El neoliberalismo arrasa en buena parte de la región. Es una alianza corporativa, mediática, judicial y política que impone sus intereses y despoja a las grandes mayorías. Esto también ocurre en Brasil, pero allí, a la vez, asoma con cada vez más fuerza una posibilidad de cambio a corto plazo: el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva, que se postula como candidato en las elecciones presidenciales de octubre de 2018 y lidera todas las encuestas.
La presión de los medios hegemónicos y la corporación judicial contra Lula es enorme y crece cada día. Pero el pueblo en la calle dice otra cosa, y la figura del líder se agiganta en medio del ajuste brutal impuesto por el gobierno golpista de Michel Temer, que registra grados de aceptación tan bajos, y de rechazo tan altos, que resulta difícil encontrar antecedentes históricos.
Según los sondeos de opinión más recientes, el gobierno de Temer cuenta con un apoyo de apenas el 5 por ciento. El 71 por ciento de los encuestados, en cambio, tiene una imagen “pésima” de su gestión. En julio de 2016 contaba con un 14 por ciento de aprobación. Su imagen viene en caída libre. Lula, en cambio, crece.
El líder del PT, que inició una nueva caravana proselitista, prometió reconstruir Brasil, desandar el camino neoliberal del gobierno de Temer “que le vendió el alma al diablo” y llamar a una consulta popular sobre cómo anular las medidas tomadas por la actual administración golpista.
Según informó el diario ecuatoriano Andes, Lula aseguró que si vuelve a ganar “muchas cosas van a cambiar en Brasil”. Lo hizo en el marco de la caravana, este martes, en Campos dos Goytacazes, en el Estado de Río de Janeiro.
En primer lugar, aseguró el ex presidente, la idea es “convocar un referendo revocatorio para invalidar todos los desmanes del gobierno golpista de Michel Temer”.
“Vamos a deshacer la poca vergüenza de desmantelar y privatizar la Petrobras”, señaló el líder ante una multitud.
Lula no se olvidó de un tema clave en Brasil y en toda la región: los medios de comunicación y su papel fundamental en la embestida corporativa contra la democracia. “Vamos a encarar la democratización de los medios de comunicación y a invertir más en educación”, señaló el candidato a la hora de enumerar medidas con relación a la batalla cultural en marcha.
El fundador del Partido de los Trabajadores (PT) señaló que Brasil “vive la mayor crisis de su historia bajo el gobierno de un presidente golpista que solo es aceptado por el mercado porque ha puesto en venta a Brasil”.
“No sé qué pasará en el futuro, pero si quiero volver (a ocupar la Presidencia) es solo para probar que esta élite que hoy gobierna no tiene competencia, y para asegurar que las personas más humildes tengan iguales oportunidades que los demás, agregó Lula.
El líder le pidió calma a la multitud: “Ya falta poco para las elecciones, la esperanza va a vencer a la mentira y a la desesperación”, señaló.
“No me importa que el mercado haga terrorismo. Primero, porque no voy a pedirle votos al mercado, aunque el mercado me va a necesitar más a mí que yo al mercado”, dijo Lula en Vitoria, capital del estado de Espírito Santo.
Y con referencia a las últimas encuestas, que le dan una amplia ventaja frente a los otros candidatos, el líder recurrió a una frase del ex entrenador de la selección de Brasil, Mario Lobo Zagallo: “Ahora me van a tener que tragar”.
“No tengo el apoyo de la cadena Globo, de los banqueros ni de los empresarios. Pero tengo una cosa sagrada que es el apoyo del pueblo brasileño”, agregó el ex presidente, que también se refirió al discurso anti-político y a los dirigentes que se autodenominan “gestores”, ese término del mundo de las corporaciones que desde hace algunos años penetró el de la política.
“Yo no tengo vergüenza de mi partido, ni de hacer política. El país no necesita de alguien que lo trate como si fuera un taller mecánico, sino de un político que conozca las necesidades del pueblo”, señaló Lula.
Según informó el diario ecuatoriano Andes, la tercera etapa de la caravana Lula por Brasil, un proyecto impulsado por el PT y la Fundación Perseu Abramo, comenzó el lunes 4 en la ciudad de Victoria, en Espíritu Santo, y terminará el viernes 8 en la ciudad de Río de Janeiro.
Según fuentes del PT, la caravana fue concebida para constatar sobre el terreno el desmantelamiento de los programas sociales y las políticas públicas que viene realizando el gobierno de Temer.
