Pese al mega-DNU, las bravuconadas y las puestas en escena, desde diciembre el régimen que conduce Mauricio Macri sufre una fuerte declinación de índole política pero también de gestión.
La peor noticia para los CEOs que integran el Gabinete es que la mayoría del movimiento obrero decidió dar lucha, y el peronismo está dando claras señales de trabajar fuerte por la unidad.
El segundo trimestre será clave para saber si Cambiemos soporta la presión social, porque vastos sectores medios, que son la base electoral de esa alianza, soportarán una inédita licuación de ingresos, luego de haber salido de vacaciones, afrontar los permanentes tarifazos y hecho frente a la adquisición de la canasta escolar; y ya sin el colchón con el que muchos capearon el temporal macrista durante los primeros dos años de saqueo por parte del gobierno nacional.
Abril será un mes crucial, y es por ello que la combinación de negociaciones paritarias, dificultoso comienzo de las clases en distritos relevantes como Caba y provincia de Buenos Aires, sumados al comienzo en marzo del período ordinario de sesiones en el Congreso –escenario donde se dirimirán las diferencias con la oposición, pese a la intención de gobernar vía DNU–, resulta demasiado complejo como para resolverlo sólo con billetera y aprietes. Y Macri lo sabe.
El gobierno de gerentes generales tiene un plan, pero parece insuficiente. Con los carpetazos que blandió durante más de dos años contra dirigentes políticos y gremiales, sueña con generar una fractura en la CGT que le permita surfear con éxito el oleaje que ya viene generando la mayoría de los gremios.
La ya indisimulable declinación de Héctor Daer en términos de representatividad sindical se puso de manifiesto cuando salió a cruzar a Hugo Moyano, oponiéndose a la movilización del 21 de febrero con una tenacidad que nunca exhibió frente a las políticas de ajuste del macrismo.
Que la UOM, la UTA, la Uocra y otros gordos acompañen esa postura carnera y divisionista no oculta en absoluto que, tanto por abajo como en las propias conducciones de las regionales cegetistas en todo el país, el reclamo de un plan de lucha se extiende y profundiza.
Ese espíritu, que surge del nivel ya criminal que configura la ola de despidos, suspensiones, maniobras de ofrecimiento de retiros voluntarios y hasta cierres de fábricas y empresas, es el que motoriza la movida del 21F.
La marcha que temen Macri & Cía
El miércoles se produjo un encuentro en la sede porteña del Sindicato de Camioneros que conducen Hugo y Pablo Moyano. Del mismo participaron la Corriente Federal Sindical (CFS); la mayoría del Consejo Directivo de la CGT, la CTA de los Trabajadores, la CTA Autónoma, sectores de la izquierda clasista y organizaciones vinculadas a la Iglesia Católica.
Se trató de una reunión organizativa, pero también de una demostración de fuerza con dos destinatarios: el gobierno y los gordos cegetistas.
En ese encuentro, además de los ya mencionados, anunciaron su presencia en la marcha diferentes movimientos sociales y representantes de la pequeña y mediana empresa.
Finalmente se resolvió convocar a la gran movilización para el próximo 21 de febrero a las 15 en la Avenida 9 de Julio de la Capital Federal, y el cambio de fecha se realizó a pedido de los familiares de las víctimas de la Tragedia de Once.
Vale repasar los principales reclamos:
- El fin de los despidos en el sector público y privado.
- La solidaridad con todos los trabajadores en conflicto y la inmediata reincorporación de los trabajadores afectados.
- El “cambio de rumbo de las políticas del gobierno de Macri.
- El rechazo a las reformas previsional y laboral.
- La derogación del mega-DNU.
- La plena vigencia del Estado de Derecho.
- Contra los tarifazos.
- En resistencia al ajuste brutal hacia los sectores populares.
El carácter, contenido y lenguaje con que se explicitan las demandas hablan de un evidente cambio en algunos de los actores del movimiento obrero, que en su momento prefirieron la prudencia discursiva y de acción. Hoy todo parece estar puesto en el asador, y la experiencia histórica es que cuando esos procesos se ponen en marcha ya no hay retroceso posible.
Ese miércoles delegaciones de sindicatos locales también participaron del encuentro en la sede de Camioneros. Las distintas corrientes de la CGT y la CTA rosarina y santafesina llamaron a movilizar, y luego del cónclave el titular de la Federación de Trabajadores Municipales (Festram), Claudio Leoni, confirmó la participación de su gremio en la marcha, y destacó “el papel protagónico” del Movimiento Obrero Santafesino (MOS) “como referencia de la unidad de todos los trabajadores y trabajadoras en defensa de sus derechos y dignidad”.
Tras el encuentro, los distintos espacios sindicales salieron a “trabajar” la convocatoria, y la CTA de los Trabajadores lanzó su propio comunicado, en el que se se pronunció “contra los despidos en el sector público y en el privado, y por la reincorporación de los cesanteados en Río Turbio, INTI, Hospital Posadas, Fanazul”, entre otros.
