Sin freno hasta los 44 pesos, tal cual anunció el nuevo presidente del Banco Central, Guido Sandleris, la divisa estadounidense volvió a subir este viernes y cerró a 41,88, 1,36 más si se lo compara con el cierre del jueves. En algunos bancos el dólar se vendió a más de 42 pesos.
Según el promedio realizado por el Banco Central, la divisa finalizó a 39,88 pesos para la punta compradora y a 41,88 para la vendedora, lo cual representó una suba de 1,36 frente al día anterior.
En Banco Nación, al igual que en ICBC, finalizó este viernes a pesos 42,10.
El billete operó con tendencia alcista desde el principio de la jornada y el Banco Central intervino en el mercado de futuros para contener el incremento, tal como sucedió a lo largo de la semana.
El flamante presidente del Banco Central había anunciado este miércoles que implementaría “las medidas necesarias para que la base monetaria crezca cero de acá a junio del año que viene”, y que pondría en marcha un “nuevo régimen de control del mercado cambiario”. Allí explicó que habrá dos zonas de intervención, que comprenderá una banda para el dólar de entre 34 y 44 pesos, lo que a muchos memoriosos hizo recordar a la “tablita” de José Alfredo Martínez de Hoz.
La rueda de prensa de Sanderlis había tenido lugar un rato después del anuncio realizado en Nueva York por la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI) Christine Lagarde y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sobre un nuevo acuerdo entre el organismo y la Casa Rosada.
En su primera conferencia como presidente del BCRA, Sanderlis informó que habrá un “estricto control de crecimiento de la base monetaria y una delimitación de una zona de intervención y no intervención del mercado cambiario”.
Según consideró, ello “permitirá reducir la inflación y recuperar la estabilidad de precios que la Argentina tanto necesita”.
“Habrá dos zonas. Una de no intervención y otra de intervención. La primera será inicialmente entre 34 y 44 pesos por dólar”, puntualizó el funcionario a la hora de referirse a la “nueva tablita”, una suerte de devaluación programada y gradual, también conocida como “crawling peg”.