Las internas de la Unidad Penal 5 de Rosario se organizaron ante el temible coronavirus. Pabellones enteros se aislaron por decisión propia a pesar de lo que ello significa para quienes viven fuera de la realidad desde hace años.

Emplazada sobre un ex basural, la Unidad 5 está lejos de brindar las condiciones humanas básicas: “El agua no es potable, no tiene gas natural, la calefacción es eléctrica y los tapones de la luz saltan cada dos por tres”, contó la licenciada Graciela Rojas, integrante desde hace 16 años de Mujeres Tras Las Rejas, una organización sin fines de lucro que trabaja con mujeres y diversidades dentro y fuera de la cárcel. En diálogo con El Eslabón, Rojas dio cuenta de la situación actual de las 177 internas que se encuentran alojadas en la “Cárcel de Mujeres” de Rosario.

En ese orden, Jaquelina Balangione, abogada y Defensora Pública de la Provincia de Santa Fe, sumó: “Además es lejos, no llegan las líneas de colectivos urbanos, es realmente un problema para las visitas. Sabemos que por la propia selectividad del sistema penal esto recae en los sectores más humildes, donde no es fácil juntar 500 o 600 pesos para un remis que te lleve hasta allá. Se trabaja mucho con el apoyo de Organizaciones No Gubernamentales que acuden permanentemente y han sentido este cimbronazo del traslado de la vieja sede a la nueva, sumado a la pandemia”.

Acompañar los reclamos y sostener los espacios

Durante 2020 y lo que va de 2021 los reclamos por las condiciones en que viven las personas privadas de su libertad tomaron mayor magnitud debido a la pandemia. El retraso en la vacunación y los casos positivos de coronavirus fueron puestos en el ojo de la opinión pública. Aun así, la superpoblación, la falta de acceso a productos básicos y a los servicios esenciales, no son una novedad. 

La unidad Regional 5 está compuesta por 4 pabellones. El más poblado es el Federal, en el cual conviven unas 60 internas; y allí fue donde se desarrolló el principal número de contagios: “Ese pabellón tuvo una gran cantidad de contagiadas que cursaron la enfermedad sin mayores complicaciones, salvo una de las chicas que tuvo que estar internadas unos días. Por otra parte el pabellón 2 se aisló de manera voluntaria, no recibieron visitas, paquetes, ni colocaciones laborales. Durante aproximadamente veinte días se mantuvo esta modalidad. Por otro lado, el pabellón de madres, por ejemplo, siempre estuvo aislado por las criaturas”, sostuvo Rojas.  

Los reclamos y gestiones que múltiples organizaciones, espacios políticos y el propio Estado llevan adelante, no se hicieron esperar. Tanto en la Unidad 4 de la capital provincial así como en la Unidad 5 de Rosario, existe un equipo interdisciplinario que de manera permanente visita las cárceles, sirve de nexo entre las internas y sus familiares, tratando de acelerar sus causas o las necesidades que plantean. “Desde la Defensa Pública tenemos un monitoreo constante con visitas permanentes a todas las cárceles y lugares de encierro, pero en las cárceles de mujeres tenemos armado un dispositivo permanente, le ponemos más atención todavía”, sostuvo Balangione, y agregó: “Existe un programa que ahora está en la estructura del organismo, que es un Programa de asistencia y asesoramiento para las personas que están bajo encierro”. 

Además de las medidas adoptadas por las propias internas, desde Mujeres Tras las Rejas sostienen 7 talleres que retomaron hace unos 15 días, luego de permanecer cerrados durante más de un año: “Hemos vuelto a la presencialidad, por pabellón, con burbujas, cuidando el espacio, cuidándonos nosotras también, la mayoría ya contamos con las dos dosis de la vacunas, explicó Rojas y agregó: “Como segundo paso, se hizo una primera vacunación colectiva de 30 mujeres con comorbilidades y algunas situaciones de salud más precarias, y este viernes (por ayer) se va a terminar de vacunar con primeras dosis en todas las unidades, incluida la 5 de mujeres en Rosario”.