También se expresó “contra el recorte a los planes sociales”, y por “el repudio y condena a todas las formas de persecución y amedrentamiento de las organizaciones sindicales y sociales”.
Moyano siempre estuvo cerca
Pero nada de los aspectos discursivos y organizativos del 21F puso tan nervioso al macrismo como las declaraciones de Hugo Moyano esta semana que concluye. El camionero, además de calificar con extrema dureza a Macri, pronunció la frase que hace apenas unos meses nadie en Cambiemos soñaba como posible: “Si Cristina (Kirchner) me dice «¿Negro, por qué no te venís a tomar un café?, y bueno, si no lo tengo que pagar yo, voy…»”.
Desde que el líder camionero tomó distancia del gobierno de la ex Presidenta, jamás volvió a insinuar siquiera una aproximación para limar asperezas. Más que hacia el seno del kirchnerismo, fue un claro mensaje dirigido a las entrañas del macrismo, donde un escenario de reconciliación genera más temores que el anuncio de un paro general.
Pero Moyano, en una entrevista concedida a C5N, volvió a exhibir el profundo alejamiento que hay con Macri, y le advirtió a su administración que no lleve adelante provocaciones en la marcha del 21F: “El Ejecutivo procura crear un mal clima para que la gente no participe. Solo espero que no se mande una macana, porque evidenciaría que no está en condiciones de conducir el país. Los trabajadores estaremos muy atentos. Si ocurre algo va a ser responsable el gobierno”.
El camionero hasta le llegó a pegar unos sopapos verbales al asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba, quien en había expresado que “la gente” pide que se reprima brutalmente a los delincuentes, y señaló que había hecho encuestas “y la inmensa mayoría quiere la pena de muerte”.
El líder gremial sentenció: “A veces le falta el respeto a los argentinos. Decir que acá todos piden la pena de muerte… Yo creo que la vida te la da Dios y te la quita Dios. No se puede alentar que se mate a la gente. Desde el punto de vista humano, creo que le falta el respeto a los argentinos”.
En estas páginas ya se abordó la miserable persecución judicial contra Moyano, pero en ese reportaje el Negro fue contundente: “Que investiguen lo que quieran; no tengo nada que ocultar, no tengo miedo. Me molesta que se hablen tantas estupideces. No tengo miedo de ir preso, estuve tres veces en cana, dos veces con los militares”.
Moyano recordó: “Cuando mi hijo Pablo participó en una marcha contra el gobierno, al otro día fueron por Independiente. Luego de unas declaraciones mías, aterrizaron en el gremio. Fui a un canal de televisión hace unos días y, de repente, salieron con todo. Ignoro lo que harán después de hoy. Atacan de manera vengativa pero no me atemoriza en absoluto”.
Y para rematar, el referente gremial acometió contra los resultados de la gestión macrista: “Hay cada vez más desocupación y pérdida de empleo, además de tarifazos constantes en todo sentido. Y por eso la marcha del 21. Esta realidad no va más. Pero no somos irresponsables. Ello no significa que se alteren o incumplan los mandatos históricos”.
Para cerrar el tema interno en la central obrera, disparó: “Si el gobierno lo alienta puede haber una fractura interna, cuando pasa eso es porque el gobierno se recuesta sobre un sector y el otro sector no se siente representado y se abre. Habría que hacer un esfuerzo para tratar de mantener lo que se tiene”.
Encontrando la unidad perdida
Acaso tan preocupante como la embestida sindical, el otro fantasma que sobrevuela el cielo de Cambiemos y genera zozobras en sus filas es el fuerte gesto de unidad desplegado por dirigentes de las principales líneas internas del peronismo, quienes llevaron adelante –precisamente– el Encuentro por la Unidad en la sede de la Universidad Metropolitana (Umet), en cuyo escenario se pudo ver al anfitrión, titular del PJ porteño, Víctor Santa María, acompañado por los legisladores de Unidad Ciudadana Agustín Rossi y Daniel Filmus; los randazzistas Alberto Fernández, Florencia Casamiquela y Fernando Chino Navarro y los diputados del Frente Renovador, Daniel Arroyo y Felipe Solá.
No fueron los únicos, porque también asistió el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, e incluso Sergio Uñac, de San Juan, envió su adhesión.
También estuvieron presentes la senadora nacional Cristina Alvarez Rodríguez y su ex colega Juan Manuel Abal Medina; el presidente del PJ nacional, José Luis Gioja; el titular del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez, e intendentes como Verónica Magario (La Matanza), Fernando Gray (Esteban Echeverría), Gabriel Katopodis (de San Martín), y Juan Pablo de Jesús (Partido de la Costa).
