El pueblo pide su renuncia en las calles. La justicia lo acusó formalmente de corrupción. Tiene el 7 por ciento de apoyo y el 69 por ciento de rechazo. El 83 por ciento quiere elecciones directas. Lula lidera las encuestas con un 30 por ciento de intención de voto. La desocupación afecta a 14 millones de personas.
El procurador general de Brasil, Rodrigo Janot, formalizó este lunes la acusación por corrupción contra el ilegítimo presidente de ese país, Michel Temer, ante el Supremo Tribunal Federal (STF), y solicitó que sea separado del cargo. Y el miércoles, el STF anunció que la enviará a la Cámara de Diputados, con lo que ya está en marcha un largo proceso que podría terminar con la destitución del presidente.
Una vez en la Cámara de Diputados, el tortuoso derrotero de la denuncia comenzará en la Comisión de Constitución y Justicia: allí sus 66 miembros analizarán el caso durante un máximo de quince sesiones y decidirán si rechazan o aceptan la acusación. Luego elaboran un dictamen en este sentido, que pasa a ser debatido en el pleno de la Cámara de Diputados. Si dos tercios de los 513 diputados votan por aceptar la denuncia, el trámite regresará al Supremo, que tras un debate en su propio pleno de once miembros decidirá si finalmente instaura el juicio contra Temer, quien en ese caso sería suspendido del poder durante los 180 días que duraría el proceso y su cargo sería cubierto en forma interina por el presidente de la Cámara baja, Rodrigo Maia.
En ese lapso, las investigaciones siguen adelante. Si en un plazo de un mes el ilegítimo mandatario resulta finalmente condenado, el Parlamento debe llamar a elecciones indirectas, que es exactamente lo que desea el bloque dominante, las corporaciones y los grandes medios, para así elegir un reemplazo de Temer que continúe con el ajuste que él inició. Tendrá tiempo hasta el 1° de enero de 2019, cuando concluye el mandato presidencial.
Janot acusa a Temer de haber recibido ventajas ilícitas del grupo empresario JBS, tal como surge de las escuchas en las que el ilegítimo mandatario consiente unas maniobras irregulares que el dueño de esa firma, Joesley Batista, dice que realiza en favor de su corporación tanto con funcionarios del gobierno como con representantes de la Justicia.
Las grabaciones fueron realizadas en marzo, por lo que la sospecha apunta a hechos de corrupción ocurridos en el ejercicio del mandato de Temer, algo que la Constitución impone como requisito para que un gobernante pueda ser objeto de un proceso penal.
La Policía Federal, a cargo de las investigaciones, aportó más pruebas que se sumaron a las escuchas y a los testimonios de los empresarios. En un informe técnico preliminar entregado la semana pasada al STF, la policía informó que existen indicios que indican que el mandatario incurrió en prácticas corruptas e intentó obstaculizar la investigación. Asimismo, se descartó que la grabación haya sido editada o manipulada, tal como llegó a afirmar Temer haciendo gala de su capacidad para mentir una y otra vez sin inmutarse.
“Fora Temer” otra vez en las calles de Brasil
Un amplio espectro de movimientos sociales y centrales sindicales brasileñas comenzaron el martes 27 un plan de lucha contra la reforma laboral que impulsa el gobierno de Temer. Las protestas incluyeron manifestaciones y cortes, y una jornada de paro que al cierre de esta edición se estaba mostrando con gran contundencia en varias ciudades de Brasil.
Si bien en un primer momento se había pensado en realizar un paro general para este viernes 30, luego se cambió la modalidad (porque no se adhirieron los trabajadores del transporte) pero se mantuvo el plan de lucha, y el mensaje del pueblo contra Temer fue, una vez más, claro y contundente: Fuera Temer y elecciones directas ya.
“La Central Única de Trabajadores y las demás centrales sindicales decidieron mantener la política unitaria de enfrentamiento a las reformas del gobierno Temer”, indica el texto difundido por las nueve centrales sindicales que lanzaron el plan de lucha en San Pablo.
El 28 de abril se produjo una histórica huelga general a la que el gobierno golpista respondió con una brutal represión.
Récord de impopularidad
Acorralado por la Justicia, repudiado por el pueblo, abandonado por buena parte de los poderes fácticos, las encuestas también reflejan la impopularidad de Temer.
El 76 por ciento de los ciudadanos consultados por la empresa Datafolha expresó su deseo de que se vaya. Un abrumador 83 por ciento pide lo mismo que grita el pueblo en las calles: elecciones directas, es decir que la gente vaya a votar, no que se decida quién será presidente a través de esa rosca parlamentaria denominada “elecciones indirectas”. Por otra parte, es lo que pide el Partido de los Trabajadores (PT), que según los sondeos va ganando en intención de votos y sumó un apoyo del 18 por ciento.
Según el mismo sondeo, Temer contaría con un apoyo de apenas el 7 por ciento, y un rechazo del 69 por ciento, todo un récord. Las Fuerzas Armadas, según la misma encuesta, cuentan con el 43 por ciento de confianza de la opinión pública.
En cuanto a los partidos políticos, la encuesta de Datafolha señala que el PT triplica el nivel de aprobación de la agrupación a la que pertenece Temer, el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), y también la del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), cuyo máximo referente es el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso.
Estos dos partidos fueron piezas fundamentales del esquema golpista que destituyó a Dilma Rousseff y que mantiene en el gobierno a Temer. Es esa alianza, justamente, la que ahora se resquebraja y hace tambalear a Temer. Sus socios abandonan el barco y lo van dejando cada vez más solo.
Los sondeos de opinión coinciden, además, en que si hay elecciones directas, gana Lula, que lidera las encuestas con un 30 por ciento de intención de voto, muy lejos de todos sus rivales. Por eso los poderes fácticos quieren sacárselo de encima metiéndolo preso. Los grandes medios y parte del Poder Judicial, de un lado, las mayorías populares, en la calle, del otro.