Luego de que el gobierno nacional decretara la emergencia sanitaria por el coronavirus, tanto Rosario Central como Newell’s Old Boys se sumaron a la lucha contra la pandemia y se pusieron a disposición de las autoridades del sistema de Salud. El Canaya ofreció los hoteles de la Ciudad Deportiva de Granadero Baigorria y de Arroyo Seco, mientras que la Lepra hizo lo propio con el predio que posee en la vecina localidad de Ricardone. Ambos, además ofrecieron la colaboración de sus cuerpos médicos. Otras instituciones importantes de la ciudad, como Gimnasia y Esgrima, Provincial, Regatas, Náutico Sportivo Avellaneda, Rotary Zona Norte y el Alemán, entre otros, donaron camas y equipamientos para que sean utilizados en los centros de aislamiento dispuestos en el Hipódromo y La Rural. Eso es lo que se destacó en los grandes medios locales. Pero hay muchísimas entidades deportivas más que se pusieron la camiseta de la solidaridad y llevan adelante movidas que ayudan –y mucho– a los barrios más golpeados, realizando colectas, cocinando y entregando alimentos.

Red de contención

“Como se ha visto por los medios, los clubes más grandes han cedido camas para los centros de aislamiento y se han puesto a disposición de la Municipalidad”, señala Jeremías Salvo, presidente de la Red de Clubes de Rosario, y aclara: “Pero además de eso, hay muchísimos clubes y asociaciones en los barrios periféricos que están recibiendo donaciones, entregando alimentos, cocinando, llevando viandas de comida. Hay mucho de eso en los barrios”.

“Ni bien empezó la pandemia, nos empezamos a organizar con compañeros de otros clubes y algunas organizaciones intermedias, con las que venimos construyendo diálogo y laburando en el territorio, para juntar alimentos, elementos de limpieza, cuestiones de higiene básicas, y así poder brindar asistencia en los barrios que están más postergados”, aporta Jerónimo Fogliato, vicepresidente de Unidad y Tesón. El referente de la institución ubicada en Entre Ríos al 3800, destaca que la ayuda iba destinada, principalmente “para la gente que va a los Centros Comunitarios” y para “apoyar a la prevención de la pandemia”.

Germán Ángel, presidente del club El Torito, indica que ya venían cocinando desde el año pasado para gente en situación de calle, y que ante esta nueva situación, volvieron a encender las hornallas. “Se trabajó todo el invierno con los papás del club –prosigue–. Hasta diciembre que se paró todo, cocinábamos una vez por semana y terminamos poniendo un bufet. Cuando vimos toda esta situación de la cuarentena, nos pusimos manos a la obra y arrancamos con todo esto”. Con “esto”, Germán se refiere a las 500 porciones de comida que vienen repartiendo entre familias de barrios cercanos a los terrenos en los que Angelito Di María y Julio Zamora gritaron sus primeros goles, como Cerámica, Rucci, Parque Field, Esperanza, Alberdi, Fonavi, donde, asegura, “se ve mucho la necesidad”.

Esteban Siciliano, del Deportivo Unión Central, remarca que la movida que vienen llevando a cabo apunta a darle una mano a “familias que, por lo general, es la primera vez que se ven en esta necesidad, porque no pueden salir a laburar”. Y explica una particularidad de estos tiempos de pandemia: “Hay otras familias que pasan hambre pero que ya están anotadas en algún comedor, en otra institución, o reciben alguna otra ayuda, algún plan. En este caso, entendemos que hay muchos nuevos pobres a los que por ahí les cuesta volver a pedir, porque ya tienen otras costumbres”.

“La campaña solidaria consiste en recibir donaciones de los mismos socios del club o vecinos, alimentos no perecederos y artículos de limpieza”, argumenta el dirigente de la entidad de Junín e Iguazú conocida popularmente como La Carpita.

