Ambientalistas evalúan las consecuencias de las quemas en las islas del delta del río Paraná y hacen eje en que estos focos comenzaron a desatarse desde febrero pasado. Por un lado, coinciden en que se trata de una práctica arraigada, muy dañina para el ecosistema de los humedales y para las vías respiratorias de miles de habitantes de este lado del río, que se vió agravada esta vez por la seca, la pronunciada bajante del río y un aumento del ganado para lo cual preparan el terreno los productores. Por el otro, apuntan a la necesidad de una Ley de humedales para ponerle límite a la avaricia de los que quieren seguir explotando los humedales, sin importarle el destrozo al equilibrio ambiental ni la salud de los pobladores de las ciudades costeras como Rosario.

Foto: Ernesto Avila

Daños incalculables

Carolina Mori es ingeniera industrial y docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) además de miembro de la Comisión de Humedales para la vida del Taller Ecologista. Su evaluación del daño ambiental en los humedales, a pesar de que no hay un estudio detallado, es que va a llevar muchos años recuperar lo perdido. “Si bien podemos hacer una estimación, podemos pensar lógicamente lo que puede llegar a pasar en el corto, mediano y largo plazo con el ecosistema. Ese impacto ambiental no lo tenemos, pero podemos predecir que va a ser bastante drástico. Sobre todo porque el fuego es un elemento que no está presente en lo humedales. En lo humedales predomina el agua, la tierra y el fuego no es un elemento natural”.

“Como entidad socio ambiental no podemos confirmar los daños porque necesitamos datos académicos que midan eso, pero lo que sí sabemos es que las funciones ecosistémicas que brinda el humedal van a ser perjudicadas”, expresó.

“Estas funciones mal llamadas beneficios, porque siempre las estamos mercantilizando, van a dejar de funcionar como lo venían haciendo y esa será la principal consecuencia. Todo lo que teníamos, no va a estar por un mediano y largo tiempo”, planteó la especialista.

César Massi, es viverista de plantas nativas y hace un año creó el grupo de facebook Naturalistas Santafesinos que trata de nuclear a personas que defienden la naturaleza. Desde el grupo sigue con detalle los acontecimientos de las quemas y destaca que los incendios “comenzaron desde hace siete meses atrás” en toda la zona del delta del río Paraná.

“Si uno hoy mira el panorama en el sistema de la Nasa, que son imágenes satelitales, en los registros de los últimos 30 días podemos observar toda la columna vertebral de Santa Fe prendida fuego”, comenta y describe: “Se ve en rojo toda la zona del Paraná, los bajos submeridionales, que son la depresión llena de humedales que hay dentro del norte de la provincia, entre la cuña boscosa y lo que era el bosque de los Tres Quebrachos, que es la zona del Chaco árido”.

“Si uno ve los incendios en los mapas –continúa Massi– siempre son en los mismos lugares. A mi modo de ver, hay una gran parte de los funcionarios y estudiosos que quieren exculpar a los ganaderos”. Y subraya como contraste que “hoy en las islas hay muy pocas vacas, al contrario de los que todos piensan, y es porque hay muy poco pasto”.

“El tema es que la isla es un lugar poco convencional para la cría de ganado, no hay loteos como en los campos comunes, sino que el ganado está suelto y es bastante complicado llevar un control de esos animales. Para los dueños es más fácil quemar. La cría en las islas se está volviendo cada vez más empresarial, y el tema está ahí, cuando vos tenés diez vacas, quemás un pedacito, cuando tenés cien quemás un pedazo más grande, pero cuando tenés 1.500 quemás medio río y cada uno hace lo que quiere, es una catástrofe ambiental poca veces vistas”, apuntó.

Foto: Ernesto Avila

Cóctel de seca, bajante y avaricia

Rodolfo Martínez es estudiante de 5º año de Ciencias Políticas, colaborador de la Cátedra del Agua e integrante de la Multisectorial por la Ley de humedales que es una de las convocantes a los cortes en el puente Rosario-Victoria, un reclamo que cada vez suma a más personas. Si bien entiende el enojo urbano por el humo como daño colateral del fuego, hace hincapié en el desastre que deja en el ecosistema de los humedales. “Hay especialistas en el tema que lo denominan el proceso como pampeanización de las islas, es decir, llevar el proceso productivo de la pampa gringa, sea agricultura extensiva o ganadería a gran escala, a un territorio muy distinto, donde las variables son diferentes”, explica.

