Chamamé del mamoretá

Eran las 17.25, mi nieta Waira estaba sentada latiente frente a la pantalla de la noteboook. Ocurría que esperaba el zoom de su querida sala de 5 años de la Escuela Normal N° 1 de Rosario. Cuando a las 17.30 en punto se desplegó la pantalla, su cuerpo sonorizó en armonía.

Tres docentes lograban, en deliciosa danza, pillar desde la virtualidad que cada participante entrara en la poética pedagógica. La escuela y la intimidad de cada casa construían sin pausa una trama colectiva donde, aseguro, puso en juego aprendizajes. Digo juego porque en ese jugar con la música, las palabras, la gestualidad se construyeron conceptos.

El asombro como recurso logró que la magia, cual barrilete, se hiciera presente. Y cada niño o niña entre la magia y la picardía expresara palabras. También delinearon por escrito aquellas que hacían referencia a los o las protagonistas de la cuidada selección de canciones utilizadas. Una de ellas, el Chamamé del mamboretá, generó la oportunidad para retrabajar dos lenguas: el guaraní  y el castellano, y con adecuada explicación se hizo referencia a los pueblos originarios de nuestro litoral, los guaraníes.

Confieso que miré con discreción pero la emoción me invadió, y mate en mano me refugié en el patio para que mi alegría convertida en lágrimas me maquillara la cara.

A Pao, Eli, Héctor los abrazo y agradezco con todo mi corazón de abuela. Y como compañera jubilada que compartió patios y salones de esa escuela. Canto “Somos orgullosamente docentes de la Escuela Pública”. “Orgullosamente docentes de la más que centenaria Escuela Normal N° 1 de Rosario.”

(*) Profesora de educación física y de ciencias de la educación

Más notas relacionadas
Más por Stella Maris Acosta (*)
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

La “táctica Goebbeliana”

Pocos actos tan autoritarios como utilizar el aparato de comunicación del Estado (que paga