La asistencia de sindicalistas como Juan Carlos Schmid, Hugo Yasky y Vanesa Siley, habla a las claras de que la unidad contempla con más claridad que nunca que no hay proyecto nacional y popular posible dejando afuera al movimiento obrero organizado
La convocatoria es de algún modo el resultado de reuniones que se vienen llevando adelante desde fines del año pasado, a partir de un equipo de trabajo que se propuso unificar a los distintos sectores del peronismo.
En el encuentro se abordaron tópicos más que interesantes, en diferentes paneles. “Los desafíos de la política”, “Justicia y ciudadanía”, “La defensa del trabajo y la distribución de la riqueza”, “La nueva agenda social”, “La participación de los jóvenes”, “La construcción de una Argentina federal”, “El futuro económico y los desafíos del desarrollo” y “El peronismo en el siglo XXI”.
Hasta ahora, todos los intentos de unificación pasaban inexorablemente por el tamiz electoral. El mero repaso de los títulos de cada tema remite a cuestiones del orden de lo programático, una de las asignaturas pendientes entre las líneas internas del peronismo.
Y si la posibilidad de un reencuentro entre Moyano y CFK produce urticarias entre los popes macristas, la concreción de la reunión entre Alberto Fernández y la ex Presidenta fue uno de los hechos políticos menos esperados y más potentes de la semana que termina. Para tener una idea del esfuerzo mutuo de dicho acercamiento, vale recordar que no se hablaban desde hacía diez años, cuando Fernández renunció a la Jefatura de gabinete de Cristina.
En el encuentro en la Umet, Alberto se opuso a considerar «la idea de que no puede haber 2019 para el peronismo», y disparó: «Ésta es sólo una mesa en la que nos reunimos seis amigos, pero se necesita más».
Solá y Arroyo se encargaron de aclarar que no representaban al Frente Renovador, sino que asistieron a título personal, pero las palabras del segundo fueron elocuentes: «Vengo en representación mía. Nosotros hemos conversado en nuestra reunión de bloque y quedó claro que íbamos a venir. Vengo porque creo que hay que estar».
Filmus indicó: «Tenemos un gobierno que invita a que nos unamos». Luego agregó que la gestión Macri «tiene características que favorecen a minorías».
A su turno, Solá instó a “cambiar la melancolía y la nostalgia por lo que viene en 2018. Éste es el año de la protesta, que nos lleva a la dinámica de la movilización».
El dirigente del Movimiento Evita, el «Chino» Navarro, opinó que «hay que sacar la política a la calle», porque «esto se revierte con militancia».
Rossi, el más aplaudido de los presentes, evocó a Néstor Kirchner y compartió una frase del ex presidente: «Hace tiempo que los nombres son mucho más problemáticos que la política».
El jefe del bloque de diputados de Unidad Ciudadana afirmó que «es posible pensar en una gran Paso nacional de la oposición», y consideró que «la dispersión sólo favorece al presidente Mauricio Macri».
Rossi ponderó el encuentro del peronismo y calificó a la reunión como «un aporte importante» para desterrar la concepción de que «el proceso de unidad de la oposición es una cosa de la que hablaban los dirigentes sólo para la foto», y señaló que «pueda haber un espacio de diálogo de toda la oposición» en el que «nadie tiene que diluir su procedencia, sino al contrario, los matices de cada uno tienen que potenciar el espacio».
El jefe de los diputados kirchneristas aseguró: «Es posible pensar en una gran PASO nacional donde las distintas fuerzas opositoras compitan para después confluir en un candidato único para las elecciones nacionales del 2019».
El legislador agregó que «la principal figura de nuestro espacio es Cristina Kirchner y la mayoría pensamos que ella debe ser la candidata».
Rodríguez Saá, en el cierre, mantuvo a rajatabla su consigna: “Sí, hay 2019”. El gobernador de San Luis arengó: “Cada compañero ha depositado su sueño en nuestro espacio. ¡Cómo le vamos a decir que no hay 2019, carajo!”.
El mandatario puntano se lamentó: “Nos dividieron”. Pero acto seguido sostuvo, respecto de Macri: “Empezó el gobierno bailando a lo tontín, intentando humillarnos en el balcón que para nosotros es tan sagrado y tan hermoso. Ellos nos están diciendo: necesitamos un peronismo sin 2019. ¿Cómo el peronismo va a renunciar a su vocación de poder? Nosotros tenemos una obligación de alcanzar el poder para cumplir los sueños de la gente”.
Como cierre, remarcó que 2019 no debe ser observado a través de “un espejo retrovisor” sino que hay que proponerle al pueblo argentino, para que se cumplan esos sueños, “un amanecer”.
Aunque el dispositivo mediático hegemónico hable de “tribus” peronistas, aunque la dirigencia de Cambiemos simule indiferencia, los dos fuerte movimientos tectónicos que se vienen produciendo en los últimos días –el sindical y el político– estremecieron los ya debilitados cimientos de un régimen que no para de huir hacia adelante.
Fuente: El Eslabón