Se desempeñó como asesor en Seguridad. Obsesionado con Venezuela, Cuba y Nicaragua, fue uno de los inventores del autoproclamado Guaidó, y repitió hasta el hartazgo: “Todas las opciones están sobre la mesa, el tiempo del diálogo ha terminado, ahora es el momento para la acción”, entre otras amenazas.
“Informé anoche a John Bolton que ya no se requieren sus servicios en la Casa Blanca. Tuve fuertes desacuerdos con muchas de sus sugerencias, así como otros en el Gobierno”, escribió el presidente de EEUU, Donald Tremp, en un mensaje en su cuenta de la red social Twitter. “Le pedí a John su renuncia, que me dio esta mañana. Le agradezco mucho por sus servicio. La próxima semana nombraré a un nuevo Asesor de Seguridad Nacional”, agregó el mandatario.
Según informó el diario neoyorquino The New York Times, la salida de Bolton se produjo después de fuertes desavenencias con Trump en relación a cómo manejar la relación con Irán, Corea del Norte y Afganistán, que son apenas algunos de los frentes de conflictos que tiene EEUU con el mundo. A estas situaciones hay que agregar el conflicto económico-comercial-financiero-tecnológico y de espionaje (y por momentos militar) con China, las tensiones con Rusia. Y el acoso a los países que, desde una mirada imperial y neocolonialista, considera dentro del patio trasero, es decir América Latina, donde el eje del mal pasa por Venezuela-Cuba y Nicaragua.
Aunque a primera vista se presente como la salida de un halcón, del más duro entre los duros, la salida de Bolton se da en medio de un nuevo pico de tensión entre Venezuela y Colombia (actuando como ariete de EEUU), en el marco de una brutal embestida de la OEA, que activó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) para acosar militarmente a la nación bolivariana.
Siempre según la narrativa de The New York Times, que el tiempo confirmará a desmentirá, “el presidente estadounidense estaba buscando aperturas diplomáticas con algunos de sus enemigos más difíciles de tratar”. Esta posición es la que generó la ruptura con los partidarios de la línea dura dentro de su gobierno, como Bolton, que consideran a Corea del Norte e Irán como nada confiables.
Lo cierto es que las relaciones de Trump con sus colaboradores en general, y con sus asesores de Seguridad en particular, nunca fueron sencillas. Ya son tres los funcionarios que ocuparon el cargo que acaba de dejar Bolton. En enero de 2017 asumió Michael Flynn. Luego, el general Herbert Raymond McMaster, hasta marzo de 2018.
Bolton ocupó un lugar muy destacado en la utilización del legislador venezolano y presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y su insólita autoproclamación como presidente encargado como estrategia para atacar y desestabilizar al gobierno de Maduro.
El despido de Bolton, de acuerdo a la prensa estadounidense, deja al descubierto además una interna entre Bolton y el secretario de Estado Mike Pompeo, por la forma en cómo se estaban llevando a cabo las negociaciones sobre ciertos temas sensibles, entre ellos las relaciones con Afganistán y Venezuela.
Según el diario The Washington Post, la decisión de Trump de iniciar conversaciones con los talibanes en Afganistán profundizó una de las tantas internas que dividen a los integrantes de su gobierno.
Pompeo representaría a quienes son partidarios de un arreglo. Bolton, en cambio, prefería una postura más dura frente a los talibanes.
Las negociaciones venían encaminadas hasta el sábado 7, cuando se esperaba el retiro de unos cinco mil efectivos estadounidenses de Afganistán. En este marco, estaba prevista para el domingo 8 una reunión secreta entre Trump, el presidente afgano y los principales líderes talibanes para seguir las negociaciones. Pero un atentado cambió los planes. “Desafortunadamente, y con el objetivo de conseguir una falsa capacidad de negociación, (los talibanes) reconocieron la autoría de un ataque en Kabul, en el que murió uno de nuestros grandes soldados y otras 11 personas. Inmediatamente cancelé la reunión y suspendí las negociaciones de paz”, señaló Trump por Twitter el domingo.
Bolton, obsesionado con Venezuela y América latina
Según el sitio de noticias de la BBC, entre fines de enero y mediados de abril, Bolton dedicó tres de cada cuatro de sus tuits a Venezuela. Su obsesión por atacar al país sudamericano era tal que hasta llamaba la atención de otros funcionarios.
Consultado por la prensa en la Casa Blanca sobre lo que puede significar para Venezuela la salida de Bolton, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, recordó que su oficina y el Departamento de Estado “han estado increíblemente activos en las sanciones” a ese país.
“Estamos preocupados por la gente allí y lo que está sucediendo en la crisis humanitaria”, agregó Mnuchin junto al secretario de Estado Pompeo, quien también ha promovido la salida de Maduro, en un intento de querer parecerse, ahora, ante la salida de Bolton, un par de pacifistas.
El sitio de la BBC Mundo reproduce asimismo el testimonio de la directora del programa América Latina del Wilson Center en Washington, Cynthia Arnson, que considera que “Bolton prestó atención a América Latina en la medida en que estaba comprometido con el cambio de régimen en Venezuela, Cuba y Nicaragua”. Pero advierte que Bolton no estaba solo en sus puntos de vista, y que su reemplazo “en el mejor de los casos, podría abrir una oportunidad para un nuevo enfoque” hacia toda la región.
“Sin embargo, es raro que un asesor de Seguridad Nacional de EEUU se preocupe profundamente por América Latina”, dice Arnson a BBC Mundo. “Mis expectativas de un cambio fundamental son bastante bajas”, concluyó. Y queja flotando en el aire la pregunta sobre qué significa precisamente la “preocupación” de un asesor de Seguridad Nacional de EEUU hacia América Latina.
“Todas las opciones están sobre la mesa”, fue una de sus frases más repetidas, cada vez que se lo consultaba si EEUU evaluaba como opción una intervención militar.
“El tiempo del diálogo ha terminado, ahora es el momento para la acción”, solía decir el ahora ex asesor en Seguridad Nacional, aun en medio de conversaciones entre el gobierno legítimo de Venezuela y la oposición, por ejemplo las auspiciadas por Noruega.
“Solo discutimos la salida de Maduro y elecciones libres”. Con esta frase, Bolton desnudaba, en una síntesis brutal, que la denominada “oposición” al gobierno de Maduro carecía de una propuesta superadora, un programa de gobierno o una alternativa viable. Sólo buscaba el derrocamiento de un gobierno elegido por la voluntad popular.
“Si siguen apoyando a Maduro podrían afectar los pagos de su deuda”. Aquí la amenaza de Bolton excede a Venezuela y se extiende a los gobiernos de China y Rusia, aliados del país caribeño que envían insumos y materias primar para paliar el bloqueo al que es sometido por EEUU.
“Tratamos de crear una coalición tan amplia como podamos, para reemplazar al régimen corrupto de Maduro”, sostuvo Bolton en marzo de 2019, resaltando que parte del problema en Venezuela es la influencia cubana, otro de sus temas preferidos que nunca ha podido comprobarse: “Hay de 20 mil a 25 mil funcionarios de seguridad cubanos según informaciones públicas, este es el tipo de cosa que nos parece inaceptable”, vociferó Bolton.
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