Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), advirtió nada menos que en Davos, donde estará esta semana Mauricio Macri, que “hay un aumento preocupante de la deuda en muchos países”.

Los magnates más despiadados, gobernantes de países a los que nada le importa la pobreza de la periferia, y mandatarios de países ricos que son pobres gracias a las acciones de todos ellos se reunirán entre este miércoles y el viernes para participar del World Economic Forum en Davos, Suiza, bajo una consigna conmovedora: «Creando un futuro compartido en un mundo fracturado».

Así, la élite política y financiera mundial se siente parte de quienes ensayan soluciones para problemas de los que son exclusivos responsables. 

En ese marco es que Lagarde, en una conferencia de prensa en la víspera del inicio del referido Foro Económico Mundial, presentó la actualización del FMI respecto de las perspectivas económicas.

La Argentina algo sabe de las “actualizaciones” del organismo. Basta recordar que en el informe “Conclusiones de 2017”, que se confeccionó tras la consulta del Artículo IV que aconteció el año pasado en el país, el FMI recomendó acelerar los ajustes, principalmente en materia laboral, previsional y tributaria: “La reducción del gasto público es esencial, especialmente en las áreas donde aumentó muy rápidamente en los últimos años, en particular los salarios, las pensiones y las transferencias sociales”.

Pero yendo a los dichos de Lagarde, la francesa eligió el formato buenas y malas noticias, y prefirió comenzar con la primera: «El crecimiento global se aceleró desde 2016 y todas las señales apuntan a un continuo avance este año y el próximo».

Pero acto seguido, las buenas cifras dejaron paso a un mea culpa que se escucha poco en la Argentina de Macri: «Sería un error que nos sintiéramos satisfechos o complacientes; mucha gente quedó afuera de la recuperación y una quinta parte de los emergentes vieron caer su renta per cápita en 2017».

Lagarde destacó que existe incertidumbre para este año, ya que el largo período de tasas de interés bajas «llevó a niveles de vulnerabilidad acumulada en el sector financiero». Y agregó: «Hay un aumento preocupante de la deuda de muchos países y debemos estar atentos».

La jefa del FMI es una de las siete mujeres designadas este año para ejercer la copresidencia del Foro, y señaló que «deben hacerse reformas estructurales, tomar medidas para un crecimiento a largo plazo, rebajar la deuda en los ámbitos en que esté muy alta y reinvertir en la economía a través de infraestructura y un gasto social efectivo». Macri no pudo escucharla. Está en Rusia, pero llegará en las próximas horas.

Pero tal vez el segmento más cínico del discurso fue cuando Lagarde reiteró que el crecimiento debe ser «más inclusivo» y que es necesario entrenar a los trabajadores desplazados o que van a ser desplazados por la tecnología, además de pedir por «nuevas oportunidades para los jóvenes y las mujeres». O sea, primero despiden a centenares de miles de trabajadores, después los entrenan, todo en un mundo que excluye pero que se propone incluir, no se sabe cómo n cuándo.

Por otra parte, la mandamás del FMI exhortó a los líderes mundiales a participar de una «cooperación internacional robusta si vamos a abordar un problema compartido, y esto incluye luchar contra la corrupción, mejorar el sistema de intercambio internacional, atacar la evasión fiscal y abordar el problema del cambio climático». Sólo por una cuestión de protocolo, y porque ya nada los ofende, ni siquiera una descripción tan acabada de sus prácticas,los multimillonarios asistentes no cancelaron sus estadías en la ciudad suiza.

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