“Brasil tiene dos cosas para enfrentar: la pandemia y Bolsonaro”, responde sin vueltas y categórica Fátima Silva, secretaria general de la CNTE (Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación) de Brasil y vicepresidenta de la Internacional de la Educación para América Latina (Ieal). En una extensa charla con El Eslabón, la educadora habla de las presiones del mercado para romper el aislamiento, también del valor de las políticas públicas en salud y educación ante la emergencia social.
Fátima Silva vive en la ciudad de Campo Grande, en el Estado de Mato Grosso. Pero ahora acompaña a su madre que vive en Coronel Sapucaia, una pequeña localidad de unos tres mil habitantes, ubicada en el límite con Paraguay. “Nos separa una calle. Pero aquí, como en Paraguay, todos se cuidan mucho, nos sentimos muy seguros”, describe desde el lugar donde mantiene la charla con este medio.
El aislamiento preventivo no la mantiene alejada de la atención a los problemas que suman la pandemia, en su país y en la región. Y no son pocos. Solamente la confederación del sector público de la que es secretaria general (tiene un presidente a cargo) representa a unos cuatro millones y medio de docentes de todo el Brasil. Y donde los males que menciona –pandemia y Jair Bolsonaro- no son menores si se tiene en cuenta que el coronavirus ha sido definido por el presidente brasileño como “una gripecita”. Y a lo que suma un dato preocupante: la presión de las iglesias evangélicas para abrir las puertas de los templos.
A cada palabra que pronuncia –en perfecto portuñol- Fátima le pone tanta energía que la distancia no parece tal. Así lo hace cuando habla del trabajo de las educadoras y educadores en la región, de los científicos, del compromiso de las organizaciones populares. También cuando le mete ese optimismo propio de la pedagogía de Paulo Freire para llevar tranquilidad y decir que si los niños no aprendieron a sumar o multiplicar en marzo o abril lo harán en septiembre y no hay ningún problema con eso, mientras se trate de cuidar sus vidas. O cuando manifiesta: “Esto va a pasar; de inmediato vamos a volver a tener nuestras escuelas llenas de niños felices y nosotros tenemos el honor de ser sus educadoras y educadores”.
—¿Cuál es el panorama en Brasil en esta coyuntura?
—Brasil tiene dos cosas para enfrentar: la pandemia y el presidente Bolsonaro. El gobierno nacional está totalmente trastocado, está al servicio del mercado, no cree en la pandemia y no revé su posición; hasta el mismo (Donald) Trump al ver que la pandemia se instaló revió su posición. No es el caso de Bolsonaro. De esta forma tenemos dos cosas para enfrentar: un gobierno de derecha, mediocre, con un fuerte núcleo militar interno de apoyo, preocupante. Lo vimos con las últimas manifestaciones (intento de golpe militar al congreso) que tuvimos el sábado (18 de abril) y que no podemos menospreciar porque fueron significativas, no solo en las capitales, también se dieron en muchas sedes del interior del Ejército. Bolsonaro no tiene poder político. Veinte gobernadores de un total de veintisiete, de todas las líneas políticas, lo rechazaron. Él no tiene apoyo en Diputados, tampoco en el Senado ni en la Suprema Corte, pero tiene un 30 por ciento de una masa mediocre de la población que lo apoya.
—¿Y qué pasa con los números de la pandemia?
—Los números de Brasil son preocupantes. Todas las personas del área de salud, los científicos, analizan que vamos a tener muchas muertes entre la clase trabajadora, entre los pobres. En toda la región ya tenemos 2.763 víctimas según los datos oficiales (al miércoles 22 de abril), y ayer por la tarde informaron 300 muertos más. Antes del cambio de ministro de Salud (Nelson Teich entró en el lugar de Luiz Henrique Mandetta) todos los días, a las cuatro de la tarde, el gobierno informaba sobre los números y hacía un análisis. Eso cambió, se cortaron los informes de prensa y no se pronunció más nadie del Ministerio de Salud. Se empezaron a ocultar los números. Hay como una investigación paralela que realiza la prensa y muchos ya afirman que se ocultan los números para ocultar las causas de los muertos por coronavirus. Es una situación preocupante, porque con la acción del mercado y de Bolsonaro, el aislamiento social está disminuyendo muchísimo, y así prácticamente lo único que no van a estar funcionando son las escuelas.
