El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, dijo públicamente en febrero de este año, en visita oficial al Perú, lo que muchos saben y las estadísticas marcan en forma incontrastable, pero los medios hegemónicos intentan ocultar: “Tenemos que reconocer que nuestro país es el mayor consumidor de drogas ilícitas. Desde ahora, comenzaremos a trabajar en ese problema”, dijo. Y sin embargo el paradigma de “la guerra contra la droga” que ese país importa sigue siendo “comprado” por gobiernos títeres para encubrir la nueva estrategia de dominación imperial hacia el continente.
Por la frontera entre México y EEUU, y a través de túneles, pasan toneladas de cocaína y heroína. Sin embargo, las fuerzas de seguridad yanquis y la agencia de control de drogas de EEUU, la cinematográfica DEA (por sus siglas en inglés), siguen siendo puestas como ejemplos por aquellos gobiernos sumisos a los dictados del Imperio.
No es el caso de Bolivia, que una y otra vez rechaza el doble estándar de EEUU, sus dictados, sus “lecciones”, y defiende su propia soberanía.
El presidente boliviano, Evo Morales, calificó de “incoherente” un informe de la Casa Blanca que considera “una amenaza para EEUU” el cultivo de hoja de coca en el país suramericano.
“Repudiamos y condenamos el informe incoherente de la Casa Blanca, que califica a Bolivia como una amenaza que agrava su crisis de adicción a las drogas, a pesar de que el Departamento de Estado reveló que el 90 por ciento de la droga que ingresa a EEUU es de Colombia”, escribió el Jefe de Estado en su cuenta de la red social Twitter.
El pasado viernes, el director de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca (ONDCP), Jim Carroll, afirmó que el cultivo de coca en Perú y Bolivia “supone una amenaza para nosotros como nación y refuerza que estemos enfrentando una crisis de adicción de drogas”.
Carrol señaló que le gustaría “ver esfuerzos reales” en Bolivia “contra el cultivo y la producción” de cocaína.
La hoja de coca está consagrada en la Constitución de Bolivia por sus usos tradicionales, medicinales y culturales, pero una parte de la producción es desviada al narcotráfico para fabricar cocaína.
Bolivia tiene desde 2017 una ley que subió la superficie de cultivos legales de la planta de 12 mil a 22 mil hectáreas.
Según un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la superficie de cultivo en Bolivia se incrementó un 6 por ciento entre 2016 y 2017, de 23.100 a 24.500 hectáreas. Según este mismo informe, entre el 45 y el 48 por ciento de la hoja de coca que se produce en Bolivia se comercializa en “mercados no autorizados”.
Los opioides hacen estragos
En 2017, el presidente Donald Trump, finalmente, declaró la emergencia en salud pública debido a la crisis relacionada con el consumo de opiáceos, que causa unas 150 muertes por año, según cálculos de la comisión creada por el propio mandatario para tratar el tema.
Según un reporte de la Agencia de Investigación y Calidad de la Asistencia Médica (AHRQ, por sus siglas en inglés), en 2017 se atendieron más de 4 mil personas por problemas relacionados con los opioides. En 2005, apenas fueron 1.800 en todo el año.
“Se trata de la peor crisis de adicción a las drogas de nuestra historia”, declaró Trump, quien agregó que “es necesario que entendamos la crisis en toda su complejidad: en 2016 perdimos 64 mil estadounidenses por adicciones a las drogas”.
Melania Trump, primera dama de EEUU, quiso mostrar empatía por las víctimas de opioides en el país que gobierna su esposo: “Esto le puede pasar a cualquiera. Es muy importante educar a las familias”, dijo. “No se trata de gente débil de mente. La adicción a las drogas es una enfermedad, pero con la atención necesaria, la gente la puede superar y continuar con su vida”, dijo.
En la Guerra de Vietnam, que duró diez años, murieron 58.200 estadounidenses, mientras que las muertes por consumo de opiáceos, sólo en 2016, superaron las 64 mil.