En la segunda semana del juicio a la banda de La Granada, en la que se juzga por asociación ilícita y cinco homicidios a 25 personas entre civiles y policías, se reprodujeron varias horas de escuchas. Policías se ponen a las órdenes de la organización; recriminaciones de pereza en medio de días difíciles.
“Lo que necesités avísame, olvidate, lo que necesités, que te libere algo, lo que tenga que hacer”, ofrece, generoso, el interlocutor de Ramón Ezequiel Machuca, alias “Monchi Cantero”. Son las 9.31 de la mañana del 26 de mayo de 2013. Algo inesperado ocurrió unas horas antes a metros del ingreso a un boliche de Villa Gobernador Gálvez, algo que la familia Cantero, líder de la banda conocida como Los Monos, no tenía en sus planes. Cinco tiros habían clausurado la existencia de Claudio Cantero, el Pájaro, el mayor de varios hermanos.
Monchi no es un Cantero de sangre, pero tras dejar a su familia y vagar un tiempo por la calle, Celestina Contrera y Ariel Cantero, el matrimonio de La Granada, lo adoptó como un hijo más.
El interlocutor de Machuca aquella mañana le acerca las condolencias por la muerte del Pájaro y le deja un consejo: “Tranquilo loco, dejá que pase el luto ahora y después bueno, vos sabés loco, yo no te voy a andar diciendo, esperalo, hay cosas que se comen frías y son mejores”.
Juan Marcelo Maciel, el Chavo, había ingresado poco antes de esa conversación a la flamante Secretaría de Delitos Complejos de la Policía de Santa Fe, creada para combatir el creciente fenómeno narco cuya violencia inquietaba a las autoridades.
Empleados de la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side) grababan la charla que el policía Maciel mantenía con Machuca tras el crimen que conmovió a la familia de la zona sur.
Un juez de instrucción había ordenado la interceptación de algunos teléfonos móviles en procura de determinar si los Cantero tenían algo que ver con el asesinato de septiembre de 2012 del Fantasma Martín Paz, cuñado del Pájaro. Desde una moto, un tipo le metió varios balazos mientras Paz conducía un BMW junto a su mujer y su hija.
El magistrado no pudo determinar quién mató al Fantasma, pero la causa derivó en una acusación por asociación ilícita contra Los Monos. A la que, luego, se le incorporaron tres expedientes judiciales por cinco homicidios.
Eso es lo que desde hace dos semanas comenzó a analizarse en el juicio oral contra 25 personas, 12 civiles y 13 policías, acusados de integrar una organización criminal destinada a cometer múltiples delitos. Conocida vulgarmente como Los Monos.
La charla entre el gentil Maciel y Monchi fue uno de los audios que se reprodujeron esta semana en la sala de audiencias del Centro de Justicia Penal, donde se desarrolla el debate oral.
El objetivo de los fiscales Gonzalo Fernández Bussy y Luis Schiappa Pietra era identificar las voces grabadas con las personas acusadas en el juicio.
Con esa meta se reprodujeron 280 escuchas durante unas siete horas.
La validez –o no– de esa prueba fue el centro de la discusión durante las cinco jornadas de la última semana. Los defensores de los imputados intentaron de diversas maneras quitarle valor probatorio a las escuchas, cuyo contenido aún no comenzó a analizarse de modo particular. Hasta ahora, el tribunal integrado por los jueces Ismael Mandrón, María Isabel Más Varela y Marisol Usandizaga avaló los audios como material probatorio.
Una empleada de la AFI (ex Side) declaró en la semana como testigo. Los fiscales le exhibieron los CDs que contienen las cuantiosas horas de escuchas y las firmas en las actas del organismo de inteligencia, que la mujer reconoció como propias.
La testigo, de identidad reservada por su condición de espía, aclaró que nada sabía acerca del contenido de las escuchas. Su función, explicó, era grabar las llamadas de los teléfonos solicitados por el juez, pero no transcribirlas.
Siete en el blanco
Una de las escuchas que se pasaron en esa audiencia contiene una conversación entre Leandro “Gordo” Vilches y Jorge “Ema” Chamorro, ambos imputados en el juicio.
Fue interceptada el 27 de mayo, un día después del crimen del Pájaro Cantero y a unos minutos del crimen de Diego Tarta Demarre, dueño del boliche donde el 26 fue baleado el líder de Los Monos.
De acuerdo a la Fiscalía, la escucha permite advertir cómo integrantes de la banda siguieron ese día a Demarre hasta Tribunales y luego lo persiguieron hasta su domicilio, en bulevar Seguí y Laprida, donde fue asesinado de cuatro disparos mientras conducía junto a su mujer una Peugeot Partner.
En la conversación grabada a las 12.43 del 27 de mayo, el Gordo Vilches le pregunta: “Che, ¿qué pasó con… con Tarta?”.
Ema responde: “No me hagás acordar de ese gil, corte que lo perdí, lo seguí corriendo y le iba diciendo y el Chino lo perdió, lo esperó en la casa, lo enganchó en la casa, y dice que le dio”.
A las 13.09 vuelven a hablar y Chamorro le confirma a Vilches que el objetivo estaba cumplido.
