La emergencia sanitaria reafirmó, una vez más, y de manera letal, que las tragedias sociales sólo pueden ser mitigadas y administradas desde el Estado y las organizaciones sociales que trabajan con una cosmovisión que pone lo comunitario por encima de lo individual.
La pandemia expuso además que si se la “enfrenta” desde el mercado y la centralidad existencial del mercado, el virus muestra algunos parecidos muy profundos, esenciales, con el capitalismo. Con sus valores, sus dogmas y la forma de concebir la vida.
Tanto en el mundo de la pandemia como en el del mercado se impone la ley de la selva. Quedarán vivos algunos, los que puedan. Los demás, no. Y esto suena a la quintaesencia de un sistema basado en la exclusión, en el descarte de buena parte de la población.
Esta suma de obviedades puede resultar redundante y evidente para muchas y muchos, pero no para todos.
Para los denominados “libertarios”, la crisis demuestra exactamente lo contrario: hay que privatizarlo todo, sin excepción, incluso las calles, plantean quienes tienen por enemigo mortal al Estado, origen de todos los males conocidos y por descubrir.
Con referencia a la pandemia, Phillipe Bagus afirma en su artículo de abril de 2020 “¿Qué diría Rothbard sobre el pánico del COVID-19?” que la solución es privatizar las calles.
Murray Newton Rothbard murió el 7 de enero de 1995. Es uno de los máximos referentes de los libertarios y sus ideas vienen cobrando cada día más fuerza, también en la Argentina. Afirma Bagus en el artículo antes mencionado: “En cuanto a la libertad de movimiento, podría argumentarse que la mayoría de las calles son propiedad del Estado y que el gobierno tiene el derecho de restringir la libertad de movimiento en sus calles para proteger la salud de sus ciudadanos. De hecho, la propiedad pública de las calles es un problema desde una perspectiva libertaria. Las calles deben ser privadas. Si las calles fueran privadas, los propietarios decidirían quién puede usarlas y en qué condiciones. Como dice Rothbard en La ética de la libertad (1982, p. 119): «En la sociedad libertaria… las calles serían todas de propiedad privada, todo el conflicto podría resolverse sin violar los derechos de propiedad de nadie: porque entonces los dueños de las calles tendrían derecho a decidir quién tendrá acceso a ellas, y podrían entonces mantener fuera a los “indeseables” (en nuestro caso personas sospechosas de estar infectadas con virus) si así lo desean».
En este video se reproduce la primera parte de la conferencia impartida por Murray Rothbard en 1981 durante la convención del Partido Libertario de EEUU celebrada en dicho año, en la que explica el proceso de su evolución ideológica y su progresiva conversión al libertarismo.
Virus y mercado: una asociación íntima para el mutuo beneficio
La actual etapa del capitalismo y Covid 19 se fusionaron en una unión simbiótica. La simbiosis se define como “la asociación íntima de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente en su desarrollo vital”. Es “una relación de ayuda o apoyo mutuo que se establece entre dos personas o entidades, especialmente cuando trabajan o realizan algo en común”.
Y esta asociación mortal logró incluso más que lo que plantean Bagus y su maestro Rothbard: se privatizó el aire. El aire pasó a ser un bien que, en determinadas circunstancias, se vuelve escaso. Y el mercado manda.
El agua cotiza en Wall Street desde diciembre de 2020. Y calles, y barrios enteros privatizados, sustraídos del espacio público y cerrados a los “indeseables” existen desde hace décadas. Allí no hay Estado, mandan los propietarios, como le gusta a Bagus y Rothbard.
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