Yo no sé, no. Cuando era pibe, muy pibe, a esta altura del año, con los primeros mocos del frío, cuando iba a la escuela de mañana con pantalones cortos, por lo menos en primer grado, mi vieja me decía: no corras en el recreo, no quiero llevarte al hospital quebrado o cortado.

Y la verdad que uno le tenía más miedo a un corte en la rodilla, por ejemplo, que a otra cosa. Pero era imposible no correr en el recreo. Más que por el juego, la cosa era combatir el frío. Y cuando iba a hacer un mandado, con envase de vidrio, también la recomendación: no corras, te podés cortar. Y uno, a pesar del miedo a un corte, le metía una carrerita.

Cuando ya en el barrio del sur de la ciudad, en el campito, a la hora del fulbito, a Pedro le gustaba de vez en cuando jugar de 5, de esos que están para el corte de la jugada del contrario. Lo hacía un rato, pues hay que tener piernas y pulmón para esa tarea, pero mientras duraba, cortar al adversario era abrir el camino para los nuestros.

Y en los primeros noviazgos, la idea de que en algún momento se cortara, rebotaba en nuestras cabecitas. Y había que estar preparado, cosa que la mayoría no lo estaba.

Ya siendo adolescentes, muchos cortaron con su modo individualista de ver y vivir y nos abrazamos a proyectos colectivos. En algún momento cortamos hasta con el General, sin embargo seguíamos abrazados a lo popular.

Quizás por eso, la dictadura cívico eclesiástico militar cortó ese proceso llevándose a casi una generación.

Cuando volvió la democracia, la relación de fuerzas no nos favorecía, ni mucho menos, si bien las dictaduras ya no le servían al poder económico del coloniaje, cortar con la extranjerización y concentración de la economía, era prácticamente imposible.

Así llegaron los noventa, con un resultado que aún hoy padecemos.

¿Y cuando se cortó? Para Pedro, empezó algo nuevo cuando las organizaciones empezaron con cortar. Estando desocupados y sin poder hacer huelgas, cortar una calle abría caminos, como decía una pintada. Y Pedro me hace recordar el corte del 26 de junio de 2002, en el puente donde se llevaron la vida de Kosteki y Santillán. Quizás ahí, también comenzó a abrirse un nuevo camino.

Hoy hay algunos que quieren cortar con este proceso que votó el pueblo, cortar con la cuarentena, y cortar por anticipado con la posibilidad de nuevos caminos. Y uno piensa en establecer la idea de una Patria Grande y, sin duda, para eso, cuando vayamos dejando atrás esta pandemia, esa idea tiene que salir con nosotros convencidos y convencidas de que para cortar con la pandemia de economía del coloniaje liberal, como dice el dicho: que al salir salga cortando.

Mientras tanto, con Pedro miramos la pantalla esperando el último corte del informe del día sobre el bicho (Covid 19), que por ahora, si bien no es lo único, es lo que más importa. Para lo otro, ya veremos como andamos de piernas y de pulmones.

Fuente: El Eslabón

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