El recuerdo del gas pimienta rociado sobre la humanidad de los jugadores de River, en plena Bombonera, cuando asomaban del túnel para disputar el segundo tiempo del choque por los octavos de final de la Libertadores 20015. El allanamiento a los referentes de la barra brava millonaria apenas unas horas antes del promocionado hasta el hartazgo encuentro de vuelta por la superfinal de la misma copa, pero en su edición 2018, en el que se secuestraron más de 3 millones de pesos, 133 mil dólares y casi 300 entradas. La proximidad del G20, encuentro de primeros mandatarios que iba a servir para demostrarle al mundo que Argentina es un país de primera, sobre todo en materia seguridad. El operativo más desoperativo de la historia, un colectivo que transporta al plantel profesional del rival de toda la vida encarando de frente a una multitud de hinchas locales. Policías que rezan que algún proyectil vuele para sacar a relucir sus bastones y sus itakas y así justificar el desmesurado gasto en balas de goma (y de las otras) que viene propiciando el gobierno nacional. Un partido que se suspende, se vuelve a suspender y se vuelve a suspender. Con simpatizantes en las tribunas informándose a través de las redes sociales. Un médico que asegura que uno de los futbolistas tiene reducida la visión, y periodistas que ponen en duda la palabra del facultativo. Horas y horas de debates mamarrachescos en la tele y en las radios. Páginas y páginas de diarios opinando, criticando, hablando de “papelón mundial”. A horas del G20. Que Boca lo gana en los escritorios, que se juega en Paraguay, porque ahí está la sede de la Conmebol. Que se juega en Qatar porque la camiseta xeneize tiene publicidad de ese país, que se juega en Miami porque ahí suelen hacer las pretemporadas los dos. Que se juega en cancha del Real Madrid, club del que supo ser hincha Franciso Franco e ídolo Alfredo Distéfano. Que pueden ir las parcialidades de ambos, sólo tienen que gastar una fortuna y disponer de francos (hablando de dictadores) en el laburo. ¿En España? ¿Justo en España? La Copa se llama Libertadores de América porque tipos como San Martín y Bolívar nos sacaron el yugo español a fuerza de espadas y sangre, mucha sangre, ¿y la final se juega en España? Bueh, mejor hablemos de la Copa Argentina, que por suerte se juega en distintas sedes a lo largo y ancho de la patria y con todas las hinchadas en las tribunas. Ah, no, Central y Newell’s tuvieron que jugar a puertas cerradas, a 300 kilómetros de Rosario y en día y horario laborables. Cierto. Y ahora Central juega la final con Gimnasia, la cuarta en 5 años para el club de Arroyito que necesita imperiosamente volver a gritar la palabra sagrada: campeón. Son muchos años sin títulos: 31 desde el metropolitano 86/7; y 23 desde la épica Copa Conmebol. Esta vez parece estar todo dado para que la cuarta sea la vencida. Un técnico ganador y habituado a definiciones coperas. Un plantel que parece ir encontrando de a poco su mejor versión futbolística y un grupo que se muestra unido. Un rival de menor categoría a los dos anteriores (esos que ahora se van a jugar a España), una sede que lo espera con los mejores vinos para brindar con la copa bien en alto y una hinchada que grita (y hace rato demostró) que se merece ser campeón.
Ilustración: Facundo Vitiello