Efecto contagio

Cuando desde los más diversos lugares de la sociedad comenzaron a poner su esfuerzo y cabeza para hacer frente a este rival invisible, las entidades barriales no quisieron perderse tamaño partido y comenzaron a dar una mano con viandas de comida, colectas de alimentos, donaciones, entre otras iniciativas. Están laburando duro las instituciones antes mencionadas, además de Defensores de Lima, Abanderado Grandoli, Defensores de América, El Luchador y El Federal, entre tantas otras que, casi en silencio, aportan lo suyo. “En los barrios, la mayoría está haciendo algo”, asegura Salvo, también titular del Sunderland, de Camilo Aldao 528.

En El Torito, la cosa no los agarró desprevenidos, según comenta su máximo dirigente, ya que desde el invierno pasado realizaban una iniciativa similar con la gente en situación de calle. “Cocinamos todos los viernes”, informa Ángel, que preside la entidad naranja desde hace un año y cuatro meses. “El viernes pasado hicimos dos ollas grandes, cocinamos 500 porciones de comida. Pensábamos que iba a sobrar, pero no quedó nada. Fue mucha la gente que vino, más de la que pensamos, incluso tuvimos que entregar paquetes de fideos porque las ollas volaron”, relata el mandatario, quien adelanta que este viernes desde las 19 –mientras cierra la edición de el eslabón– se reparten en Camino de los Granaderos 2321 viandas de lentejas. “Nos preparamos para hacer 750 porciones”, sube la apuesta Germán, y resalta: “Acá labura toda gente del barrio, los padres de los chicos. Ni bien arrancó la cuarentena repartimos unos 500 yogures, y ahora estamos con esto de la comida. Acá vienen unos 300 chicos en total, entre el baby e inferiores”.

Además, aclara que para realizar este laburo se toman todas las medidas sanitarias recomendadas por el Ministerio de Salud de la Nación. “Trabajamos por turnos, para cuidarnos. Un grupo va primero y corta la carne, y deja todo preparado. Al día siguiente va el grupo de cocineros. Y después otra gente entrega la comida. Cuando se va a retirar, también se toman las medidas necesarias, entran de a cuatro personas”, asegura el directivo, que avisa que la jornada de este viernes ya tienen listos los barbijos, ahora obligatorios, para entregar.

Unión Central, por su parte, también va por su segundo sábado de entrega de bolsones con comida y artículos de limpieza para vecinos. Según admite Siciliano, “no son muchas las familias, serán unas 25. Juntamos toda la semana y el sábado repartimos los bolsones. Calculamos que eso les dura una semana, son varios kilos de alimentos. La primera semana juntamos más de 200 kg”, cuenta el presidente del club de barrio Industrial que permanece abierto, exclusivamente por esta iniciativa, de lunes a sábados, de 9 a 13, ya sea para recibir donaciones como para retirar la mercadería. “La idea también es asistir a las familias que se van sumando, que se enteran porque la cuarentena se estira y las necesidades crecen”.

Jero, como se lo conoce al actual vice del UyT, remarca: “Habilitamos a compañeros que tienen vehículo y permiso de circulación para que fueran a buscar las donaciones, y así evitar que aquellos que quisieran donar mercadería, salieran de sus casas. La respuesta de la gente fue muy buena, y eso nos permitió acopiar mercadería y distribuirla posteriormente en los barrios que más lo necesitan”.

“Nosotros le damos prioridad a los comedores y centros comunitarios, pero también atendemos algunas situaciones particulares, armando algunos bolsones aparte –destaca–. Los vecinos se van enterando que en el club se están entregando alimentos y se acercan, hasta con un poco de vergüenza, a pedir. Entonces compartimos lo que tenemos”.

Sobreviviendo

Si bien todas las energías hoy están puestas en las diversas actividades solidarias durante la cuarentena –de la que ya se juega un alargue, y pinta para varios más–, desde el ente que nuclea a una gran cantidad de instituciones sociales de la ciudad que en algún momento se unieron para afrontar conjuntamente las problemáticas que atravesaban, temen ser territorio arrasado cuando pase la pandemia. “Estamos muy preocupados, porque los clubes de barrio no tenemos ingresos, nos manejamos con el cobrador o cuando los socios vienen al club”, apunta Jeremías Salvo, presidente de esta Red de Clubes que impulsó en la semana –mediante la diputada provincial Lionella Cattalini– dos proyectos en la legislatura santafesina para atender esta situación: por un lado, exceptuar del aislamiento a los cobradores de cuotas societarias, y por otro, que la Provincia subsidie el 75 por ciento de las tarifas de agua, luz y gas, mientras dure la emergencia, ya que hoy se les reintegra el 50 por ciento.

