Bandas nuevas, políticas viejas. Geografía narco 6, “está escrito desde el barro de la historia, asumiendo errores pero siempre poniendo la cara en pos de la construcción de una sociedad con mayor igualdad”, señala su autor desde el prólogo, que aquí se publica a modo de adelanto.
Bandas nuevas, políticas viejas. Geografía narco 6
(prólogo)
La violencia no solamente es la partera de la historia si no también una de las principales herramientas de sostenimiento y reciclaje permanente del capitalismo.
A nivel internacional y también dentro de los límites de la Argentina y la provincia de Santa Fe.
Al terminar el año 2020, luego del primer año del gobierno de Omar Perotti, los números “sobre violencias altamente lesivas”, como los denomina el Ministerio Público de la Acusación, marcaron 376 homicidios en los 19 departamentos de la bota.
214 en el departamento Rosario y 93 en el departamento La Capital.
Para la población rosarina se constituyó como el cuarto año más violento de la década detrás del trienio 2013, 2014 y 2015.
La pandemia del Covid 19 generó un entretiempo de 21 días sin asesinatos pero lo desatado a partir de diciembre de 2019, una especie de partido final por la disputa de los territorios entre las nuevas bandas que alguna vez respondían a Los Monos con aquellas nuevas pandillas que antes respondían a Esteban Alvarado. Luego del aislamiento social preventivo y obligatorio se desató el segundo tiempo marcando el mes de septiembre como un espacio lacerado por los homicidios, tanto en el Gran Rosario como en el Gran Santa Fe. Por eso en este trabajo se harán permanentes alusiones a ese segundo tiempo en la cancha grande de la realidad santafesina.
La sangre derramada en los barrios de los departamentos Rosario, La Capital, San Lorenzo, Castellanos y General Obligado, por nombrar a los más atravesados por el dolor que genera el negocio de las “violencias altamente lesivas” termina generando dinero que se lava en los circuitos de los centros de las principales ciudades de la provincia.
Como bien dijo el presidente del Banco Central de la República Argentina, en las cuevas del microcentro está el dinero del narcotráfico y otras mafias.
El problema está en la lectura de las estadísticas que muestran la evolución de los delitos en la Argentina.
En las cárceles, las personas detenidas por estar vinculadas al narcotráfico eran 3.627 en 2005 y 16.664 en 2019.
Pero, en forma paralela, el flujo de dinero que genera semejante multiplicación de la gente vinculada a este negocio ilegal, tipificado como lavado de dinero y, por lo tanto, como “delitos contra el orden económico y financiero”, apenas tuvo 341 causas iniciadas en todo el país en ese año 2019.
La sangre derramada es de la muchachada de los barrios como también vienen de allí los que pueblan los penales del país.
Pero la circulación del dinero a través de cuevas, bancos, mutuales, clubes de fútbol, profesionales de distintas áreas y hasta contratistas de los estados (nacional, provinciales y municipales) apenas está observada.
Si fuera serio el nivel de persecución judicial al lavado de dinero debería llamar a escándalo la cifra que prueba que la mayor cantidad de plata que se lava en Argentina está en la provincia de Tucumán ya que tiene iniciadas 67 causas en 2019, contra 24 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o las 18 en la provincia de Santa Fe.
El capitalismo repite la metáfora del vaso al revés. Descubre hacia abajo, los que pueblan las cárceles y riegan con su sangre las calles de los barrios desangelados y encubre hacia arriba, protegiendo el lavado de dinero, el flujo permanente que necesita el sistema para alimentar nada menos que el cuarenta por ciento del movimiento bancario en cualquier parte de esta cápsula espacial llamada planeta Tierra.
Desde el año 2000 hasta el presente seguimos creyendo que la lucha contra el narcotráfico es una forma de pelea contra el capitalismo y que, por consecuencia, los partidos políticos que quieren renovar el sistema no irán a fondo contra esta lógica.
De allí la importancia del diagnóstico.
Un mal análisis aleja la solución y duplica el tiempo de una respuesta a la necesidad de tranquilidad que tiene nuestro pueblo, no solamente en la provincia si no en toda la Argentina.
Los números de los homicidios registrados en 2020 en la provincia de Santa Fe no son producto de las políticas públicas de ese año, si no de la evolución histórica de la economía informal cada vez más mayoritaria que tiene el territorio.
Hay nuevas bandas narcopoliciales y hay renovación de viejas políticas.
