La pelota está parada hace rato en el planeta entero. Más allá de que siguió rodando hasta donde pudo, por los multimillonarios intereses que giran a su alrededor, el coronavirus le terminó ganando por goleada. Para conocer la realidad que se vive en otros países y cómo es el día a día de un futbolista profesional durante el encierro, el eslabón se comunicó con Nahuel Valentini, aquel rubio defensor que vistió la camiseta canaya entre 2008 y 2013 y que ahora milita en el Ascoli de Italia, y con Franco Escobar, zaguero que tras un par de buenas temporadas en Newell’s emigró a Estados Unidos para calzarse la rojinegra pero del Atlanta. Ambos coinciden en que el fútbol –y todo– debió haber parado antes y reivindican las medidas tomadas por el gobierno argentino.

Defensas altas

Los zagueros centrales con pasado en los dos clubes más grandes de la ciudad recordaron –desde el otro lado de la línea telefónica, por supuesto– cómo fueron sus primeros enfrentamientos con este bicho al que el gobierno caracterizó como un rival invisible, por lo que pararlo es más difícil que cuando se marca a Messi. “Al principio no me parecía algo muy grave y pensaba que iba a pasar rápido, o que acá en Italia no iba a llegar, pero después la cosa se fue haciendo cada vez más grande. A partir de las noticias que llegaban de otros países, uno tomó más conciencia”, empieza diciendo Valentini, y sigue: “Después llegó el decreto que indicaba que debíamos quedarnos en casa. La verdad que es una situación difícil. No es fácil vivir esto que estamos viviendo, pero hay que meterle para adelante y esperar que las cosas vayan mejorando”.

Se suma Escobar: “Al principio dejamos de entrenar, pensando que iba a durar dos o tres semanitas y después íbamos a volver. Pero Estados Unidos no dimensionó la magnitud del tema del virus y terminó padeciéndolo. Entonces se fue estirando todo y cada semana que pasa y cada información que aparece dice que se va a seguir estirando”. Y lamenta: “Duele y te frustra saber que no vas a poder volver a la actividad. Estar lejos de la familia se complica un poco, así que hay que aguantar, no queda otra”.

El jugador de la Serie B italiana analiza que “en el mundo del fútbol, como todos sabemos, hay muchos intereses y es como que se fue tirando la pelota para adelante hasta que llegó un momento en que ya no se podía más y se tuvo que frenar el campeonato. Y después hubo varios casos de jugadores italianos contagiados que jugaban en Serie A y no quedó otra que suspender todo. Pero se podría decir que el mundo del fútbol demoró en reaccionar. Más allá de que esto nos agarró a todos muy desprevenidos, que nadie podía imaginar su magnitud, el fútbol debería haber parado antes”.

El Gobierno, buen tiempista

Mientras el virus arrasaba a paso agigantado todo lo que se le ponía por delante, el Gobierno nacional alcanzó a cruzarlo a tiempo para no padecer los terribles resultados que se observan en parte de Europa y Estados Unidos. “En Argentina fueron inteligentes –afirma el futbolista que fue campeón en el Atlanta United– advirtieron rápido el asunto y tomaron las precauciones, y si bien hay muertos e infectados, no se compara con lo que es acá y lo que fue en otros países”. Por eso, y conociendo cómo viene la mano en su país de residencia, opina: “Argentina tiene que seguir por ese camino, y hasta cuando la cuarentena deje de ser obligatoria hay que seguir tomando las precauciones necesarias para no relajarse, porque eso puede ser mucho peor. Por mi familia y mis amigos sé que allá están cumpliendo a rajatabla la cuarentena. Por eso seguro que van a salir adelante más rápido que otros países”.

“Acá en la ciudad donde estoy, Ascoli, hay pocos contagiados –aporta el nacido en Fighiera– y es una ciudad bastante tranquila. Nos comunicamos rápidamente con mi familia para que supiera que estábamos bien. Ahora nos hacemos videollamadas y estamos conectados, y digamos que ellos también al ver más de cerca lo que había pasado acá en Italia, rápidamente tomaron las precauciones, incluso un poco antes que el resto”. Y destaca: “Está bueno que en Argentina el gobierno tomó las decisiones que tenía que tomar, y desde un principio, para que no se agrande la cosa”.

El central que se desempeña en la MLS indica que en la tierra gobernada por el polémico Donald Trump “no es tan obligatoria la cuarentena”, y detalla: “Sí, hay algunas actividades que no se están haciendo, pero la gente sigue saliendo a la calle a correr, a caminar. Sí hay bares cerrados y la gente no está trabajando, pero se puede salir a pasear el perro o lo que sea, sin ninguna medida que lo prohíba”. El ex Lepra aclara que “todo eso hasta las 7 u 8 de la noche, después de ese horario si te enganchan en la calle podés tener algún quilombo.

Creo que lo lógico sería que sea obligatoria, que nos cuidemos todos así el virus pasa lo más rápido posible, pero acá toman esas medidas. Con mi novia, igual, hacemos la cuarentena obligatoria”.

Un duro home office

Como ocurre con muchas actividades, el mundo del fútbol también se tuvo que adaptar al laburo fuera del lugar habitual. Cerrados los estadios y campos de entrenamiento, el trabajo físico se trasladó a los domicilios particulares. Valentini, que hace la cuarentena con su esposa, recuerda que “al principio podía salir a correr pero después salió un decreto impidiendo eso también”. Así que, entre las cuatro paredes de su casa, realiza los ejercicios que manda el club. “Nos hacen hacer salto, flexiones con una cuerda, pero no es fácil sostenerse en forma. Tené en cuenta que hace casi dos meses que estamos encerrados y se hace muy largo, sobre todo para la condición física. Pero bueno, entiendo que en este momento eso no es lo más importante”. Y agrega: “Hay otros clubes que vi que hacen entrenamiento en conferencia, todos juntos y con un seguimiento. Nosotros no, nos mandaron un programa para hacer, y cada uno hace lo que puede con lo que tiene en casa”.

Ese entrenamiento grupal-virtual al que se refiere el rubio defensor es el que hace, dos o tres veces a la semana, el plantel del Atlanta, cuenta Escobar: “Nos mandan rutinas, y a veces tenemos llamada grupal para entrenar. Lo hacemos por Zoom, con todo el plantel y el profe, que nos muestra los ejercicios y los vamos haciendo cada cual en su casa”. Y como al parecer la entidad yanki está mejor preparada económicamente, Franco revela que “también no dieron algunos elementos, como bicicletas, colchonetas, para hacer en casa y mantenernos con eso. No es lo mejor, el cuerpo no trabaja igual que estando en cancha, pero por lo menos sirve para no estar todo el día echado y que el cuerpo tenga un poquito de desgaste físico”.

Fuente: El Eslabón

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