“Las quemas vienen de hace mucho tiempo pero en este momento coinciden diferentes factores como la bajante histórica del río Paraná, producto de la falta de lluvias, donde se suma la sequía propia de la época del año en la que estamos y, mientras todos estamos cuidándonos en casa por la pandemia de coronavirus, hay inescrupulosos que se rigen únicamente por su avaricia”, señala Martínez

“Pedimos que se detengan estas quemas, que la Justicia actúe y que se generen los acuerdos políticos entre los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos y los ministros nacionales, y además que se genere una coordinación general de ese acuerdo, como única vía para detener las quemas porque no alcanza la acción judicial”, sostuvo el activista.

Foto: Ernesto Avila

Un paraíso arrasado

Massi vuelve sobre los perjuicios al ecosistema: “Uno lo que ve es que se quemó todo. Lo único que zafó fueron los arrabales que son donde están los árboles, después los pastizales, lo que uno ve es todo negro. Primero, hay una afectación de lo que son pequeños mamíferos, muchos de estos pueden haber muerto. Los que seguro no sobrevivieron fueron los reptiles y anfibios, víboras, sapos, ranas, pequeños reptiles, porque en invierno esas especies están en reposo, hacen letargo en cuevas, a esos los arrasaron todos”.

“Por otro lado –prosigue el naturalista–, hay una afectación de las aves, como las migratorias invernales que vienen de la Patagonia a pasar el invierno menos duro acá; esas aves se encontraron con su hábitat prendido fuego, están más estresadas, algunas posiblemente habrán muerto en el fuego y el resto se encuentra compitiendo por el alimento en lugares muy reducidos”.

“Después, en septiembre empiezan a llegar un montón de especies que se fueron a pasar el invierno a Colombia, Venezuela y Norteamérica y, en general, suelen usar los pastos altos como percha para cazar, dependen de las semillas de los pastos y no van a encontrar nada. Se van a encontrar una devastación total que las va a obligar a competir por agua, alimento y territorio”, estimó.

Foto: Ernesto Avila

Por una ley de humedales

La falta de una legislación que proteja y regule la actividad agropecuaria en los llamados humedales es una deuda pendiente que ahora quedó en evidencia. Hubo dos proyectos en 2013 y 2016 que perdieron estatus parlamentario en el Congreso nacional.

“Los humedales representan casi el 22 por ciento del territorio argentino, es muchísimo, pero cuando hablamos de humedales no es solo el delta, tenemos un montón de humedales que no están vinculados al delta. Una ley de humedales los involucraría a todos. Los humedales no están regulados, son tierra de nadie”, explica Mori, integrante del Taller Ecologista. “Porque siempre se llevaron a cabo actividades sobre todo productivas libremente. Con una ley en principio beneficiaría al ecosistema creando un marco legal en donde se sabría qué actividad no puede llevarse a cabo, cuáles sí y de qué manera. Pero en el caso preciso del delta del Paraná hay un Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible (Piecas) el cual estamos exigiendo que se aplique”, dijo Mori.

“El Piecas empezó a programarse en el 2012 y da las pautas para un ordenamiento territorial específico del delta mediante el cual se convoca al Estado provincial de Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe, a los municipios ribereños, a las comunidades que habitan el delta y, por supuesto, a las organizaciones socioambientales o de la organización civil en general. Ese ordenamiento ya fue trabajado, pensado hace años y quedó olvidado por el gobierno anterior (de Mauricio Macri) ya que también trabajaba con el Estado Nacional. La ley de humedales está genial, pero tendría que trabajar en conjunto con este plan. Otro tema es el cumpliento de esa ley. Porque si no va a pasar lo mismo que con la Ley de Bosques, que tiene un presupuesto mínimo que hace muy difícil bajarla al territorio”, resaltó la ambientalista.

Regulación y prevención

“Las leyes son marcos regulatorios, después hay que llevarlas a la práctica”, advierte también Massi. “Tenemos una Ley de Bosques que fue hiper discutida y peleada que costó sacarla y financiar y, sin embargo, sirve para que algunos pocos no desmonten. Y en Santiago, Salta, Formosa, Chaco te desmontan cinco hectáreas por mes y uno ve el daño una vez que está hecho. El bosque no se recupera nunca más”.