—El nuevo ministro de Salud dijo –siguiendo la línea del presidente Bolsonaro- que se podían combinar cuarentena y economía. ¿Esa política es la que puede traer consecuencias dramáticas para las y los trabajadores que mencionabas?
—Sí. Todas las centrales estamos juntas. El movimiento social, el movimiento sindical, los partidos de izquierda, los frentes populares, todos. Tenemos científicos muy responsables, muy bien conceptuados, que –por ejemplo- están liderando los frentes de los gobernadores del Nordeste contra la pandemia, y que hacen un análisis devastador. Incluso por eso también todos los sindicatos pasan en auto, con megáfonos, y alertan por las calles a la gente para que se quede en la casa. Además de poner a disposición las instalaciones de los sindicatos. Este nuevo ministro (Teich), y no quiero decir que el otro era mejor, viene de los grandes mercados privados de salud, está alineado con el presidente, lo cual significa la disminución del aislamiento social y la reapertura de todo el sector de la economía. Y los ricos, igual que los dueños de los grandes negocios y de las industrias, van a estar en sus casas, protegidos; son los trabajadores quienes van a contagiarse. Igual pasará en los grandes centros urbanos, en las favelas, donde viven 10, 15 personas en una misma casa. El nuevo ministro entró para aplicar la política de Bolsonaro. Además, los gobernadores –que no acompañan estas medidas- tienen en sus Estados una fuerte presión del sector industrial, comercial, empresarial. También una dura presión liderada por las iglesias evangélicas pentecostales. La iglesia católica tiene una postura distinta, muy coherente.
—El Papa Francisco ha marcado esa diferencia…
—Sí, es así con el Papa. Y también con la Confederación Nacional de los Obispos de Brasil. A diferencia de los evangélicos que fueron a la Justicia para poder abrir las iglesias, los católicos no. De inmediato, dijeron que la iglesia está en todas partes. Esta semana se permitió que se abran las iglesias evangélicas, y están decididos a seguir haciéndolo. Además, hacen campaña abiertamente para que (los fieles) donen el diezmo, a partir de la ayuda financiera de 120 dólares, que equivalen a 600 reales, que aprobó el Congreso nacional para las personas que se quedaron sin trabajo o son del sector informal. Varios pastores, desde los programas de televisión que tienen, pidieron que les paguen el diezmo argumentando que esos 600 reales que recibieron fueron por la ayuda divina. Es inimaginable que en pleno siglo XXI y con toda la construcción social que teníamos esto pase en Brasil, llegar a esta situación.
—¿Qué pasa en el sistema educativo?
—Todas las escuelas están cerradas, privadas y públicas. También las universidades, privadas y públicas. Cada Estado se adecuó de alguna forma. Fueron utilizados distintos mecanismos, algunas instituciones usaron clases virtuales, otras por televisión. Otras dijeron: “Cuando pase la pandemia volveremos a las clases y a entregar todo el contenido general”. El ministro de Educación (Abraham Weintraub) dispuso que las universidades públicas adhieran totalmente a la educación a distancia a través de plataformas virtuales. Pero la mayoría respondió que no, que los contenidos se van a recuperar cuando se regrese a las clases, y que el año civil no tiene que ser igual al año escolar. El ministro es el que menos credibilidad tiene en el sistema educativo y en toda la sociedad. Mientras tanto, el sector privado, en función de la condición social de sus estudiantes, están teniendo clases virtuales. Los grupos como Pearson están con estas clases en el sector privado. Paralelo a eso, el ministro de Educación confirma que se van a tomar los exámenes de ingreso a la universidad (en Brasil son obligatorios en públicas y privadas) en determinada fecha. Ahora el Ministerio Público fue a la Justicia y pidió una prórroga hasta que se vuelva a la normalidad, nosotros (desde la CNTE) también lo hicimos. Tenemos que sostener estas peleas jurídicas en contra de las acciones del Ministerio de Educación. En resumen, las clases (presenciales) están suspendidas y hay diversas formas que están utilizando los gobiernos (provinciales y municipales), porque aquí funcionamos de manera muy descentralizada. Lo que nos muestra la situación es que es imposible tener una educación completamente a distancia para el sector público, por la condición social de nuestros estudiantes.
—¿Cómo es el acceso a las tecnologías, concretamente a internet?
