Lifschitz se quedó sin reelección ante el rechazo legislativo, rápido y furioso, a su proyecto de reforma constitucional. Asoma la figura de Bonfatti como potencial candidato del Frente Progresista, que retiene a un sector de la UCR en el acuerdo. El enojo del gobernador con los que quieren mantener “privilegios”.
La necesaria reforma constitucional santafesina y el deseo reeleccionista del gobernador Miguel Lifschitz encontraron esta semana que pasó en la Legislatura un escollo insalvable: los votos opositores. El mismo día que la Casa Rosada difundía un video del presidente Mauricio Macri en procura de llevar confianza a los mercados, que no la percibieron e hicieron crecer la cotización del dólar un 7 por ciento en una sola rueda, 25 diputados rechazaron el tratamiento sobre tablas del proyecto reformista del oficialismo provincial, que llevó al mandatario a abandonar el tono consensualista por uno pirotécnico: “Todos tienen algún temor de perder privilegios”, rezongó. Sin la chance de reelección del actual gobernador, se abre un nuevo escenario político para el próximo turno electoral. Mientras el que sería el principal elector del Frente Progresista no puede sortear el impedimento legal para candidatearse, quien el miércoles dirigió el debate desde la Presidencia de la Cámara de Diputados, Antonio Bonfatti, ve crecer su oportunidad de volver a convertirse en el principal inquilino de la Casa Gris. La variada oposición, por su parte, se llevó un triunfo coyuntural.
Previsible
El resultado de la sesión del miércoles 29 de agosto pasado en la Cámara de Diputados era previsible. Ya había sido adelantado públicamente por sus protagonistas desde el momento en que los bloques opositores –PJ en sus diferentes versiones, Cambiemos, Igualdad y Participación y el Frente Social y Popular– hicieron conocer su posición contraria a los tiempos del gobierno.
Porque, hay que recordar, todas las bancadas partidarias expusieron su coincidencia con el oficialismo en la necesidad de reformar el vetusto texto constitucional santafesino, que junto con el de la provincia de Mendoza son los únicos dos que no se adecuaron a la Carta Magna nacional sancionada en 1995.
Sin embargo, la incorporación de la reelección del gobernador entre los puntos a discutir en la reforma y la prisa oficialista por debatir el asunto antes de fin de año constituyeron las excusas perfectas para que las oposiciones cerraran filas en el “no”.
La votación dio como resultado 25 votos en contra del tratamiento sobre tablas de la reforma (es decir, sin la aprobación en comisiones) y 24 a favor. Técnicamente, el mensaje enviado por el Ejecutivo para declarar la necesidad de la reforma –primer paso del proceso– vuelve a las comisiones en las que debe ser discutido. Políticamente, quedó herido de muerte.
El diputado justicialista Luis Rubeo (h) expuso con precisión las razones del apuro oficial. Durante la sesión dijo que el actual texto constitucional obliga al gobernador a convocar las elecciones del próximo año entre 90 y 180 días antes de concluir su mandato. Es decir, entre el 10 de junio y el 10 de setiembre de 2019. “Si tomamos la segunda fecha, ¿saben cuándo tiene que poner en marcha el calendario electoral? El 10 de marzo. Es el último plazo que tiene para decirle a los santafesinos que convoca a elecciones provinciales”, sostuvo Rubeo.
Y abundó: “Y cuando analizamos ese plazo nos explicamos por qué estamos aquí y por qué se apura el tratamiento de la reforma constitucional y por qué se deja de lado las primarias (Paso) para elegir constituyentes y se da sólo cuarenta días para la Convención reforme una Constitución que no se toca desde hace 59 años. ¿Alguien piensa que se va a reformar la Constitución en 40 días?”.
La imagen positiva que Lifschitz posee en algunos estudios de opinión pública lo impulsó a jugarse la última carta por la posibilidad de habilitar su reelección. Lo olieron los opositores y le entornaron la puerta. ¿Para qué darle vida electoral a un adversario con chances en las urnas?
A favor de la aprobación de la ley que declare la necesidad de la reforma constitucional votaron los diputados socialistas, radicales y de los partidos menores que integran el Frente Progresista. Con la excepción de Darío Boscarol, de la UCR, que no tiene juego propio y decide en función de los intereses de su jefe político, el intendente cambista de la ciudad de Santa Fe, José Corral.
En contra lo hicieron los diversos bloques del Partido Justicialista, el de Cambiemos, el Frente Social y Popular y los dos legisladores expulsados del Partido Socialista que integran la bancada Igualdad y Participación, Rubén Giustiniani y Silvia Augsburguer.
