Esta edición de el eslabón se termina de escribir y diagramar justo en un nuevo aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner y a muy pocos días de una elección en la que se avaló un modelo muy diferente al que impulsara el ex presidente. Ahora la agenda que baja de la máxima autoridad nacional es reducción del gasto público, reforma para la precarización laboral, endeudamiento externo, abandono y desmantelamiento de las políticas sociales, todas líneas de acción que tienen como víctima a quienes vivimos de nuestro trabajo.

El escenario que se perfila, entonces, es el de recrudecimiento de los padecimientos de los trabajadores y los sectores populares y de multiplicación y agudización de los conflictos. Son tiempos de resistencia y una clave para ejercer esa defensa propia es la capacidad de quienes somos atacados de dejar de lado diferencias secundarias y abroquelarnos para ganar fortaleza para la batalla.

A poco de asumir la Presidencia, Néstor planteó algo de esto cuando lanzó lo de la transversalidad. Era un llamado a juntar un espacio político, sindical y social que trascienda al peronismo para poder avanzar con políticas de transformación estructural de la Argentina recientemente estallada.

Ahora, aquella idea de transversalidad, de unidad más allá de la diversidad de matices, reaparece como un imperativo del campo nacional y popular, el progresismo y la izquierda, no ya para avanzar si no para aguantar lo más a pie firme posible el embate macrista que se quiere imponer a sangre y urnas duranbarbarizadas.

El fin de la etapa electoral puede ayudar a que la unidad se construya. Y ese compartir el camino de la resistencia y la lucha que se va a profundizar, puede aportar a que la unidad se exprese también en una construcción política lo suficientemente amplia y sólida como para que la patada al hígado duela un poco menos.

Los que recordamos a Néstor como un gran dirigente, estaríamos rindiéndole un homenaje más que merecido si abonamos ese sendero de confluencias. Nosotros intentaremos aportar desde acá nuestros granos de tinta, nuestros gramos de papel. Porque somos de los que nunca dejamos nuestras convicciones en la puerta del periodismo.

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