Sobre la primera de las iniciativas, Salvo cuenta que “hay clubes un poco más grandes que cobran por débito, pero los socios lo vienen tumbando, así que el ingreso es prácticamente nulo”. De todas maneras, reconoce que “no todos los socios van a poder pagar porque la situación es compleja. Aquellos que tienen la intención de pagar, que lo hagan, así los clubes pueden hacerse de unos mangos necesarios para las tarifas, el seguro y la cobertura médica”.

Para colmo de males, el referente de las entidades deportivas reveló que “lo del seguro es importante porque en estos días se registraron muchos robos por la noche, entonces tenemos que hacernos cargo de esas cosas, y sin ingresos se complica”. Por eso, “la idea de que el cobrador pueda ir casa por casa, sería muy bienvenida. Además, sería como los delivery y sólo se movería en el barrio. También a ellos les serviría, porque cobran una comisión por ese trabajo”.

“Igual no va a alcanzar, obvio”, admite con tristeza y preocupación el dirigente deportivo de la Red, “porque la gente hoy no está en condiciones de pagar casi nada. Los vecinos piensan en que no les falte para comer, hay gente que no puede salir a trabajar”. Y concluye: “Los clubes de los barrios periféricos, que normalmente dan una copa de leche o tienen un comedor, están desbordados. Por eso pedimos que se les dé una mano con el tema alimentario, porque normalmente no trabajan con el Banco de Alimentos, entonces es difícil que les llegue ese tipo de beneficios. Los vecinos demandan y no se les puede dar respuesta a todos”.

En tanto, Germán Ángel, de El Torito, subraya que en la institución que preside “todo es a pulmón”. Y si bien destaca que “algunos nos dan una mano importante, se va a necesitar de más porque esto es cada vez peor”. Con un poco de alivio remarca que “el club terminó muy ordenado” en su tesorería, “pero ahora que no anda el fútbol, no hay boleterías ni ningún otro ingreso, tendremos que ver cómo hacemos” para subsistir. Aunque, deja en claro: “No tenemos un fondo para aguantar, pero hoy la prioridad es ayudar a la gente, a los chicos”.

A su turno, Esteban Siciliano –presidente del club que le debe su apodo de La Carpita a la estructura bajo la que se practicaban los deportes en sus inicios, más parecida a una carpa de circo que al actual tinglado que hoy cubre la cancha– señala la salvedad de que “en nuestro caso, el club no tiene empleados, y por ese lado es una ventaja. Los profes no viven solamente de esto, y lo hemos charlado y entienden la situación”. Cuenta que la cuota societaria ronda los 100 pesos y que, además, “no tenemos la posibilidad de que la paguen electrónicamente, así que por el momento lo sostenemos con el dinero de algunos eventos, unas reservas que teníamos”. De ahí lo fundamental de habilitar a los cobradores, para “salir nosotros a buscar esa cuota, que aunque sea chica, nos sirve para afrontar algunos gastos”, afirma.

A diferencia de sus pares, Fogliatto, de Unidad y Tesón, adelanta: “No hemos definido exactamente cómo nos vamos a manejar. La realidad es que ningún chique está pagando las cuotas, ni los abonos de actividades, y los padres tampoco. Por ende, los profesores tampoco están cobrando ni aportando al club”. Y concluye: “Nosotros acompañamos en un ciento por ciento las decisiones del gobierno. Entendemos que primero hay que cuidar la vida y después la economía.Y en ese sentido tratamos nosotros también de replicar esas medidas en el ámbito del club: cerramos inmediatamente las puertas y entendemos que ya habrá tiempo, al igual que ocurrirá con el país, para recuperarse de la parte económica. De la muerte no se recupera nadie”.

 

Fuente: El Eslabón

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