En el inicio del primer juicio por narcotráfico a integrantes de la banda Los Monos, la Fiscalía consideró que los 39 acusados formaban parte de una empresa ilícita dedicada al comercio de estupefacientes, con roles y responsabilidades delimitadas. Algunas escuchas, que forman parte de las pruebas.
Con la lectura del requerimiento de elevación a juicio se inició esta semana el primer juicio federal contra integrantes de la banda Los Monos por comercio de estupefacientes, actividad que se presume central en la organización criminal que, sin embargo, recién fue investigada por ello a partir de fines de 2014. Con 22 de los 39 imputados siguiendo los detalles del debate oral a través de una pantalla desde el penal federal de Ezeiza, los jueces Ricardo Vázquez, Eugenio Martínez y Osvaldo Facciano del TOF3 dieron inicio a la audiencia en medio de un infrecuente dispositivo de seguridad que blindó la manzana de los Tribunales ubicados en bulevar Oroño al 900. Los principales acusados en la causa, sin embargo, no estaban allí.
El fiscal Federico Reynares Solari inició el debate con la lectura del requerimiento de elevación a juicio, que consiste en la base de la acusación contra los 39 involucrados.
La causa central, denominada Los Patrones, tiene a 32 imputados mientras que los siete restantes corresponden a otros expedientes menores que se incorporaron al más relevante.
De acuerdo a la Fiscalía, la organización criminal tenía en su cúspide a cuatro personas: el jefe de Los Monos, Ariel Máximo Guille Cantero –condenado a 22 años de reclusión por homicidio y asociación ilícita-, su pareja Vanesa Barrios que recibía las órdenes para luego ejecutarlas, el lugarteniente de Cantero Jorge Emanuel Chamorro y su pareja Jésica Lloan.
Un dato destacable es que tanto Cantero como Chamorro estaban detenidos con prisión preventiva en la unidad penal 11 de Piñero mientras desde extra muros sus mujeres organizaban, siempre según la acusación, el comercio de estupefacientes.
“Es sobre la base de los elementos probatorios colectados en esta etapa procesal que, esta parte acusadora, considera acreditada la existencia de una organización criminal conformada por los aquí imputados, dedicada al tráfico de estupefacientes, la cual desplegó sus operaciones –al menos– entre el mes de noviembre de 2014 y noviembre de 2015 en la ciudad de Rosario”, leyó el secretario del juzgado durante la primera audiencia.
El requerimiento fiscal añadió que “a su vez, ha quedado demostrado que los integrantes de ese grupo criminal procedieron en todo momento de forma coordinada y ocupando roles específicos: desde la persona que llevaba a cabo la comercialización de la droga en un punto de venta específico, pasando por los encargados de la distribución, los responsables de la preparación y acondicionamiento de la droga, hasta los organizadores de la empresa narcocriminal que controlaban tanto el funcionamiento y abastecimiento de las bocas de expendio, como así también gestionaban la provisión de grandes cantidades de alcaloides y efectuaban un control exhaustivo de las ilícitas ganancias que obtenían fruto de la actividad desplegada”.
El fiscal Reynares Solari ofreció más de 230 elementos de prueba que serán analizados durante las audiencias del juicio, que se presume tendrá una extensión de tres meses.
Entre ellos hay seguimientos policiales, fotografías, documentos públicos, datos de redes sociales de los imputados y, fundamentalmente, escuchas telefónicas que, para la parte acusadora, demuestran las acciones ilícitas de los imputados.
“Se advierte que todos los miembros de la organización se acomodaron conforme un esquema jerárquico que permitió distinguir el papel más preponderante de algunos por sobre el aporte menos trascendente –aunque necesario– de otros”, señala la acusación.
“En otras palabras –continúa–, los elementos de convicción obrantes en autos evidenciaron una significación distinta respecto de las funciones efectuadas por algunos integrantes de la banda, los cuales estuvieron directamente relacionados con la toma de decisiones, la planificación y la ejecución de la actividad ilegal desenvuelta”.
Según la Fiscalía, el tándem Cantero-Barrios se encargaba de la línea de la banda dedicada al comercio de cocaína. Para ello tenía a fabricantes y estiradores de la droga y proveedores como Diego Cuello, un narco de larga trayectoria que unos meses antes de caer en esta causa había zafado del resonante caso de la narcochacra de Alvear por un horripilante procedimiento policial.