Esto quiere decir que nosotros apoyamos las líneas generales que le imprime Marcelo Sain a sus ideas de transformación, reflejadas en sus tres leyes que votaremos a favor, las de Seguridad Pública, Control Policial y del Sistema Policial de la Provincia de Santa Fe.
Pero la disputa personal entre integrantes del Frente Progresista Cívico y Social con el ministro y el resto del gobierno de Perotti no avanza hacia las soluciones que necesita el pueblo santafesino.
Si hay evidencias de delitos cometidos por funcionarios actuales o pasados del estado santafesino habrá que probarlas en la justicia.
La cuestión fundamental es el mientras tanto.
Las fuerzas de seguridad, desde la recuperación de la democracia hasta el presente, no responden al control político del partido gobernante, ya sea en la Nación o en las provincias.
Es imprescindible tener fuerza política sobre las fuerzas de seguridad para generar una seguridad democrática y para ello hace falta el compromiso de todas las fuerzas políticas con representación legislativa más los ejecutivos. Hace 37 años que los nichos de corrupción de las fuerzas de seguridad son las que imponen las reglas a la política.
Hay que bajar las susceptibilidades.
Tres puntos básicos de acuerdo: reducción de los nichos de corrupción en las fuerzas de seguridad, identificación y reducción del mercado ilegal de armas y persecución seria al lavado de dinero.
Duplicar las partidas presupuestarias para que en los barrios donde se derrama la sangre joven aparezca trabajo, salud, educación, cultura y alegría.
La seguridad reducida a la compra de patrulleros, drones, cámaras de vigilancia y armas solamente les sirve a las empresas que les venden esas tecnologías a los distintos gobiernos.
El hedonismo, el arte de la impostura de los partidos tradicionales y la exacerbación de la susceptibilidad terminan produciendo una mínima presencia política a la hora de construir seguridad democrática.
Porque así como 2020 se caracterizó por la pandemia, el crecimiento de la desocupación y los niveles del negocio de la violencia, también fue el año de la estafa de Vicentín.
Un claro ejemplo de la colonización del estado para fugar capitales y robarle dinero al pueblo argentino a través de funcionarios corruptos del Banco Nación y del Central.
También fue el año del juego clandestino, los fiscales presos y el senador denunciado y que no pudo ser investigado por lo que significa la existencia, como lo decimos desde hace décadas, de un partido transversal conservador en la provincia, el PUS, el Partido Único Santafesino, donde figuras políticas de diferentes vertientes populares, junto a integrantes del poder judicial, del gran empresariado vernáculo y sectores oscuros de las iglesias hacen de la provincia una de las más atrasadas del país.
El asesinato de Eduardo Trasante, el 14 de julio de 2020, generó un profundo dolor en nuestras compañeras y compañeros de Ciudad Futura. En forma paralela, ciertos manejos de parte del ministerio de Seguridad para con la viuda del pastor profundizaron las diferencias. Por esa razón nosotros votamos a favor dos leyes que fueron definidas como antiSain cuando fuimos, somos y seremos defensores de sus ideas de una forma pública mucho más clara que muchos oficialistas. Sin embargo, una vez más, la lectura se hizo desde lo personal y coyuntural sin tener en cuenta la historia y el trabajo realizado en este campo donde decenas y decenas de veces denunciamos en soledad esos entramados de poder que multiplicaban los dineros en el centro y la sangre derramada en los barrios de las ciudades santafesinas.
Creemos que la suerte del señor Dutra como histórico contratista de la provincia también marca una forma de comportamiento del lavado de dinero procedente de negocios ilegales, al mismo tiempo que insistimos en saber qué entra y qué sale por los puertos de la provincia.
Las bandas nuevas, tal como nos dijeron algunas fuentes citadas en aquel primer libro del año 2000, son cada vez más feroces e imitan rasgos de los carteles mexicanos, mientras la política tradicional juega al escenario de los ofendidos. Lo más viejo de la política, subordinar lo colectivo a las susceptibilidades particulares, una de las claves del capitalismo: el desmedido individualismo.
“Bandas nuevas, políticas viejas. Geografía narco 6”, entonces, está escrito desde el barro de la historia, asumiendo errores pero siempre poniendo la cara en pos de la construcción de una sociedad con mayor igualdad.
Santa Fe es cada vez más desigual y, por lo tanto, será cada vez más violenta.
Salir de las susceptibilidades y construir acuerdos mínimos quizás le ofrezcan a las nuevas generaciones una oportunidad de vivir mejor en este fenomenal y amado territorio.
Desde ya, muchas gracias.