“Siete detonaciones (…) siete en el blanco. Dos en chope, dos en zapán, dos en el brazo, uno en la pierna”, señala sobre el ataque a balazos a Demarre. La autopsia, más precisa, halló seis orificios de bala.
Por ese crimen, los fiscales imputaron como autor a Ariel Máximo Cantero, Guille; como partícipe primario a Andrés Gitano Fernández y como secundarios a Vilches y Chamorro, los parlanchines escuchados.
Gordo dormilón
Otra de las escuchas reproducidas en las audiencias de esta semana revela un diálogo en el que uno de sus integrantes de Los Monos le recrimina a otro que “está recontra mil cómodo” durmiendo en el domicilio de su hermana mientras él y otros andan “matando gente por todos lados”.
La conversación registrada a la 0 hora del 31 de mayo de 2013, entre Leandro “Gordo” Vilches, imputado en el juicio, y una persona identificada como “Narigón”, fue reproducida entre otros 280 diálogos pasados el último jueves en el juicio.
“Rescatate Gordo, estás recontra mil cómodo, nosotros andamos matando gente por todos lados, rescatate hermano, te estamos llamando por una urgencia, no podemos contar con vos boludo”, le recrimina “Narigón” al “Gordo”, que para los acusadores es Vilches.
Los fiscales hicieron reproducir las escuchas con el objeto de establecer en el juicio contra 25 personas –12 civiles y 13 policías– la identidad de aquellos cuyos teléfonos celulares estaban interceptados por orden judicial.
La conversación aludida está fechada el 31 de mayo de 2013, unos días después de los Démarreasesinatos de Diego Demarre y del triple crimen de Eduardo Marcelo Alomar, Nahuel César y su madre Norma César.
Los dos primeros fueron asesinados de múltiples disparos la tarde del 28 de mayo de 2013 en avenida Francia y Acevedo, cuando Alomar detuvo la camioneta Nissan Frointer que conducía en el semáforo de ese cruce de calles.
Según la investigación, cuatro personas en dos motos rociaron de balas la camioneta de Alomar, en la que también viajaba el Colorado Hernández, pareja de Norma César y dos menores que entonces tenían 10 y 7 años.
Hernández sufrió heridas leves, los pibes zafaron de la balacera. Alomar y Nahuel César murieron casi en el acto. Norma quedó cuadripléjica y falleció el 30 de noviembre de ese mismo año en el hospital Centenario.
Los fiscales entienden que ese crimen fue en venganza por la muerte del Pájaro Cantero. Los Monos, según la acusación, buscaban a Milton César, hermano de Nahuel, por los datos que les habrían proporcionado sobre los matadores del Pájaro.
Después, creyeron, el que había participado de ese crimen era otro tira-tiros, Milton Damario, quien resultó absuelto por el beneficio de la duda en el juicio por la muerte de Claudio Cantero, que aún permanece impune.
Los dos casos –el de Demarre y el triple crimen de Francia y Acevedo– forman parte del juicio oral a Los Monos y por ellos están imputados con distintas acusaciones los jefes de la banda Ariel Guille Cantero, Ramón Machuca, el propio Vilches y otros dos miembros de la organización.
Según los fiscales Fernández Bussy y Schiappa Pietra los cuatro asesinatos estuvieron motivados en el deseo de venganza de Los Monos por el homicidio del también líder de la banda, el malogrado Pájaro.
En la escucha reproducida en la audiencia del jueves, el tal Narigón, presumiblemente Ángel Antonio Manuel Villa, miembro de la banda condenado en 2015 a través de un juicio abreviado, le recrimina a Vilches una supuesta pereza en momentos de gran actividad.
“¿Sabés a qué hora me levante hoy? A la 10 de la mañana y todavía no pare guacho (…) ni yo ni el Ema, no paré, yo no fui ni a mi casa boludo, fui a cambiarme nada más”, reseña el Narigón.
Y sigue: “Estamos renegando, recién venimos de allá de Roberto (uno de los sobrenombres de Guille Cantero), ahora vinimos acá a La Lata, no había mercadería, ahora le dije a René que cargue la mercadería, no hay humo”.
La recriminación se origina cuando el Narigón le pregunta al Gordo si estaba descansando. “Si guacho, me quede dormido”, le responde, y le aclara que es en casa de su hermana donde el cansancio lo agobió.
Luego la conversación deriva en una charla sobre la mercadería faltante, que los fiscales interpretan como transacciones con estupefacientes. “¿Cuánto humo y cuánto común? ¿Pollo también? ¿Las tres cosas?”, pregunta Vilches sobre las necesidades de abastecimiento.
“Sí, la tres cosas”, responde el Narigón, y explica que “faltan humo, falta la común que estaba armando tu cuñada”.
Para acreditar la identidad de Vilches en las llamadas interceptadas, los fiscales también reprodujeron otro audio en el que el acusado brinda el nombre completo y DNI de su madre para registrar un vehículo, así como sus propios datos personales con el fin de que le extiendan una tarjeta azul.
Mientras el juicio continúa, Fernández Bussy y Schiappa Pietra parecen ir avanzando casilleros, mientras las defensas de Los Monos acuden a una interminable cadena de planteo de incidentes que no siempre son mansamente aceptados por el tribunal.
Fuente: El Eslabón.