Bolsonaro repitió que solo Dios lo sacará de la presidencia, y que no respetará las decisiones de la Justicia. La movilización en su apoyo fue importante, pero menos de lo que esperaban los golpistas.
“Les digo a los canallas que nunca seré preso (…) les digo a los que quieren hacerme inelegible que solo Dios me saca”, señaló el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ante una multitud de partidarios que pedían a gritos un golpe militar. El mandatario agregó que no cumplirá con las decisiones de la Justicia, que lo investiga en varias causas, y volvió a cargar contra el sistema electoral. “El alma de la democracia es el voto. No podemos admitir un sistema electoral que no proporciona ninguna seguridad (…). No podemos tener elecciones si hay dudas de los votantes”, dijo el presidente, que además sigue apretando a la Corte Suprema para que su presidente, Luiz Fux, haga que otro de los miembros, Alessandro Moraes, deje de investigar al mandatario en la larga lista de delitos en los que estaría involucrado él y su familia.
“Todavía tiene tiempo para redimirse, tiene tiempo para archivar sus investigaciones”, dijo con referencia a Moraes.
En la previa al acto de Bolsonaro, el magistrado ordenó la detención de uno de los aliados del presidente, el ex diputado Roberto Jefferson, por promover ataques antidemocráticos a partir de la creación de una usina de noticias falsas.
“Debemos determinar que todos los presos políticos sean puestos en libertad”, dijo en referencia a Jefferson, sin precisar cómo adoptaría una decisión de ese tipo desde el Ejecutivo.
“No podemos aceptar más presiones políticas en nuestro Brasil, o el jefe de ese Poder (Judicial) no encuadra a los suyos o ese Poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, amenazó el presidente.
“No aceptamos medidas o acciones fuera de la Constitución. Tampoco podemos seguir aceptando que una persona específica siga barbarizando a nuestra población”, agregó.
Bolsonaro dijo que a partir del miércoles 8 convocará a los ministros y presidentes del Senado, Diputados y la Corte para mostrarles una fotografía de esta manifestación. “Les mostraré hacia donde tendremos que ir”, subrayó.
La prensa hegemónica en contra
Tanto O Globo como Folha de Sao Paulo vienen criticando duramente la deriva autoritaria de Bolsonaro, que molesta a buena parte de los poderes fácticos.
La gran mayoría de los analistas políticos de Brasil afirman que el peligro no terminó, y que hay que estar alerta. Pero al mismo tiempo señalan que, por ahora, “perro que ladra no muerde”, “mucho ruido y pocas nueces”, y que habrá que ver con el tiempo si sus bravatas no lo debilitaron aún más.
Con una popularidad muy baja (aunque con cierto poder de movilización en la calle) en medio de una profunda crisis social y sanitaria, y con buena parte del establishment que ya le soltó la mano, para muchos la marcha lo perjudicó.
Brasil atraviesa una profunda crisis social, sanitaria, e institucional. No hay indicios de recuperación con un nivel de desempleo. Y la pandemia continúa, con menos casos, pero la vacunación viene lenta: el 30 por ciento de la población.
El miércoles 8, el diario O Globo tituló: “Después de los actos, Bolsonaro aumentó su aislamiento y abrió el camino para el impeachment”. Y todo indica que los 120 pedidos de juicio político que duermen en el Parlamento ahora conseguirían más apoyo, incluso de partidos de derecha.
Por su parte, Folha de Sao Paulo señaló que las marchas “fragilizan su base y lo ponen más cerca del impeachment”.
En principio, ya se negocia una fusión entre dos partidos de derecha que antes lo apoyaban: el Partido Social Liberal y Demócratas. Se busca conformar un nuevo bloque de derecha, sin Bolsonaro, y se habla de un posible apoyo al juicio político.
A esto se suma que el neoliberal Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el partido de Fernando Henrique Cardoso, convocó a una reunión para discutir la posibilidad de hacerle un juicio político a Bolsonaro.
Para los neoliberales que trabajan a favor de los poderes económicos más concentrados, el mandatario empieza a ser un escollo que pone nervioso al mercado.
Y hasta integrantes de su gobierno salieron a despegarse. No avalaron sus palabras y dijeron que fue un error llamar “canalla” a Moraes.
Bravuconadas sin resultado
Bolsonaro anunció durante el acto la reunión del Consejo de la República, un organismo que, eventualmente, puede decidir el estado de sitio, la intervención federal de cualquier jurisdicción o declarar el estado de conmoción nacional, informó Página 12.
La única vez que entró en funciones fue en 2018, cuando Michel Temer decidió intervenir militarmente el estado de Río de Janeiro, y designó como responsable de la seguridad de aquel estado al actual ministro de Defensa, el general Walter Braga Neto.
El Consejo es presidido por el presidente, y está integrado por el vicepresidente, los presidentes de las cámara de Diputados y del Senado, los titulares de los bloques parlamentarios y personalidades de la sociedad civil designadas por el Poder Ejecutivo.
Pero no va a poder ser. No habrá reunión del Consejo. Los integrantes se negaron a acatar la convocatoria.
Tampoco le hará caso, ni responderá a sus aprietes, ultimátums y presiones, la Corte Suprema, a la que Bolsonaro amenazó en caso de que su titular, Fux, no tomara medidas contra Moraes, el magistrado que ya envió a la cárcel a varios bolsonaristas, e investiga al propio presidente por atentar contra el estado de Derecho.
En declaraciones reproducidas por Página 12, el ex canciller de Brasil, Celso Amorim, comparó las amenazas del presidente Bolsonaro a la Corte Suprema con las maniobras de lawfare que provocaron la destitución de Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula da Silva. “El bolsonarismo es un virus que aprovechó la infección del lawfare”, sostuvo Amorim a Télam. Además destacó que “Brasil es el epicentro de la extrema derecha internacional” y comparó a Bolsonaro con el ex presidente de EEUU, Donald Trump.
“Si Bolsonaro buscaba generar temor, eso no ocurrió. Volvió a lanzar una amenaza a la Corte Suprema dirigida a un juez que lo está investigando y que ordenó detenciones de policías militares”, dijo Amorim, quien agregó que en las protestas de Brasilia hubo una asistencia de público importante, pero no tan significativa: “Hubo muchos camioneros y gente vinculada al agronegocio”, afirmó.
Amorim consideró además que Bolsonaro “no causó una impresión muy grande, juega con el temor de un posible golpe pero no sé si tiene la fuerza para hacerlo”. De todas formas, el ex canciller brasileño no descarta “que pueda impulsar un golpe para sobrevivir, para evitar un impeachment”.
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