“Chicas, les paso este audio de Rita Segato”, “Chicas, ¿alguna pudo escucharlo? ¿Me lo vuelven a mandar?” Chicas esto, chicas aquello, chicas les comparto, las saludo, les pregunto. Chicas, chicas, chicas. No importa la edad ni de dónde son. Tampoco si se conocen. Las 250 mujeres que chatean en el grupo de Whatsapp comparten una característica: son parte del Poder Judicial de todo el país y están comenzando a organizarse en red. La propuesta, dicen, surgió casi de boca en boca, de chat en chat. Lo que las mantiene unidas y potenciadas fue la evidente necesidad de ese encuentro, aunque sea virtual; el impulso de estar activando, contando, mostrando, cuestionado, permanentemente. Y aunque a veces con la informalidad alcanza, no se quedaron ahí y este jueves por la mañana se presentó a los medios locales la Red de Mujeres para la Justicia: una asociación civil constituida en Rosario y para todo el país.
La ministra de la Corte Suprema de Justicia santafesina, María Angélica Gastaldi, estuvo a cargo de presentar la Red de Mujeres para la Justicia. Su presencia no fue menor. No sólo porque es la presidenta de la nueva Asociación, sino porque es la única mujer entre los seis miembros del máximo tribunal y será quien lo presida el próximo año. Todo un rol dentro de tan cuestionado poder. Además, cabe señalar: la Red nació en Rosario y se extendió al país, dándole un tono federal que pocas veces tienen estos espacios.
La Red de Mujeres para la Justicia se constituyó como asociación civil el 30 de noviembre de este año. Además de Gastaldi, la presidencia está conformada por la doctora María de los Ángeles Baliero y María Claudia Caputi, como vicepresidentas primera y segunda; y Marcela De Luca como secretaria. El objetivo principal de la Red, según su acta constitutiva, es “impulsar el empoderamiento de las mujeres para contribuir a consolidar una cultura de la paz, la legalidad, el respeto de los derechos humanos, fortaleciendo el Estado de Derecho”. Al momento, hay mujeres del Poder Judicial (es decir, fiscales, juezas, defensoras, ministras, funcionarias, profesionales) de Santa Fe, Misiones, Tierra del Fuego, Chubut, Río Negro, Neuquén, La Pampa, entre otras.
A lo largo de la conferencia de prensa, se destacó la importancia de reivindicar la forma de ver el mundo de las mujeres. Se habló de nuevas construcciones, relaciones, y sensibilidades, “que en el ámbito del servicio de justicia se exterioriza en el modo en que se asume el desempeño funcional por parte de las mujeres, que entiendan al poder no como algo que se ejerce sobre los demás, sino para las y los demás”. No se habló en ningún momento del movimiento de mujeres ni de feminismos. No se habló de femicidios en particular y tampoco se profundizó en fallos concretos. Sin embargo, y más allá de las formalidades, ciertos conceptos dejaron entrever que algo se está moviendo en el Poder Judicial del país. Algo que va más allá de esa otra forma de ver el mundo.
No se habló pero es inevitable pensar en el contexto en que se lanzan estas redes y dónde se están tejiendo. El fallo por el femicidio de Lucía Pérez y el testimonio y denuncia contra Juan Darthés por violación pusieron la lupa en el Poder Judicial, en sus fallos, en quiénes lo conforman, en la formación de esas personas. Durante el lanzamiento de la Red de Mujeres para la Justicia se habló de empoderamiento y horizontalidad. Se mencionó la necesidad de empoderar a las víctimas, de organizarse por fuera de las jerarquías, de una perspectiva de género por fuera de repetir convenciones de memoria. Se pensó en las violencias y vulnerabilidades sobre todo en los jóvenes. Todos conceptos que transmiten una sensación: es la primera vez que resuenan en los pasillos de los Tribunales.
El grupo de WhatsApp de la Red de Mujeres para la Justicia tuvo en 15 días más de 200 pedidos para sumarse. La existencia del grupo pasó de boca en boca y está en al menos un celular de cada provincia. Este jueves, el grupo ya había copado su capacidad. “Rebalsó”, dicen con orgullo en la oficina de Gastaldi. Las mujeres del Poder Judicial excedieron en ese grupo, esa primera red, las formalidades y las formas. Son “chicas esto”, “chicas aquello” y comparten historias y experiencias, poesías, entrevistas a feministas, fallos. Consultan sobre violencias (de género y en general), discapacidad, familia, responsabilidad parental. Las fiscales, juezas, ministras, defensoras, camaristas, empleadas de la Justicia hacen lo que hacemos todas: se encuentran y tejen redes a lo largo del país.