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Yo no sé, no. Pedro el otro día se acordaba cuando jugábamos en la calle a la pelota, y en la vereda a la bolita. Y lo que interrumpía el juego en los laterales era la zanja, porque marcaba la línea de los laterales en los partiditos. Y era todo un problema porque siempre estaba llena de agua, medio sucia y se ensuciaba la pelota y el partido ya era distinto.
Hasta que apareció un petiso con la rara habilidad de llegar siempre antes que se vaya la pelota. Y con la bolita hacía lo mismo. No tardamos en ponerle El Petiso de las patas largas.
En la canchita también se las rebuscaba, en la de 7 y en la de 11, jugaba abajo y como wing.
En los partidos amistosos no había problema cuándo salía la pelota y cuándo no. Pero cuando era medio chivo, ahí empezaba lo problemático.
Un día llevamos al petiso a un partido que se jugaba en otro barrio y era medio chivo porque la cancha no estaba marcada e iban a cobrar cualquier cosa, y a eso lo iban a imponer ellos que eran locales. Así que lo llevamos al Petiso y fue un fenómeno: rescató todas las pelotas, abajo y arriba, y hasta esquivó estirando la pata los charcos porque había llovido el día anterior. Tiraba centros. A esto último lo tuvo que aprender porque no era muy habilidoso.
Años después, a Pedro le pareció verlo en los pibes que encontró la militancia, en los más chicos. Algunos eran petisos o de bajas estaturas porque eran jovencitos simplemente, pero tenían las piernas rápidas y la cabeza, los pensamientos para asimilar para que la pelota de los que pensábamos siempre esté ahí adentro, para nuestro equipo, que soñaba con cambiar el mundo, en sacar definitivamente a esos de uñas largas, que con sus políticas de metermos la uña en el maso de los naipes en lo macroeconómico nos dejaban a todos afuera. Y esos petisos, esos bajitos de patas largas, nos hacían soñar que un futuro mejor era posible.
Hasta hace poco, dice Pedro, parecía que volvía eso con la incorporación de tantos pibes a la política, parecía verlo al Petiso de patas largas llegar a todas las pelotas, o lo veía en cada uno que llevaba una bandera con los que estaban de nuestro lado.
Ahora capaz que están, dice Pedro. Lo que pasa es que los de uñas largas hoy están en el gobierno, en el poder económico, judicial y la patriada va a ser brava. Qué sé yo, en una de esas aparecen los petisos para nuestro lado, reaparecen en el espíritu esos bajitos y capaz nos encontramos en la calle. Y en los partidos, para que haya un mañana, por más que las canchas no esté bien marcadas y haya algunos problemas cuando la pelota esté afuera o adentro, tengamos jugadores como esos, con la cabeza rápida, el corazón latiendo y las piernas largas y rápidas para rescatar todas las pelotas.