Hace algunas décadas, cuando el siglo pasado se iba consumando, las paredes de Rosario comenzaron a padecer unas inscripciones singulares: como si fuesen pequeños graffitis, escritos con diversos colores. Una serie de textos breves, muchas veces compuestos de forma rimada, expresaban sentencias que parecían interpelar a los vecinos y transeúntes.

Algunos estaban firmados, lo que aventaba la idea de que fuesen anónimos. Su autor se identificaba por medio de un nombre extraño, donde coexistía un nombre propio con el nombre de un pájaro. El nombre era Alberto, y el del pájaro Cachilo, que designa a un ave pequeña caracterizada por su afán de libertad.
Así, uno de esos graffiti decía:

DOBLE FILO

YO SOY MAESTRO

POETA

HIJO DE MONJA BLANCA

“ALBERTO CACHILO”

La presentación era elocuente y precisa: Alberto Cachilo se mostraba como maestro poeta, nada menos. Y en cierto modo lo era. Pero su magisterio no era un magisterio como cualquier otro, porque él no era ni un maestro ni un poeta convencional.

Alberto Cachilo, o Cachilo a secas, como mucha gente lo conocía, era una persona que parecía haber roto lazos con el mundo racional, o en todo caso –y mejor– con esa razón que organiza la vida de las personas en el mundo común y corriente.

Por ello, vivía como lo que suele llamarse un ciruja, un linyera, un croto, términos todos que contienen una mirada prejuiciosa y ciertamente negativa respecto de los hombres que así son nombrados. Lo cierto es que Cachilo había elegido esa existencia por fuera del orden social, y de las formas de pensamiento que ese orden impone, para dedicarse a deambular –con su universo ciertamente extraviado a cuestas–, trazando sobre las paredes de Rosario las sentencias y aforismos coloridos donde toda una cosmovisión se manifestaba.

De tal modo, los versos de Cachilo alcanzaban una real profundidad en su sencilla aunque poética significación. Así, otro texto decía:

SI LOS HOMBRES

FUESEN TODOS MILITARES

EN EL MUNDO

NO HABRÍA PAZ.

TAMPOCO MAESTROS

EJEMPLARES

Del mismo modo que otro afirmaba:

LA NATURALEZA

RÚSTICA

DONDE MUEREN

LAS PALABRAS

NACE

LA MÚSICA

Había momentos donde esa poesía sencilla y sentenciosa parecía deslizarse hacia los aspectos formales del lenguaje poético, poniendo de relieve sus procedimientos rítmicos y eufónicos, como cuando escribió:

OJOS PATOS, OJOS PATOS

LOS ÁRBOLES SON DE LOS PERROS

Y LA PARED DE LOS GATOS

o también:

JUGAR

CON POETA

TRAE

YETA

Pero además, como la vida de Cachilo –deliberadamente por fuera de los vínculos sociales establecidos– no se sometía a ninguna de las reglas del buen decir, se permitía manifestarse con formas escatológicas propias del habla popular, sentenciando por ejemplo:

PIRULO

SI NO PINTAS

AQUÍ

PINTATE

EL

CULO

o denunciando, con mirada crítica, ciertas relaciones de poder (y de género) que después serían llamadas patriarcales:

COMO

BURRA

LA MUJER

TRABAJA

PONIENDO

LA ARGOLLA

SUYA

De manera notable, esos versos breves, rimados y contundentes, abarcaban diversos aspectos de la vida humana. En ello se reconocía la singularidad existencial de Cachilo, porque habiendo elegido vivir por fuera del orden social y del pensamiento normativizado, su mirada y sus reflexiones eran las de alguien que no cesaba de preocuparse por los asuntos más raigales de la condición humana. Por ello podía escribir:

SI LA MONTAÑA

NO VIENE ASIA

TI, TU VAS A LA

MONTAÑA

o también:

LO QUE

TENÉS

SI VAS

A OTRO

PAGO

LO PERDÉS

llegando por momentos a un nivel de especulación que situaba a su escritura en una dimensión cuasi filosófica, como cuando sentenciaba:

LO QUE

NO ES

DE UNO

NO ES

DE NINGUNO

Así, lo que esas letras pequeñas –dibujadas con precisión y prolijidad sobre las paredes del espacio público– manifestaban, no era otra cosa que un discurso revulsivo, acrático, que venía a interpelar la conciencia dócil de sus coterráneos. Había un sentido político en muchos de esos versos, sustentados en un decir nacionalista que parecía enraizar con tradiciones populares como la de la poesía gauchesca. Por ello, en las inmediaciones de Maipú y Córdoba escribió:

AQUÍ EL CORREO

ES NACIONAL

Y EL JOCKEY CLIB

ES ISRAELI

Y esa afición por lo gaucho, por lo criollo, e incluso por las efemérides patrias, le hacía escribir de la misma manera:

25 DE MAYO

FIESTA PATRIA

TOCAYO

BERRUTI

PATRIA ÚTIL

o, apelando al paladar nativo:

PARA NO ANDAR FLOJO

25 DE MAYO

LOCRO Y EMPANADA

DE HUMITA

DE CHOCLO

Entre las múltiples funciones que ejercía la poesía de Cachilo, una no menor consistía en practicar las formas de la crónica, género ciertamente importante para la vida social y para el registro de su dimensión histórica. Casi como un cronista de la actualidad, en ocasiones Cachilo escribía dando cuenta de eventos y personajes políticos, como si supiese que sus tizas o ceritas no podían dejar de consignar aquello que era relevante para la vida de la polis. De ese modo, en un muro anotó:

DOS FOTOS

DE MENEM

EN UNA DICE: DOCTOR M.

EN LA OTRA: MENSAJE DE

NAVIDAD

y en otro:

GENTE RESPETE PARTIDO

SOCIALISTA P.S.P. POPULAR PRIMERO.

AQUÍ GANÓ ESTEVEX

BOERO

Quienes leían esos graffitis, esas inscripciones de carácter multicolor, se encontraban de tal modo con un espíritu perspicaz –a su manera, desde luego– que pintaba la ciudad y el mundo. Y que lo hacía desde un lugar claramente definido, propio de un sujeto que se reconocía como nacional, o en lo nacional, lo que le daba, de forma indubitable, identidad y pertenencia. Una identidad y una pertenencia simbólica, desde ya, pero que a pesar del perfil extraviado de quien la enunciaba, representaba acaso la forma en que ese hombre podía reencontrarse con la ciudad y el mundo, denunciando –por ejemplo– las afrentas y defecciones que se urdían en torno de la enseña patria:

AQUÍ ESTÁ LA BANDERA

IDOLATRADA

REGALADA

Cachilo era, de tal modo, un cantor patriota, un nacionalista, que demostraba experimentar esa condición a pesar o más allá de su carácter desvariado. Había en él algo de payador, esa figura o cualidad que en nuestro país resulta tan significativa. Y como payador que era, supo dejarnos, como si fuera un Yupanqui, estos versos admonitorios, en los que se revelaba una clara visión de la fortuna que nos toca como pueblo:

PACIENCIA PAISANOS

ES NUESTRO DESTINO

DE ARGENTINOS

 

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