2 por ciento de las exportaciones totales del país y sus envíos “alcanzaron 7.611 millones de dólares en el año 2016”.
Así, “aumentaron 36,9 por ciento respecto del año anterior. El Complejo maicero exportó 4.243 millones de dólares; 32 por ciento más que en el año anterior”. Por su parte, las exportaciones del complejo triguero alcanzaron 2.182 millones de dólares y registraron un aumento de 64,3 por ciento en 2016 respecto del año anterior.
Divisa
Un informe de la propia Ciara sobre la liquidación de divisas en los últimos años permite, también, advertir el contundente desarrollo del sector que busca reducir el costo laboral, desprendiéndose de la suerte de los trabajadores tercerizados. En 2003, informa la Cámara, se liquidaron divisas por 9.450.254.098 de dólares. Al otro año ya fueron 11 mil millones de moneda estadounidense y en 2014 alcanzó el techo con 24.143.756.928 de dólares.
El año pasado –el primero de Cambiemos en el gobierno– la liquidación de divisas fue similar a este techo, apenas por debajo con 23.910.393.560 de dólares, pero ostensiblemente superior a la del último año del kirchnerismo, cuando descendió a poco menos de 20 mil millones de dólares anuales.
Según una comunicación de la Ciara, hasta el 16 de junio de este año los exportadores liquidaron divisas por 10.591.244.190 dólares. Ese monto anualizado mostraría una caída, aunque la explicación a la menor liquidación de divisas está relacionada con la caída del precio internacional de la soja, que sentó a las exportadoras y a los grandes productores de la oleaginosa sobre los silos bolsas a la espera de una potencial devaluación del peso luego de las elecciones parlamentarias de octubre.