Yo no sé, no. Pedro se acuerda que apenas llegó al barrio le preguntaron de qué escuela venía. Y él venía de una que estaba al lado de una iglesia ahí por la calle Santiago, y ahora venía a parar a una que estaba al lado de una fábrica. Lo sentía como una gran transferencia, aunque no conocía la palabra transferencia. Cambiaba de barrio, de equipo. Para colmo, estaba un poco resentido porque se había quebrado hacía poco y se sentía transfer herido, por el brazo, no.
Y hablando de transferencia, se acuerda que los equipos duraban bastante sin transferencia. Por eso se podía jugar casi todo el año a las figus con los mismos equipos. Igual, tiene presente las primeras transferencias de los jugadores porteños, o de otras provincias, hacia acá. Cuando vino el Chino Mesiano, o cuando vino el Mono Obberti, o Kempes, o la transferencia que no fue porque no quiso, como la del Aldo.
También se acuerda de una anécdota, de cuando iban a hacer un intercolegial en la canchita chica de Acindar. Y como para que no haya bronca, hicieron un torneo a la bolsa. En el equipo en el que jugó Pedro, no se conocía casi nadie, y de nombre le pusieron Los Transferidos.
Después, cuando fue a la secundaria y vio la movida política de aquellos años, comprendió de qué se trataba la transferencia, democrática y popular. La transferencia de las decisiones del pueblo y las transferencias reales en los bolsillos. El salario crecía, la inversión en educación también, hasta que aparecieron los tipos que te nombran la transferencia en otro sentido , como los Martínez de Hoz y todos esos tipos que hablaban de transferencia de ingreso. Y ahí, agarrate. La transferencia la dicta el mercado, decían. El mercado que eran cuatro vivos. O cincuenta familias, las que siempre manejaron la torta grande.
Hasta hace poco, piensa Pedro, había transferencia para los sectores populares. Había posibilidades de pelearla, de que no te manoteen tan fácil lo que ganaste. De que no haya una transferencia de ingresos de los que menos tienen a los que más tienen. Y ahora, desde poco más de dos años a esta parte, cuando te hablan de transferencia es que te están metiendo la mano en el bolsillo. Los más jóvenes no piensan hacer una transferencia de barrio, sino de país.
Pedro dice que, en una de esas, si nos juntamos todos, si les hacemos sentir que no queremos esa clase de transferencia, que queremos quedarnos acá, que el partido se hace acá, que no se transfiere ningún jugador, que el campeonato termina acá y nuestros ingresos quedan acá. Si eso ocurre, le torcemos el brazo y las transferencias serán como eran antes, de un barrio a otro, solamente eso. Y el esfuerzo, y la esperanza, son intransferibles, como los mejores jugadores. Hay que hacerles ver que el futuro para nosotros es intransferible. A esto lo dice Pedro mientras mira la pizarra de la televisión, que muestra una gran transferencia de pesos a dólares que se piraron.
No me acuerdo del 8 de Atlanta, que estuve casi 7 meses con el álbum y nunca lo conseguí. Y no era difícil eh, pero seguro que el tipo era un intransferible, me dice.