Sin perspectiva de género no hay justicia social

Mujeres Tras las Rejas se gestó  como un puente, un nexo sumamente necesario entre el “adentro y el afuera”. Donde el Estado tarda en aportar respuestas, ellas brindan una mano, acompañan, insisten, transitan. “Venimos trabajando en el paradigma de obtener derechos para las internas y venimos haciendo acuerdos militantes para lograr sostener y avanzar al respecto”, dijo Rojas, y puntualizó: “Estamos moviendo el amperímetro, pero no deja de ser un proceso. No va a haber justicia social si no hay perspectiva de género en el encarcelamiento femenino. No es porque queremos que esté el encarcelamiento femenino, pero mientras exista, la garantía de derechos tiene que ser la vara que mide”.

De las casi 8 mil personas que se encuentran privadas de su libertad en la provincia de Santa Fe, sólo 220 son mujeres. En ese sentido, Balangione explicó: “Si bien aritméticamente la población femenina en las cárceles es mucho menor en lo que respecta a los varones, el dato llamativo es que proporcionalmente va creciendo más rápido. Es sabido que generalmente proviene de causas identificables o relacionadas con la comisión de delitos que tienen que ver con el sustento. Muchas son mujeres solas, precedidas por situaciones de violencia de género, explotadas por algún proxeneta o utilizadas como los últimos eslabones de la cadena que compone la complejidad del narcotráfico”, sostuvo.

Tanto desde la Organización como la Defensoría Pública, articulan con el entorno, mayormente femenino, que sostiene tanto a mujeres como varones presos. “Las mujeres son las que hacen la cola para entrar, las que llevan la comida, las que discuten con el defensor, las que llevan la plata cuando hay que poner algo, las que movilizan los recursos cuando las personas salen. Son las mujeres del afuera, tan vulnerables y vulneradas como las que están adentro, las que sostienen el sistema carcelario”, dijo Rojas.

Maternar en un contexto de encierro

Según el artículo 195 de la Ley 24.660 de Ejecución Penal, “la interna podrá retener consigo a sus hijos menores de cuatro años. Cuando se encuentre justificado, se organizará un jardín maternal a cargo de personal calificado”. Como pasa habitualmente con este tipo de normas, los espacios en blanco o sin delimitar, siempre perjudican al más débil. En la Unidad 5 son 12 los niños y niñas de entre 0 y 4 años que conviven con sus madres.

“Estamos trabajando al aire libre, tenemos varios grupos de huerta desde 2019 y un taller de música que son espacios en los que también participan los hijos e hijas que están acompañando a sus mamás. En ese sentido, el tema de los niños que se encuentran dentro del penal se viene trabajando desde hace mucho en coordinación con los defensores, Organismos de derechos humanos, inclusive desde la dirección del Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) han hecho aportes. Se trabajó mucho en garantizar los derechos de esos niños que no están detenidos sino que están acompañando a sus mamás, con las pediatras que tienen una hermosa postura respecto al derecho de las madres a saber acerca de la salud de sus niños y estamos caminando por más”, expresó Rojas.

Balangione comentó: “Es un número muy alto de niños y niñas que viven en prisión exactamente en el mismo régimen de encierro que sus mamás, con las mismas prohibiciones. Las cárceles no están preparadas para una correcta atención integral de estos niños. Tienen horarios bastantes estrictos, el patio no tiene techo o media sombra, si hace mucho frío o mucho calor o llovizna no pueden salir. Es un recurso muy acotado que resulta extraordinario que lo puedan utilizar. Las mujeres padecen más la prisionalización, tiene mayores efectos sobre ellas, es muy marcada la pérdida o alejamiento con los lazos familiares. Especialmente con los hijos e hijas que llegan a la adolescencia, es muy dificultoso y humillante, por ejemplo, el tema de las requisas para poder entrar a ver a sus madres y eso produce que en un lapso determinado de tiempo ese vínculo se corte o se vuelva más discontinuo”.

