El desarrollo cultural suele pasar por debajo de lo que se muestra a nivel oficial e incluso en redes como producto. La producción y sus condiciones se ocultan.

Hablamos con Juan Manuel Checho Godoy, que entró a Planeta X a través de Matilda, el dúo que conforma con Ignacio Nacho Espumado Molinos. “En el año 2002, dimos un recital en Planeta X, a los chicos de Planeta les gustó mucho nuestra propuesta y nos invitaron a ser parte del sello. Ahí me empecé a involucrar en el proyecto y a participar activamente de lo que era el colectivo. Y a ser parte de la casa, de las fiestas, los recitales, de las asambleas, y fue una experiencia muy intensa que durante 10 años, en los que tuvimos casa, era hacer cosas todos los fines de semana, tener una agenda muy abultada y estar haciendo muchas cosas a la vez”.

Antes, y al lado de aquellos, hubo otros colectivos más o menos cercanos. La Biblioteca Ghiraldo (que continúa actualmente en Carriego y Marcos Paz y por donde muchos de los integrantes de aquellos grupos pasaron), El galpón Okupa y las muchas experiencias de casas tomadas post 2001. 

Checho recuerda algunas de esas grupalidades: “Me acuerdo de 0.0 que era un proyecto más de corte de las artes plásticas pero también se sustentaba a través de fiestas y de algún que otro recital. Después había otros grupos Indymedia, pero se manejaban económicamente de otra manera, con subsidios y esas cosas que venían de afuera, pero con un tipo de organización asamblearia, algo que estuvo en auge a partir de lo que fue el 19 y 20 de diciembre del 2001. Había otro grupo (La Conjura TV) que hacía algo que tenía que ver con la televisión que eran pioneros en esa época”.

Hoy en día no se ven muchos grupos que estén haciendo algo similar, “podríamos decir el MUG (Movimiento Unión Groove) que es un grupo que nuclea varias bandas y trata de hacer movidas juntes. Y alguna experiencia similar a Planeta X con las fiestas puede ser lo que fue Planeta Cabezón. Que ahora es una radio pero también en una época sus fiestas eran muy importantes” comenta Checho.

El caso de Planeta X es notorio en su militancia de las fiestas. Una de las movidas más importantes en ese sentido fue nombrada Club de Noche. Checho nos cuenta vía WhatsApp que “las fiestas eran un espacio que nosotros generábamos para poder divertirnos en un marco de tolerancia y de amor, y de quema permitida. Teníamos un sello y en esas fiestas se organizaban recitales o muestras o lo que fuere, las fiestas no eran el medio de algo sino que terminaban siendo el fin. Si bien ganábamos plata para tener la casa, también queríamos hacer esas fiestas para poder divertirnos de la manera que nos gustaba, en un marco amigable y donde las pautas de lo que se hacía en la noche estén dictadas por nosotros”.

“Todo este tipo de experiencias son importantes porque dejan sentado un precedente que las generaciones futuras van tomando, ven que es posible hacer ese tipo de experiencias y que pueden salir bien, y pueden dar sus frutos. Estéticamente no creo que haya una línea. Pero sí creo que hay grupos como el MUG o los mismos sellos discográficos indie que en Rosario se manejan de una manera similar a la que se manejaba Planeta X. Siempre es importante en las ciudades o en los pueblos, cuando alguien hace algo de tipo artístico o social o cultural, porque eso deja un mojón que alguien en algún momento va a retomar. Las experiencias de organización colectiva están buenas porque la gente se apropia de ciertas herramientas y las pone en uso, y genera un montón de actividades y contenidos que a lo mejor desde la individualidad es muy difícil poder realizarlas”.

Respecto a la relación de esas experiencias teñidas por una militancia autogestiva con los organismos oficiales, no ha sido una fiesta. “Las instituciones culturales oficiales la única función que cumplían era la de controlar y la de reprimir ese tipo de actividades. Por algo en algún momento tuvimos problemas en algunas casas, no podíamos hacer las fiestas, tuvimos que ir mudándonos. Siempre sucede que la cultura oficial atrasa un poco, nunca es totalmente contemporánea a lo que está sucediendo. Si nos vamos hacia los 90, los espectáculos de tipo gratuito que se presentaban en Rosario en esa época en el monumento, o lo que sea, tenían que ver más con los años 80 que con los 90. En esos lugares tocaban León Gieco, la Trova Rosarina, Lito Vitale. Esos eran los shows que se brindaban a la juventud. Y después había algunas cositas más chiquitas como Bandas en Río o algunos concursos para las bandas de acá, pero poco y nada”.

Esa represión de lo nuevo y exaltación de lo instituido no es algo inherente a la cultura. Las ferias que nacieron como respuesta a la crisis local de principios del siglo son un claro ejemplo de aquello que pasó por el filtro de la represión para ser apropiado y gestionado por el propio estado.

“La relación entre la cultura oficial y los espacios autogestionados, fue prácticamente nula o de control. Y todavía esa relación sigue bastante en cortocircuito, porque se sigue persiguiendo a los espacios culturales independientes. No se les da un marco legal como para que puedan funcionar. Esa cuestión tendría que aggiornarse y creo que se va a dar en algún momento porque la generación de gente joven va a ocupar cargos en la cultura oficial, pero bueno… cuando los termine de ocupar también va a aparecer algo nuevo y siempre vamos a estar un poco atrasados”.

“Si somos necios que van sin memoria, nuestro destino será circular. Si se repite siempre la historia, nuestro futuro nunca llegará”, cantaba Checho en el 2008 en Para ser movimiento.

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