La historia de un alemán que comenzó a producir bebida espumante en el sur y de un grupo de habitantes que, ante la falta de respuesta de parte de Chile y Argentina, creó su propio gobierno.
Tras la vieja disputa por los límites, y ya con pobladores blancos que empezaban a habitar y disputar los valles patagónicos, recién en abril de 1902 se fijaron los límites de altas cumbres como límites sureños entre Argentina y Chile. Pero esos acuerdos de técnicos y políticos, no sirvieron para aclarar la cuestión de identidad entre esas dispersas familias de comunidades originarias e inmigrantes europeos.
Cansados de los reclamos ante ambos gobiernos y delegaciones, entre los tirones y el desamparo, algunos pobladores de El Bolsón empezaron a pensar una salida: conformar la República de El Bolsón.
En el extremo suroeste de la actual Río Negro, sobre el paralelo 42 y casi en el límite con Chubut, la llamada Comarca Andina es hoy conformada por El Hoyo, Epuyen, Lago Puelo y El Bolsón, a 7 kilómetros en línea recta al límite con Chile y 130 al sur de Bariloche, por la ruta 40.
El valle fue lugar de paso de tehuelches y mapuches en búsqueda de zonas para refugio de animales ante los fríos inviernos patagónico, actividad que también realizaron los primeros colonos europeos que arriaban vacunos y yeguarizos cruzando la cordillera en dirección este oeste, y viceversa, de un litoral marítimo a otro, más allá de los molestos límites inventados por las naciones nacientes.
La Comarca Andina
Desde 1883, comenzó a llegar una corriente europea inmigratoria, tras la calma desangrada hasta 1880 por las invasiones de tropas argentinas que masacraron y desalojaron a tribus para entregar sus territorios a estancieros.
En la Comarca Andina se instalaron ucranianos, polacos, italianos, rusos y croatas. También llegaron argentinos que habían trabajado en tender las vías del tren entre Bariloche y Jacobacci.
Rodeado de bosques y lagos, corre cercano al río Quemquentreu (Piedras que hacen ruido en el río) y entre altas montañas, como el Cerro Piltriquitrón (Colgado de las nubes). Cercano a la Selva Valdiviana, es un valle para cultivos como las frutas finas o lúpulo. Eh humulus lpulus (lúpulo) pertenece a la familia de las cannabácaes (tipo prima lejana). Cuando los primeros alemanes trajeron algunas semillas del lúpulo, vieron que se adaptaba muy bien al clima, al igual que harinas, hortalizas y frutas.
Juan Matamala, historiador regional de El Bolsón, indica que también desde Chile llegó Otto Tipp, un alemán que trajo semillas, como rizomas, para cultivar lúpulo. Las buenas condiciones climáticas y el auge de esos sembradíos, llevó a que pronto se extendiera en El Hoyo, Epuyén, El Bolsón y Lago Puelo, considerada una zona ideal para el lúpulo.
Relatos de la época recuerdan que, a la vera de la hoy ruta 40, el lúpulo de Otto crecía en enredaderas que daban buena sombra al comenzar, allá por 1904, la doméstica producción artesanal de cerveza almacenada en barriles de 200 y 300 litros. Además, se recuerda de Otto su buen carácter y el tronar de un órgano traído de Alemania con el que ejecutaba canciones de su tierra.
Con bandera y bombazos
Félix Merino, descendiente de pioneros blancos, y luego Intendente, relata que Otto, al tener lista la cerveza, lo anunciaba haciendo flamear una bandera blanca en un alto mástil, a la vez que tiraba unos cañonazos para invitar al extendido vecindario para brindar juntos por la reproducción de la birra local. También se adivinaba, días antes, que se acercaba la tirada popular por la presencia de algunos paisanos que se acodaban en árboles esperando la llegada de la divina degustación.