El edificio donde funciona el Instituto de Recuperación de Mujeres no cuenta con espacios adecuados para las internas que están por parir o acaban de hacerlo, tampoco cuenta políticas de apoyo cuando las mismas salen en libertad: “No hay un espacio donde puedan hacer el trabajo de pre-parto, o transitar el puerperio, cuando están recién paridas no cuentan con un espacio acogedor, de lactancia, de cuidado”, cuenta Rojas, al tiempo que sostiene: “Cuando una mujer cae presa se derrumba un sistema, una construcción monoparental que recae sobre otra mujer. Ese bastión lo retoma otra mujer. Las mujeres son fuertes, decididas, resistentes, resilientes, son las que sostienen ese sistema. Nosotras trabajamos en ese puente que es el dejar la cárcel sin recursos, sin políticas públicas, sin ningún contacto con el exterior. Hay chicas que pasan 8,10 años y salen sólo con un boleto de colectivo, y estamos trabajando en eso, en el puente que significa entre el adentro y el afuera”.

En ese sentido, la Defensora Pública agregó: “La mayoría están muy solas en la vida, es muy distinto a lo que pasa con los varones. Entonces, la vuelta a la libertad o semilibertad, muchas veces trae un fracaso. No hay desde el Estado la posibilidad de ponerlas como sujetas de políticas públicas integrales, no se trata de decir: «bueno, te doy un subsidio, te mando a tu casa», sino de ver que va a hacer esa mujer, cómo va a salir para realmente insertarse. Es una población difícil, vienen de situaciones muy duras, por eso también tratamos de tener una  perspectiva de género y sacarlas de eso de que la única opción sea que aprendan a hacer una manicura, coser, bordar, tratamos de capacitarlas en otros oficios o actividades que les abran un poco los caminos para el día que recobran la libertad”.

El derecho superior del niño y la niña

Hace dos meses, desde Mujeres tras las Rejas se presentó un protocolo que “reúne la presencia de les niñes en el sistema carcelario”, producido en conjunto con la Asociación de Pensamiento Penal, Derechos Humanos y algunos defensores: “También fue muy importante el aporte de Salud Mental ,a través de las pediatras, y el de la directora del CAJ. Lo ideal sería que los niños no estuvieran pero ante la realidad de que están, hay que trabajar con ello”. Dicho protocolo, llevado a la cámara alta por la vicegobernadora, Alejandra Rodenas, regula la permanencia de los niños ante la salud, la recreación, educación, parentalidad y socialización: “Los puntos propios de una crianza. Es un paso muy importante y estamos esperando que se tomen medidas al respecto”, expuso.

Un sistema carcelario que incluya a todes

El sistema penitenciario fue pensado para varones, pero no sólo existe el binomio varón-mujer sino que también hay muchos casos de personas que pertenecen al colectivo LGTBI+ que también se encuentran dentro del sistema penitenciario y hoy están en un sistema que es tan duro como el de los varones.

Esta perspectiva de género es casi nula en lo que respecta a la capacitación de los y las  agentes que trabajan ahí: “Es una realidad que quienes trabajan dentro de los penales también viven un padecimiento en el encierro, cuentan con poca capacitación, sueldos bajos, muchos son trasladados desde muy lejos, hacen guardias de 24/48 horas y si algún relevo falta, deben quedarse otro día más. Ellos también padecen, tienen un régimen disciplinario muy vertical con altos niveles de violencia institucional. Los lugares de encierro son propicios para el desarrollo de esta violencia, que no solamente es propinarle golpes a una persona. El maltrato muchas veces va más allá, desde insultos hasta no llevarle la comida o no brindarle asistencia si la persona requiere un médico”, sostuvo Balangione.

A pesar de la existencia de un protocolo a nivel internacional acerca de los servicios básicos de salud con respecto a las mujeres, el mismo contiene mucha información que no contempla la perspectiva de género sino que focaliza a la mujer sólo en su posibilidad de ser madre.

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