
Hugo Lamadrid, melenudo y combativo volante central que supo brillar en Racing a finales de los 80, y que hace unos años se reinventó –con humor ácido y en clave futbolera– como tuitero, escribió un libro que por estos días llegó a Rosario.
Como mediocampista de la Academia de Avellaneda se destacaba por su marca aguerrida y el paso cansino. Tras colgar los botines luchó –con la misma fuerza y pasión con que lo hacía en el verde césped– contra el gerenciamiento del club de sus amores y posteriormente contra las Sociedades Anónimas en el fútbol argentino. Más adelante, y más acá en el tiempo, reapareció pero convertido en un gran jugador de las redes sociales. Pasó de las palabras a las imágenes y sus videos empezaron a ser vistos y compartidos por miles de internautas. Ahora, a los 54 años, se animó a plasmar sus vivencias en el mundo de la redonda en formato libro, y lo bautizó: Lamadrí –El Renacido–. Gloria, caída y resurrección de un trabajador del fútbol.
En diálogo con El Eslabón, el Flaco, como se lo conocía en su época de pantalones cortos, admite que “el humor está presente, en mayor o menor medida, en todos los capítulos” y que “la historia podría ser la de un jugador de Primera D o uno que esté jugando la Champions League”.
Se lee como piña
El también standapero y Director General de Medios de la Municipalidad de la peronista y futbolera Avellaneda, adelanta que su reciente publicación arranca con el estilo que supo desplegar en el campo de juego: “Lo que yo busqué, para el primer capítulo, era poder pegarle una piña en el mentón al lector, a quien reciba el libro, para que no se me escape. Por la simple razón de que yo no soy escritor”. Y argumenta su juego brusco del inicio, como quien se excusa ante un árbitro para no ser sancionado: “Soy más conocido como tuitero que como escritor, y si yo le daba un margen de changüí al lector en un primer capítulo flojo o en el que yo solamente me ponía a introducir algunos temas, por ahí se me raja, ¿viste? No soy Casciari, no soy Sacheri. Y creo que a ese objetivo lo logramos bastante bien”.
El ex jugador derriba, como hacía con los rivales que se le cruzaban en el camino, todo tipo de línea de tiempo a la hora de volcar su historia en el papel. “No es un libro cronológico –detalla–, no arranca diciendo: «Hugo Lamadrid nació en Parque Patricios en el año 66». Tampoco arranca con el comienzo de mi carrera futbolística, yéndome a probar en las divisiones inferiores. Tampoco con mi debut en Primera, que de hecho está en el final del libro”. Advierte, además, que de su puño y letra salió “la historia, o fragmentos de la historia, de un jugador de fútbol que con total seguridad es la misma de cualquier otro jugador de fútbol, sea de la Primera D o el que está jugando la Champions League, porque seguramente una de esas vivencias las haya atravesado, alegres, tristes, ilusiones, desilusiones. Todo lo que tenga que ver con la vida de un jugador, o los fragmentos que creo yo son más vistosos de esa historia, están reflejados ahí”.
Claro que el humor ácido, irónico, sarcástico que implementa en redes sociales, no puede faltar en las páginas del libro que en Rosario se consigue en Buchín (Entre Ríos 735), y que presentará el domingo 4 de octubre, vía streaming, con el humorista Luis Rubio. “En el libro va flotando el humor en muchos capítulos. Te vas a encontrar con escenas bastante complicadas y al toque una parte de humor que te puede llegar a desconcertar”, señala el también comediante e influencer, y añade: “Te diría que el humor está presente, en mayor o en menor medida, en todos los capítulos, porque es lo que ameniza el libro. Sirve para descargar un poco la tensión, después de contar alguna situación compleja, y seguir con el capítulo que sigue”. Y en esa sintonía, anticipa un capítulo “tremendamente bizarro” de su muy breve paso –sin pena ni gloria– por la U de Chile. “El empresario que me lleva, en el año 91, me dice, arriba del avión y a 10 minutos de aterrizar en Santiago, que no me había vendido como volante central sino como un enganche con gol, habilidoso, y rápido por sobre todas las cosas”, rememora entre risas, y explica: “Lo que pasaba es que el 5 de la U, en ese momento era un proyecto de gran jugador, que de hecho jugó en la selección y que es (Luis) Musrri. Entonces, como ese lugar estaba ocupado, me tiraron por el lado izquierdo. Para cerrar esta síntesis, te adelanto que ese capítulo se llama 114 minutos, porque son los únicos que alcancé a jugar en Chile”.
Superar la prueba
En referencia a su debut en el campo de juego de la literatura, Lamadrid confiesa: “Fue de grande que empecé a escribir. En 2003 nos volvimos a encontrar con los compañeros del secundario, en una época en la que no estaban tan presentes las redes sociales, y como yo después hacía una especie de novela de cada encuentro, varios me decían que iba a terminar escribiendo un libro”. El también ex jugador de Juventud Antoniana (Salta), Aldosivi (Mar del Plata), Mandiyú (Corrientes), Quilmes, Douglas Haig (Pergamino) y San Martín de San Juan, agrega que su incursión en las redes sociales, también fueron un puntapié inicial importante: “El Twitter te da una agilidad tremenda. Ahora son 280 caracteres, pero en su momento, cuando había 140, tenías que tratar de ser ingenioso y que la situación que ibas a contar tuviera un principio, un desarrollo y un fin en sólo 140 caracteres. Ahora me la paso escribiendo todo el día”.
Ante el gran desafío de publicar un libro, el Flaco sostiene que “nunca había pensado que eso podía llegar a suceder”, y detalla: “Sucede que de tanto escribir y tanto amontonar cosas, me encuentro con Hernán Casciari, que algo sabe de esto y además es hincha de Racing, y cuando le conté lo que tenía me dijo que algo así acá no había. Se lo mandé por mail para que lo mire y a la semana me respondió algo que me da vergüenza de los halagos que me tiró. Ahí empecé a limar lo que tenía escrito, y la gente de Ediciones Al Arco le terminó de dar una forma impecable”.
Tras destacar que el libro tiene prólogos de Casciari y Éber Ludueña (el personaje que caracteriza Luis Rubio), Hugo reconoce que nunca fue un “gran lector”, pero que “sí me morfaba los libros y las historietas del Negro Fontanarrosa”, y señala, con respeto y algo detimidez: “Como muchos, crecí con esos chistes de Fontanarrosa. Y creo que muchos de esos recursos, pidiéndole perdón al Negro, se los he choreado, conciente o inconcientemente, y el libro tiene algunos giros que remiten a Fontanarrosa”.
Fuente: El Eslabón
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