El precio del crudo se desplomó este domingo en un 31% dejando el barril levemente por encima de los 30 dólares, el precio más bajo desde la Guerra del Golfo a principios de la década del ’90. La caída se acentuó luego de que no hubiera acuerdo en la cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), donde se discutió la posibilidad de reducir los niveles de producción, una propuesta impulsada por Arabia Saudita que no contó con el aval de Rusia. El viernes anterior el valor del crudo había caído un 8%.

En la reunión realizada en Viena se buscaba fijar un recorte a la producción para frenar la caída en la cotización del petróleo provocada por las consecuencias de la expansión del coronavirus. La propagación de la enfermedad retrotrajo la demanda energética de los principales países importadores y achicó las necesidades de combustible de aviación por la menor cantidad de vuelos.

Las principales potencias petroleras se alinearon con Arabia Saudita y procuraban disminuir la producción en 1,5 millones de barriles diarios a partir del primero de abril. Sin embargo, desde Moscú rechazaron la posibilidad y afirmaron que no aceptarán ningún recorte adicional.

El precio del crudo WTI se redujo un 22% a US$ 32 por barril. El crudo Brent, de referencia mundial, también cayó un 22% a 35 dólares por barril. Ambos están en camino a su peor día desde 1991. La mayor caída porcentual en un día para los precios del petróleo de Estados Unidos en este siglo fue en septiembre de 2001, cuando cayeron un 15%.

Entre 2014 y 2016 la crisis petrolera generó que docenas de compañías de petróleo y gas se declararan en quiebra, provocando cientos de miles de despidos. De todas formas, la industria estadounidense resultó favorecida y el país norteamericano pasó a ser el principal productor mundial de petróleo.

En el 2020, el valor del Brent, uno de los precios de referencia, cayó de los 70 dólares hasta los 30 dólares el barril. Esta situación disparó las alarmas a nivel mundial dadas los efectos que se podrían suceder. Según analistas internacionales, está puede ser la primera parte de una agudización de la crisis que se vive a nivel global y que expresa el punto más delicado desde el colapso financiero de 2008.

Para la Argentina, las repercusiones inmediatas están ligadas al futuro de Vaca Muerta, que se ahonda aún más en la incertidumbre. La caída de los precios internacionales vuelve inviable la posibilidad de inversiones para desarrollar la plataforma. De cualquier manera, este panorama relajaría el frente interno que el presidente Alberto Fernández tiene con los productores vinculado al congelamiento de precios y la presión por los subsidios al transporte.

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