Es casi un hecho que se eliminarán los promedios que determinan los descensos de categoría, y los equipos de la ciudad respiran aliviados.

Aunque resta que se ratifique en la próxima Asamblea de la AFA, es casi un hecho que a partir de la próxima temporada ya no regirá el cálculo que tomaba el promedio de los 3 últimos torneos, sistema que fuera implementado por don Julio Humberto Grondona en 1983, sino que los que finalicen en lo más bajo de la tabla de posiciones serán quienes pierdan la categoría. Como ocurre en casi todo el mundo, bah.

En la reunión llevada a cabo en el porteño hotel Savoy, aquel que mencionaba el Negro Olmedo, pionero de los chivos en la tele, los dirigentes de los clubes que militan en la máxima categoría del fútbol nacional, llegaron a un acuerdo para eliminar el sistema de promedios y volver a la vieja reglamentación. Tanto los hinchas de Newell’s, que arrancaba último en la temida tabla que determina los descensos, como los de Central, celebraron la novedad anunciada el pasado jueves y viralizada hasta el hartazgo en las redes sociales. La Lepra ostentaba un raquítico 1,076, al igual que Gimnasia La Plata, mientras que el Canaya acumulaba 1,115, y junto con Patronato (1,134), conformaban el póker de equipos que comenzaban la próxima temporada en zona de descenso directo. La verdadera zona de la muerte.

Aunque deberán mejorar y mucho la producción mostrada en el pasado certamen, porque de finalizar en las últimas 4 posiciones de la tabla general no podrán evitar la pérdida de la categoría, es una muy buena noticia para las dos grandes instituciones de la ciudad.

Fantasmas

La primera vez que se implementó el sistema de promedios fue en 1961, pero duró lo que dura una prueba de ensayo. Aquella vez se fueron al descenso Lanús y Los Andes, y si se hubiera regido por la tabla de posiciones, los Milrayitas se hubiesen ido igual pero el Granate se habría salvado condenando a Ferro. En 1981, el hombre que llegaría a conducir los destinos del fútbol argentino por más de 3 décadas, Julio Grondona, convenció a sus pares para que se vuelva a determinar la pérdida de la categoría basándose en la producción de los últimos 3 torneos, para favorecer a los equipos denominados grandes, que difícilmente puedan repetir campañas pésimas en años consecutivos. El punto de partida fue el Metropolitano de 1983. Los que padecieron la nueva reglamentación fueron Racing de Avellaneda y Nueva Chicago; y los que se favorecieron fueron el poderoso River y la Academia cordobesa, que finalizaron en las dos últimas posiciones. Al año siguiente, los que bajaron a la B fueron Rosario Central y Atlanta. Lo curioso fue que igualmente lo hubieran hecho si la cosa se regía por la posición en la tabla, algo que recién volvería a ocurrir en la temporada 91/92, en la que Unión de Santa Fe y Quilmes quedaron últimos en las dos tablas. Justamente en el campeonato siguiente (92/93), el que se vio beneficiado fue el club del Parque de la Independencia, que pese a ser colita de tabla zafó por los puntos acumulados, y repitió la historia en la 2006/7, en la que ni siquiera tuvo que jugar la Promoción.

Lo cierto es que en la inmensa mayoría del planeta, así como se premia a los que terminan en lo más alto de las posiciones, se condena a los que miran al resto desde el fondo. La medida, que vale la pena recordar aún no se oficializó, en definitiva pone un manto de justicia que, de yapa, les viene al dedillo a los clubes que hacen latir (y sufrir) el corazón de los hinchas rosarinos.

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