Los relatos también recuerdan que esas juntadas cervezales, dadas la distancia y la sed, no eran de un par de horas: solían extenderse por un par o pares de días. Entonces, no solían practicar justas medievales, eran más bien de entretenimientos ligado a los campos sureños. Así, solían disputar “topeaduras”, en la que jinetes en valientes equinos se daban empellones a fin de hacer perder el equilibrio al otro caballero y depositarlo sobre el suelo patagónico.
Según Olga Roselli –profesora de Historia y docente en las escuelas del Noroeste chubutense y de El Bolsón–, hay que “reconocer el talento de don Otto para hacer más llevadera la vida en estos parajes. Él puso toda su capacidad y esfuerzo en este emprendimiento”.
En esas largas noches de fogones, siempre estaba presente el tema de la situación política y de jurisdicción de la zona, y del poblado que no tenía fundador, fecha de nacimiento o descubridor. Es que ninguna de las dos naciones los atendían, y ellos querían saber si vivían en Chile o Argentina. Se les complicaba saber qué remitente poner en las cartas, protestar ante quién y exigir más atención médica, o educación. Argentina había puesto una escuela, pero luego nada más.
El historiador local Juan Domingo Matamala, por su parte, señala que “exactamente lo que se dirimió en aquella reunión de una noche de agosto 1917, sólo lo saben sus participantes. Pero a los pocos días se comenzó a rumorear en los alrededores que habían nombrado un presidente y algunos ministros en la nueva conformación política local. Se acababa de fundar la República de El Bolsón”.
El suceso fue también objeto de investigaciones. El periodista Adrián Moyano, de Bariloche, nombra a Olga Roselli y su trabajo publicado en la Revista especializada Pueblos y fronteras de la Patagonia Andina. Allí, la investigadora afirmaba que “la lejanía de los centros de poder, la diversidad de nacionalidades, más el éxito del emprendimiento de Otto Tipp, dio origen” a la proclamación de la independencia, “episodio insólito, debido a la negligencia de las autoridades de los dos países y al aislamiento del valle”. Roselli citó a otro estudioso que ya se había ocupado del tema: César Vapñarsky.
Otro represor prusiano
Como el prusiano Friedrich Rauch, contratado por Rivadavia para exterminar originarios, pero que terminó degollado en 1828 por las lanzas federales, llegó el también prusiano Mateo Gebhart, mayor al frente de la Policía Fronteriza creada en febrero de 1911.
Con él, el ideal libertario cervezal no duró mucho. Sobre esa movida, Moyano señala: “El hecho no pasó a mayores pero fue tomado muy en serio por el gobierno central que movilizó a esa tropa”. Esa fuerza fue creada por el presidente Roque Sáenz Peña, como se indica en La cruzada patagónica de la Policía Fronteriza, de Ernesto Maggiori, publicado en 2012.
El prusiano convenció a Otto –no se consigna con qué argumentos– de que no podían crear allí una república. El gabinete y sus ministros dejaron sus cargos, y Otto volvió a Chile.
De todas formas, otros propietarios adquirieron la cervecería, que hoy sigue funcionando en Malvinas y Roca, como restaurante y venta de la espumosa bebida.
“Pomposo y brutal”
Más sobre el jefe Gebhart: el periodista y cronista regional Francisco Suárez escribe el 2 de octubre de 2005, en su nota “Sociedad, disputas, remates y despojos en tierra fronteriza”, publicada en la edición digital del diario Río Negro: ”A fines de setiembre de 1911, el pomposo –pero brutal– mayor Mateo Gebhart, gozaba cierta pachorra entre las comodidades de la estancia Leleque y en cotidiano provecho de las finas atenciones del gerente Carlos Hackett”.
Empleado en 1909 como administrador de la estancia Leleque, tenían un trato especial con las tropas. Esa estancia, desde 1991, es centro de los latifundios de unas 900 mil hectáreas del grupo Benetton. El grupo fue quien hospedó y alojó a Gendarmería en 2016 al reprimir a mapuches y asesinar a Santiago Maldonado, en 2017.
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