Nuevos audios comprometen todavía más a Sergio Moro. Tras la supuesta lucha contra la corrupción, se escondió un entramado ilegal para sacar de la carrera presidencial a Lula. A los corruptos de partidos del establishment se los protegió y se les brindó impunidad.
El diputado federal David Miranda, representante del Partido Socialista y Libertad por el estado de Río de Janeiro, que está casado desde hace 15 años con el periodista estadounidense Glenn Greenwald, fundador del sitio The Intercept Brasil, denunció ante la Policía haber recibido amenazas de muerte luego de la filtración de los mensajes entre el ministro de Justicia, Sergio Moro, y el fiscal de la causa Lava Jato, Deltan Dallagnol, según informó el sitio uruguayo La Diaria.
Miranda afirmó que después de la primera publicación de los mensajes, el domingo 9, comenzó a recibir amenazas de muerte y que presentó la denuncia a la Policía Federal el martes 11. El legislador afirmó que no sólo fue amenazado él mismo, sino que también fueron blanco de los ataques anónimos su madre y los hijos adoptivos de la pareja.
En un comunicado, Miranda afirmó que ya había sufrido este tipo de ataques cuando asumió su banca en marzo, en reemplazo de Jean Wyllys, quien también había sido amenazado y por esa razón dejó su lugar en el Parlamento y se fue de Brasil en el marco de la ola de homofobia que se desató en ese país tras el triunfo de Jair Bolsonaro.
Según informó La Diaria, el legislador denunció que “las amenazas no van a interferir en su conducta como diputado federal” y que continuará “actuando con el vigor de siempre, en defensa de las causas sociales y de los derechos humanos”.
Mientras tanto, el ministro Alexandre de Moraes, uno de los integrantes del Supremo Tribunal Federal, el órgano máximo de la Justicia brasileña, se expresó con relación de las filtraciones. El jurista, según informó Folha de São Paulo, afirmó que la filtración de las conversaciones entre el ex juez y actual ministro de Justicia con los miembros de la unidad de investigación de la causa Lava Jato “es una cuestión poco clara” y que todavía es temprano para comentar su tenor.
Durante un contacto con periodistas, Moraes intentó minimizar las revelaciones que prueban maniobras ilegales en el marco del Lava Jato, y afirmó que esa investigación “es la operación más importante de combate a la corrupción que se ha hecho en Brasil”. Incluso fue más allá y consideró que se llevó a cabo “dentro del debido proceso”. Moraes consideró que “las interferencias que se registraron en los teléfonos de los funcionarios públicos son acciones criminales”.
“Las filtraciones y noticias falsas son cuestiones policiales porque son crímenes”, afirmó, en la misma línea que el gobierno de Brasil y los propios implicados en las escuchas.
Según el sitio uruguayo La Diaria, Moraes dijo también que “la evaluación de las conversaciones debe hacerse cuando todo el material sea divulgado y su autenticidad y veracidad comprobada”. Tal como está ahora la situación, señaló Moraes, conociendo los datos “en cuentagotas, no es posible tener una visión global sobre el tema. Es de interés público que se sepa, pero que se sepa todo”, manifestó el ministro.
Para el integrante del Supremo Tribunal Federal de Brasil, “únicamente después de que se efectúe una investigación”, será posible determinar si hubo manipulación y si el tenor de las conversaciones demuestra que existieron irregularidades durante el proceso judicial, que determinó, entre otras cosas, el encarcelamiento del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. “No es posible analizar el conjunto de los hechos en virtud de las divulgaciones ya hechas, ni decir que es bueno ni que no lo es. De acuerdo con los propios periodistas todavía no fue divulgado ni siquiera el dos por ciento del material”, concluyó Moraes.
Efectivamente, The Intercept Brasil tiene mucho más para revelar. Y lo sigue haciendo. El martes a la noche publicó otra nota con escuchas que comprometen todavía más a Moro.
El sitio dio a conocer un tramo del chat privado entre Moro y el fiscal Dallagnol que revela que el ex juez (hoy ministro de Justicia de Bolsonaro) no estuvo de acuerdo con la investigación al ex presidente Fernando Henrique Cardoso como parte de la operación Lava Jato porque, en sus palabras, no quería “ofender a alguien cuyo apoyo es importante”. El diálogo tuvo lugar el 13 de abril de 2017, un día después de que el Diario Nacional había emitido un informe sobre sospechas contra Cardoso.
Ese día, según señala La Diaria en base a la nota de The Intercept Brasil, Moro contactó a Dallagnol por un chat privado de Telegram para hablar sobre el asunto. El juez quería saber si las sospechas contra el ex presidente eran “serias”. El fiscal respondió que creía que el grupo de tareas –a través de su equipo en Brasilia– deliberadamente no consideró la prescripción del caso de Cardoso y lo envió al Ministerio Público Federal de San Pablo, “tal vez para que el Ministerio Público pase el mensaje imparcialidad”.
Por entonces, la operación Lava Jato estaba recibiendo una serie de ataques, que la acusaban de ser selectiva y de evitar a los dirigentes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, el partido de Cardoso). Las discusiones habían sido intensas meses antes, cuando Moro, entonces juez, apareció sonriendo en un evento público junto a Aécio Neves y Michel Temer, a pesar de los cargos de corrupción pendientes contra ambos.