El ex concejal y dirigente peronista Juanjo Vitiello criticó el proyecto de ley presentado por el diputado provincial Héctor Cavallero, que penalizaría a legisladores y concejales que cambien de bando una vez electos.

El proyecto que el diputado Héctor Cavallero acaba de presentar, que de convertirse en ley (de dudosa constitucionalidad) segregaría de los ámbitos legislativos a: “1) Los que se desafilian del partido que los llevó a la banca y se afilian a otro; 2) Los que no forman parte del bloque partidario. 3) Los que votan «en forma sistemática en disidencia con el resto de sus compañeros de bloque en deliberada contraposición con las propuestas de campaña, plataforma o principios políticos básicos de su partido o agrupación política», es un despropósito normativo, toda vez que las conductas signadas por los presupuestos éticos, los valores, las creencias y los postulados doctrinarios de los partidos y organizaciones políticas con arreglo a compromisos inter pares sólo pueden ser juzgados por éstos y no por una autoridad externa arbitral ante la denuncia de los partidos o bloques afectados por lo que él llama transfuguismo, que por otra parte calificaría según sus propios conceptos del compromiso, de la lealtad partidaria, etc.

Le llama la atención la frecuencia con que se da este fenómeno sin tener en cuenta la crisis de los partidos políticos como mediadores y representantes de clases y sectores sociales y como portadores de identidades y contenidos ideológicos.

Omite, además, dos cuestiones importantes. La primera: ¿Qué pasa cuando es el partido, la organización o el bloque de pertenencia el que abandona las banderas históricas que lo caracterizan y lo comprometen con la sociedad y sus representados específicos? (léase el Menemismo como radiante ejemplo de lo dicho).

Las “ortodoxias” y las verticalidades son enemigas de la diversidad y de la creatividad y la innovación como de la incorporación de influencias externas benéficas e interpenetración de las ideas.

No pocas veces se invocan los compromisos formales para aplastar las disidencias, aún cuando éstas sean las posiciones correctas. El voto unánime, entonces, sería sinónimo de apego al núcleo doctrinario aunque se lo viole flagrantemente y vuelvo al menemismo: ¿Quiénes eran los tránsfugas y traidores? ¿Los que abandonaron con Chacho Álvarez el bloque de aquél momento o el propio Carlos Menem y sus seguidores que escupieron sobre la memoria y la historia de lucha de todo el Peronismo? ¿Los que en clara (y punible para Cavallero) conducta indisciplinada y disidente defendieron el patrimonio nacional, carne del peronismo, o los que con su voto permitieron su infame enajenación? ¿Quién rompió el contrato con los electores? ¿Y qué pasa cuando es el Ejecutivo el que traiciona el compromiso y reclama el alineamiento disciplinado de sus legisladores?

La segunda omisión de Cavallero es sobre su propia historia, dado que recibió en el frente Honestidad,Trabajo y Eficiencia (HTyE), que conducía, a un grupo importante de “tránsfugas” entre los que me encontraba, yéndome del PJ en los inicios de Menem y en posesión de una banca a ese frente en el que fui candidato y obtuve otra banca.

Podríamos agregar todo el proceso de ruptura del socialismo de aquel momento y de su bloque de concejales (han pasado más de 20 años) en el cual quedaría en entredicho mucho de lo sostenido por Cavallero en más de un aspecto.

No hago mención de quién tenía la razón en este caso, dado que es subjetivo; sólo quiero poner de resalto que las “razones de estado”, las disciplinas partidarias, las fidelidades dogmáticas, el control de las conductas son mucho más peligrosos que las disidencias y que el acto de traición sólo puede medirse en términos éticos e ideológicos lo que quizás sea una redundancia.

Si queremos organizaciones civiles, políticas y sociales mejores va a haber que pensar en algo más. Con la política sola no alcanza. El crítico trance espiritual que vive nuestra sociedad requiere nuevos mensajes y nuevos mensajeros que han de venir y están viniendo de espacios a los que no se puede normatizar. Enhorabuena.

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