—El 57% de los estudiantes de la enseñanza pública en Brasil no tiene acceso a internet. Entonces, no se puede llevar adelante un proceso educativo que no tiene en cuenta al 57% de sus estudiantes.
—¿Cómo afecta la pandemia a la situación laboral de las y los docentes?
—Estamos teniendo varias bajas de maestros temporarios, es decir de aquellos que fueron contratados por un determinado período. Muchas municipalidades están utilizando esto para hacer despidos, otra cuestión a la que desde el sindicato también nos tenemos que enfrentar. Además, muchos gobiernos, sobre todo de los municipios, están comenzando a decir: “Las escuelas no están dando clases, no necesito de estos maestros ni del personal de apoyo que hace la comida”. Por tanto, estamos teniendo despidos en este sector. El sindicato de San Pablo, por ejemplo, está recogiendo alimentos para distribuir a estos maestros que están con estas dificultades, y que son muchos. Estamos impulsando en el Congreso una cláusula para que los gobiernos de las provincias y municipios que se benefician con algunos incentivos nacionales no puedan despedir a ningún trabajador. Este es otro frente. Pero lo que tenemos que tener en cuenta es que no es la pandemia lo que causa la crisis financiera en Brasil. Brasil ya tenía el 13 por ciento de la población sin trabajo cuando llegó la pandemia La pandemia aumentó la situación que ya estaba.
—Como vicepresidenta de la IEAL, ¿cuál es la preocupación común que se manifiesta en la región respecto de la educación y la pandemia?
—Los padres están muy preocupados porque los estudiantes no están en clases. Pero este sistema de homeschool o de educación virtual y a distancia fracasó y se comprobó que nuestras tesis son correctas: la educación tiene que ser presencial, tiene que ser un proceso pedagógico de enseñanza – aprendizaje adentro de las escuelas totalmente públicas, ofertadas por el Estado. Y que no hay problema si los niños que tenían que aprender a sumar, a dividir o multiplicar en febrero, marzo o abril que lo vayan a aprender en septiembre, mientras tengan garantizado este proceso y sus vidas, y la de todos sus seres queridos. También la pandemia mostró que el sector público es esencial, tanto para salud como para la educación; y que cada vez más hay que defender las políticas públicas, las políticas de salud, de inclusión, las políticas educativas. La pandemia refuerza la gestión del servicio público y del Estado como política pública pero también muestra a la ciencia como factor determinante para estas políticas, el conocimiento científico producido por nuestras universidades públicas y por nuestros científicos. Además, siento mucho orgullo por todo lo que está haciendo el movimiento sindical argentino a través de Ctera y todos sus sindicatos de base, que están manteniendo la posición que deben tener como clase trabajadora. Y lo que sostienen en toda América latina los educadores, que están intentando hacer lo mejor de sí para el proceso educativo. Esto va a pasar; de inmediato vamos a volver a tener nuestras escuelas llenas de niños felices y nosotros tenemos el honor de ser sus educadoras y educadores.
A cien años del nacimiento de Paulo Freire
La educación del mundo, y en especial la latinoamericana y del Caribe, se prepara para celebrar el año próximo los cien años del natalicio de Paulo Freire, el gran pedagogo brasileño que revolucionó la educación popular. “El 19 de septiembre de 2021 lo vamos a estar celebrando con un gran encuentro de educadores populares, de luchadores por la educación pública. Será en Recife, que es la ciudad natal de Paulo Freire y donde él inicia su vida académica y su trabajo”, anticipa Fátima Silva.
La dirigente brasileña recuerda con mucho aprecio una de las últimas entrevistas en la que le preguntaron a Freire por qué era una persona tan especial como educador, y él le respondió: “Yo no nací así como soy, yo me fui formando en el análisis, en la vivencia de las cosas. Nadie nace hecho, vamos haciéndonos, formándonos de a poco. Yo no nací maestro así, yo me fui formando…”.
Fátima Silva dice que esa explicación es la que identifica a quienes luchan por la educación: “Pienso que todos los luchadores por la educación que estamos también en Ctera, en Suteba, en Amsafé somos esto; tenemos conciencia a partir de nuestra lucha, de nuestra militancia, de nuestros valores. Eso es lo que Paulo Freire nos deja muy presente en toda nuestra militancia en América latina”.
Fuente: El Eslabón
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