“Por el tema de las quemas, la Municipalidad de Victoria impuso multas que son una inversión para esta gente, porque pagan a lo mejor 300 mil pesos, que son diez vacas, pero las ganancias que obtienen después son millonarias”, señala.

“Lo que hay que lograr es evitar llegar a la multa, detener la actividad antes que sea llevada adelante, la única forma de evitar es la prevención, con mucha actuación en el terreno que es primordial, contratos preventivos con los dueños de los campos, imponer que para quemar tengan que pedir permiso y solo puedan hacerlo de manera controlada y no en épocas de sequía”, propone Massi.

“Hay alternativas para no tener que quemar, como juntar más los animales, que coman en un sector determinado, después los movés rápidamente a otro sector permitiendo que los pastizales puedan recrearse”, planteó el integrante de Naturalistas Santafesinos.

Antes y después de una ley 

Por su parte, Martínez considera que “la ley de humedales, a grandes rasgos, apunta a darle a un ordenamiento jurídico a partir de un relevamiento de los espacios, estudios de impacto ambiental, remediación de los daños, entre otros”. “Nos parece muy importante que estos proyectos lleguen al congreso y salga una ley. Como multisectorial entendemos que la ley es necesaria y su total implementación para que no pase lo de la ley de Bosques. Pero

nosotros estamos antes de la ley, por la ley y después de la ley”, puntualizó el militante ambientalista.

Para Massi “hay gente que tiene muchos intereses económicos, no son pequeños productores o terratenientes, son personas que tienen en campo firme gran cantidad de ganado y usan el terreno de las islas para cría o engorde”. “Después hay una cuestión que es la falta de decisión política. En esta no se salva nadie, se sabía desde enero que esto iba a venir, había vídeos del fuego a centímetros de la ruta y nadie hizo nada. Ya se sabía que iba haber sequía y que el río estaba bajo”, se queja.

El movimiento socioambiental

Martínez destaca la movilización de las organizaciones socioambientales en el reclamo ante las autoridades. “Después de haberse presentado todas las instancias judiciales pertinentes que no prosperan, la única medida que nos quedó fue la de cortar el puente Rosario-Victoria. Entendemos que esta acción genera un problema para quienes trabajan, pero el humo genera problemas mayores a los camioneros, trabajadores de peajes y la población en general”, comentó el integrante de la multisectorial que convocó este sábado 1º de agosto a una tercera movilización a interrumpir la conexión vial. El segundo corte del pasado 25 de julio fue más numeroso que el primero, en donde además hubo algunos cruces con transportistas. Esta vez, la convocatoria duplicó a la anterior y sumó a familias enteras de los ambientalistas. Del lado de los automovilistas hasta hubo bocinazos de apoyo.

“Nosotros entendemos que los funcionarios políticos tienen que dar más, de hecho hemos ido al Concejo y la Intendencia a pedir más apoyos, a que se redoblen los esfuerzos contra las quemas. Hasta ahora ni (el gobernador Omar) Perotti (Santa Fe) ni (su par de Entre Ríos Gustavo) Bordet ni la ministra de Medioambiente (Erica Bonet) se han comunicado con nosotros y tampoco se han tomado medidas serias que generen los acuerdos necesarios. Esto no es una pelea entre santafesinos y entrerrianos. Desde la multisectorial no tenemos problemas con nadie en particular, lo que queremos es plantear otra forma de resolver esto, queremos empezar a hablar de habitar el ecosistema del humedal, de darle otro tipo de aprovechamiento, de otro tipo de generación de alimentos”, planteó Martínez.

Por su parte, Mori acota: “Nosotros (desde el Taller Ecologista) no decimos que estas actividades agropecuarias dejen de llevarse a cabo, pero sí que se hagan de una manera más armónica y teniendo en cuenta las cualidades ecosistémicas. La importancia de los humedales y la necesidad de protegerlos debe estar en la agenda política de los gobiernos, a todos los niveles, y aquellos en el orden provincial pueden hacer un aporte central para promover su cuidado en su territorio. Argentina necesita salvaguardar sus humedales y que ello sea fruto de una amplia y efectiva participación, integrando la visión desde los territorios, de las personas que habitan, trabajan y conocen los humedales. Por y para los humedales y su gente. Con visión ecocéntrica y bajo la guía de principios tales como el sistémico, preventivo, precautorio, de no regresión, equidad intergeneracional, transparencia y participación, perspectiva de derechos, y protección de los bienes comunes”.

Fuente: El Eslabón

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