La etapa inicial de la también llamada Caravana de la Esperanza se completó entre agosto y septiembre, cuando recorrió los nueve estados del Nordeste del país y visitó 58 ciudades.
Con posterioridad, del 23 al 30 de octubre, recorrió unos mil 500 kilómetros por siete regiones y 21 ciudades del estado de Minas Gerais.
SUBTÍTULOS: EL LÍDER DEL PT ARRASA EN LAS ENCUESTAS
El último sondeo de la empresa Datafolha, dado a conocer esta semana, mostró al líder del PT con el 34 por ciento de los votos como candidato a presidente en las elecciones de 2018, seguido por el militar retirado y propagandista de la represión y el genocidio Jair Bolsonaro, con el 17 por ciento, la dirigente ambientalista Marina Silva, con el 9 por ciento, y el gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, con el 6 por ciento.
_Lula obtiene poco menos que la suma de todos los otros candidatos, situación que lo deja a un paso de lograr el 50 por ciento de los sufragios válidos, cifra necesaria para ser electo en la primera vuelta.
Asimismo, registra un notable aumento en la intención de voto con relación a mediciones anteriores. Por ejemplo, en julio de 2016 Lula contaba con el 21 por ciento de votos potenciales para una primera vuelta y no vencía en un ballotage.
La única esperanza de frenar a frenar a Lula está puesta en el poder corporativo-mediático-judicial, a través de las causas contra el líder. Todo indica que la embestida en este sentido se va a intensificar.
El as en la manga lo tiene el Tribunal Federal número 4, de Porto Alegre, que seguramente va a anticipar su fallo de segunda instancia sobre la condena contra Lula, por corrupción, proferida por el juez Sergio Moro en la causa Lava Jato, a pesar de la falta de pruebas contundentes sobre los delitos imputados.
En caso de que el tribunal de Porto Alegre confirme antes de septiembre de 2018 su condena de primera instancia por corrupción a 9 años y 6 meses de prisión dictada por Moro, la candidatura de Lula estará inhabilitada en virtud de la ley de la Ficha Limpia.
Las grandes corporaciones y los diarios O Globo y Folha de Sao Paulo viene presionando con alevosía para que esto suceda.
Pero frente a estos esfuerzos de los poderes fácticos por mellar la imagen de Lula, el pueblo de Brasil sigue su camino.
En su nota publicada el 4 de diciembre en Página 12, titulada “Liderazgos nacionales y autoestima del pueblo”, Emir Sader analiza distintos aspectos de la batalla cultural en la región.
En este sentido, el sociólogo y politólogo brasileño describe, por un lado, la acción de los medios corporativos, y por otro, el apoyo que despiertan los líderes populares que surgieron en la región y que, tras protagonizar procesos de inclusión social, aumentaron la autoestima de los pueblos.
Acaso el posible retorno de Lula se pueda entender en el contexto que describe Sader. “La derecha no puede imponerse frente a un pueblo optimista de cara a su futuro. No puede imponerse sin imponer el pesimismo, el catastrofismo, el desánimo, la sensación de que nuestros países no tienen arreglo, de que no somos capaces de formular soluciones a nuestros problemas”, señala el autor.
“Pero para imponer esas sensaciones, la derecha tiene que destruir la imagen de los líderes que personifican la autoestima de nuestros pueblos. Cuando llegan al gobierno tienen que promover el olvido de todo lo que ha pasado en los gobiernos anteriores o descalificar los avances logrados”, agrega Sader, que en el caso del posible retorno de Lula explica la imperiosa necesidad que tiene la derecha de destruir su imagen para evitarlo.
“Es indispensable destruir la imagen de Lula, con la cual la gran mayoría de los brasileños se identifica e identifican el mejor momento de la historia del país y de sus vidas, para concluir la idea de que Brasil no tendría arreglo, que los problemas actuales del país no son resultado de la desastrosa política económica del gobierno de Temer, sino de los gastos supuestamente excesivos de los gobiernos del PT. Lula tendría que aparecer como alguien que se habría valido del cargo de presidente para obtener ventajas para él y para sus parientes. Al no lograr hacerlo, la imagen de Lula queda plasmada en la cabeza de la gran mayoría de brasileños de forma extraordinariamente positiva”, señala Sader en la nota publicada en Página 12.