Cientos de miles de manifestantes salieron a las calles de 204 ciudades a decir “basta” a las medidas antipopulares del gobierno de Jair Bolsonaro. Los recortes en educación ascienden a seis mil millones de reales y se suman a un plan para privatizar y mercantilizar el área.
Una vez más la calle dijo “no” a las distintas formas de violencia y el autoritarismo que representan las políticas de Jair Bolsonaro. Cientos de miles de manifestantes se volcaron a las calles de 204 ciudades de Brasil para decirle “basta” a un gobierno que avanza sobre los derechos de la ciudadanía. La del martes 13 de agosto fue la concentración más masiva desde mayo, y forma parte de un plan de resistencia que continuará y todo indica que se irá profundizando.
La reforma al sistema previsional (que está avanzando en Diputados), los drásticos recortes y la modificación del sistema educativo, la represión y el acoso a los movimientos sociales, y el rechazo a las políticas oficiales con relación a los pueblos originarios se contaron entre los reclamos.
Organizaciones de trabajadores, movimientos sociales y estudiantiles, colectivos feministas y de género, gremios y un amplio espectro de organizaciones coparon las calles en lo que se conoció como “Tsunami 13 de agosto”.
Bajo el lema “Territorio: nuestro cuerpo, nuestro espíritu”, más de tres mil mujeres originarias provenientes de distintas partes de Brasil denunciaron en Brasilia las “políticas genocidas” del gobierno de Bolsonaro, que se opone a nuevas demarcaciones de tierras, y pretende abrir reservas a actividades como la minería.
El gobierno de Bolsonaro es enemigo del medio ambiente y amigo de las compañías mineras y las grandes multinacionales. La Amazonía, por sólo mencionar el caso más emblemático, está en serio peligro.
Una de las políticas más criticadas durante las marchas fue la reforma del sistema de pensiones y jubilaciones, que fue aprobada en dos instancias por la Cámara de Diputados. La legislación, de neto corte neoliberal, sigue a pie juntilla el dogma del FMI y busca modificar la edad mínima para acceder a una jubilación.
El ultraderechista Bolsonaro hace un uso constante de las noticias falsas y las descalificaciones de sus rivales políticos, utilizando un discurso con tono macartista. En este sentido, la Central Única de Trabajadores (CUT) de Brasil señaló que Bolsonaro impulsa sus reformas neoliberales a partir de una “campaña de mentiras”. Mediante esa campaña, “llena de noticias falsas, así como de métodos publicitarios mentirosos y astutos, el gobierno de Bolsonaro le dijo al pueblo que la reforma del Instituto Nacional del Seguro Social (INSS) corregirá las distorsiones y combatirá los privilegios”, según se señala en artículo publicado en el sitio web de la CUT que lleva la firma de Rosely Rocha.
“Hay tres pautas muy importantes para los estudiantes y para nosotros, los trabajadores. Desde el comienzo de su mandato, Bolsonaro ha tratado de atacarnos en todos los sentidos, ya sea en el acceso a los derechos sociales, la educación o el movimiento sindical, incansable en la lucha diaria por defender la democracia y la clase trabajadora. Necesitamos continuar así, unidos y fuertes, luchando por un país más justo e igualitario para todos”, dijo el presidente de CUT Ceará, Wil Pereira.
La Unión Nacional de Estudiantes (UNE) convocó a movilizarse contra las restricciones presupuestarias, la defensa de la autonomía universitaria y el rechazo al proyecto “Future-se”, propuesto por el Ministerio de Educación brasileño, un intento de privatizar a las universidades públicas, y un gran paso en el camino hacia la mercantilización de la educación. En este punto, al igual que en el sistema de jubilaciones, Chile es el gran ejemplo de Bolsonaro: lo privado y elitista por sobre lo público.
Los recortes en universidades e institutos federales ya ascienden a más de seis mil millones de reales (unos 1500 millones de dólares). Los recortes son cuantiosos: varias instituciones educativas ya declararon públicamente el riesgo de dejar de ejecutar actividades debido a la falta de inversión.
La del martes 13 fue la tercera gran movilización contra las políticas del gobierno del ex militar, que está encabezando una cruzada contra lo que considera el “marxismo cultural” en el área educativa.
Los estudiantes expresaron mediante un comunicado su postura frente al proyecto, explicando que jamás fueron consultados al respecto. “El programa Future-se fue construido sin ningún debate previo con los sectores que componen la universidad: estudiantes, profesores, técnico-administrativos, rectores y pro-rectores. Se habla sólo de discusiones con especialistas y empresarios. Eso demuestra a qué intereses sirven la implementación de ese proyecto, ciertamente no son los de la educación y del pueblo brasileño”, manifestaron.