A Cuello le encontraron casi cinco kilos de cocaína en su poder cuando lo allanaron a fines de 2015 en el procedimiento conocido como Los Patrones, por medio del cual la policía también incautó 700 kilos de marihuana en Corrientes y Chaco con presunto destino a Rosario.
Para los investigadores, mientras Cantero-Lloan se encargaban de la cocaína, en la división de tareas internas del grupo, la pareja Chamorro-Lloan estaba a cargo de “la línea de la marihuana”.
Como se explicó en la edición anterior de el eslabón, la investigación la inició la sede Rosario de la Policía Federal Argentina (PFA) a partir de un supuesto búnker de venta al menudeo ubicado en Platón y Chávez, que guió a los pesquisas hasta otro de barrio Las Flores, vinculado a Los Monos.
“Las tareas de campo efectuadas por los investigadores y ordenadas por este Ministerio Público durante esta instrucción, permitieron escalar hacia los eslabones superiores de la estructura narcocriminal pesquisada, hasta lograr finalmente, a través de las intervenciones telefónicas dispuestas y la profundización de esas observaciones, identificar a quienes lideraban la organización y delinear su organigrama con las distintas vertientes que la componen”, leyó la Fiscalía en las audiencias de esta semana.
Entre las escuchas que para la parte acusadora demuestran el carácter de organizadora de Vanesa Barrios hay una con su tía Gladis, que dice lo siguiente:
Gladis: Eu
Vanesa: Escuchame, te voy a preguntar algo, viste que vos me dijiste que al Viejo le quedaban 300 y algo.
Gladis: 270 creo que te dije que le quedaban.
Vanesa: ¿Le quedaba eso aparte de lo que le diste a la Vilma, y aparte de lo que le diste a la Vale? ¿O todavía no le diste a ellas?
Gladis: Ayer le pedí 100 para el GORDO, y hoy que pedí?… 30, y 50 para vos, 80 más pedí.
Vanesa: Vos no me entendés lo que yo te digo. ¿Vos le diste ya a la Vilma y le diste a la Vale?
Gladis: Ah, ¿vos decís de la especial?
Vanesa: Sí, especial.
Gladis: De la especial me quedan 300… sí, ya le di una entera a la Pochi, un cuarto a la Vilma, y los 50 para vos.
Vanesa: Ah bueno listo, eso quiero saber, porque al Amigo se le debe como 50 y pico, y ponele que yo hasta que no pague todo eso no…digamos, y a él le quedan 300, no le voy a volver a pedir una torta hasta que no cancelen, porque se le debe una banda.
Gladis: Bueno dale, mañana igual vamos a sacar cuentas otra vez…
Vanesa: Yo ya fui a sacar cuentas con el Amigo, mañana vamos a ver si de una vuelta.
Gladis: ¿Cuánto le debes al Amigo?
Vanesa: 56.
Gladis: Y el Gordo no está debiendo especial, me pidió 100 para mañana nomás, porque está sacando la pura.
Vanesa: Si igual que te pida ponele, pero te estoy diciendo para yo más o menos saber.
Según los investigadores, el hombre apodado Amigo es Alejandro Javier Flores, proveedor de los Cantero que residía en Callao al 5500. Le allanaron un galón en avenida del Rosario al 2700 en el que encontraron drogas.
Otras de las escuchas que se difundirán durante las audiencias del juicio a Los Monos revelaría la decisión de Chamorro de “hacer una” con “el marido de ella”, que podría tratarse de la compra a gran escala de marihuana que finalmente fue interceptada por la policía cuando un camión traía unos 400 kilos desde una localidad chaqueña.
La comunicación entre Chamorro y su pareja Jésica Lloan fue la siguiente:
Ema: Él se va a encargá de todo eso, vo no va a tocá nada y vo va a controlá todo lo otro.
Jésica: Bueno, dale.
Ema: ¿Sabé? Y despué le voy a pasá el número del muchacho que vo va a busca así también se encarga todo él.
Jésica: ah, bueno dale, mejor.
Ema: Así no quiero que vo haga nada ya, tené que está con los chicos, de última sabe qué, eh, de última prepará las cosas ahí con la loca, la loca esa que vo te peleaste.
Jésica: Sí.
Ema: Prepará las cosas ahí, controlá todo vo.
Jésica: Ah, dale.
Ema: y vamos a ver si hacemo una, estamo ahí con el marido de ella.
Jésica: hum.
Ema: El loco que está acá de lente, él y yo.
Jésica: Ah, listo.
Ema: ¿Sabé? Y vamo a ver si hacemo un par de cosa más adelante
Jesi: Bueno, dale dale.