Todos señalaron su coincidencia con el oficialismo en la necesidad de actualizar el texto constitucional santafesino, que fue de vanguardia cuando se sancionó en 1962, pero quedó a la retaguardia en 2018. A la vez que manifestaron su disidencia con el carácter rápido y furioso que Lifschitz intentó imponerle al trámite, además de denunciar el interés meramente reeleccionistas que, según sus miradas, impulsa la acción política del gobierno.
Sin motivos
Un día antes de la sesión de Diputados, Lifschitz apuró a la oposición legislativa. “En vez de ser socios del pasado, elegimos ser protagonistas del futuro”, sostuvo durante un acto en Santa Fe.
“Miles de ciudadanos participaron en la construcción de un proyecto de Reforma Constitucional en Santa Fe. Este año era el ideal para llevar a cabo este debate porque no había elecciones y ahí aparecieron las excusas permanentes para posponer el proyecto, la discusión y el debate”, dijo, hablando en pasado, a pesar de que el tema se trataría al día siguiente. Ya sabía del acuerdo opositor.
“Nosotros vamos a seguir impulsando los cambios y el avance de Santa Fe porque ese es nuestro propósito y el fin por el cual la gente nos vota y hemos llegado al gobierno; no para mantener el statu quo. Nuestro compromiso con los ciudadanos de esta provincia es impulsar los cambios y las transformaciones sin especular si me conviene o no me conviene”, abundó el mandatario.
El jueves, cuando el “no” se había impuesto en Diputados, les apuntó a quienes le cortaron el camino. “Los argumentos en contra se caen por su propio peso. No había ningún motivo para no aprobar el proyecto”, dijo en declaraciones a LT8.
Así, añadió que la cuestión de fondo “no era un punto en particular sino avanzar en una reforma integral” del texto constitucional pero, subrayó, “indudablemente todos tienen algún temor de perder privilegios”.
Para Lifschitz, “faltó voluntad” de las bancadas opositoras “porque la reelección del gobernador, si era una traba, podría haberse quitado para sancionar el resto de las modificaciones”.
De hecho, durante la sesión en la que se debatió la ley para declarar la necesidad reformista, el diputado socialista Joaquín Blanco (h) toreó a sus adversarios: “Si tienen miedo a la reelección –les dijo–, retiremos el artículo 64, pero los verdaderos reformistas que se la jueguen ahora”. Era tarde, las cartas ya estaban echadas.
El gobernador sostuvo el jueves que entiende “que puede haber distintas opiniones sobre algunos puntos de la reforma. Pero si había voluntad de reformar la Constitución, y no querían beneficios para el gobernador actual, se podría haber modificado algunos de los artículos a gusto de quienes hacían esas propuestas”. Claro que también lo podría haber hecho él quitando ese artículo del texto, a sabiendas previamente de la negativa opositora a discutirlo.
“Faltó voluntad de llegar a un acuerdo –siguió Lifschitz– y hubo una indisimulada vocación por no aventurarse en cambios donde los ciudadanos juegan un rol fundamental, y donde todos tienen algún temor de perder privilegios”.
¿En qué consisten esos miedos? Lifschitz explicó que “se habla mucho de la reelección del gobernador, pero no se dice que uno de los puntos del proyecto le ponía límites a todas las reelecciones indefinidas, particularmente a los intendentes o los legisladores”.
A cuatro meses del cierre del año legislativo y a un año de las próximas elecciones para elegir gobernador y renovar ambas cámaras legislativas, la oposición ratificó en el parlamento provincial lo que había anunciado en público: tal y como está concebida, y en los plazos que exige el Ejecutivo, no habrá reforma de la Constitución santafesina.
Se pierde una oportunidad de avanzar en una actualización del texto jurídico fundamental en pos de incorporar nuevos institutos en materias tan variadas como niñez, derecho sexual y reproductivo, de género, discapacidad, etcétera. Pero, no es la última oportunidad puesto que el tema podrá volver a debatirse el año que viene, siempre que exista consenso.
El principal efecto político que produjo la sesión del miércoles pasado es el corrimiento de Lifschitz del escenario electoral con miras a 2019, al menos en la categoría gobernador, puesto que las demás no le están vedadas.
La otra novedad –que deberá ser refrendada por el paso del tiempo– es el re-acercamiento de un sector mayoritario de la UCR, liderado por su presidente Julián Galdeano, con el socialismo. Que podría derivar en una participación de ese partido en el Frente Progresista –que nunca abandonó– durante el turno electoral del año próximo, en vez de hacerlo en la alianza Cambiemos.
Hasta ahora, con excepción del sector que conduce José Corral y que está encuadrado sin fisuras en la estrategia del PRO, los radicales institucionales jugaron a dos puntas, manteniendo el acuerdo provincial con el PS y el nacional con el macrismo. ¿Tendrán lugar con candidato propio en las Paso del Frente Progresista?