El politólogo Diego Añaños analiza el mundo de las offshore y el modo hegemónico de reproducción del capital de los negocios financieros: el dinero haciendo dinero por encima de la producción.

Las cajas de Pandora son el paradigma de las sorpresas. No es raro entonces que ese nombre se elija para una pesquisa cuyos resultados develan secretos bien guardados. Un consorcio internacional de periodistas de investigación analizó millones de documentos que revelan manejos de fondos en rutas extraterritoriales, conocidas como offshore. No sólo figuran personas que tallan fuerte en el mundo de las finanzas, sino 330 políticos relevantes de 90 países. “Se trata de cuentas abiertas fuera del país en el que viven las personas y tienen ubicada su actividad comercial y la residencia de sus empresas”, dijo el politólogo especializado en economía y docente de la Universidad Nacional de Rosario, Diego Añaños. ¿A qué se le llama paraíso fiscal? “A un lugar que presta la posibilidad de la radicación formal de empresas sin exigir demasiados controles, que normalmente no cobran impuestos y no hacen demasiadas preguntas”, definió. “Cualquiera de nosotros piense qué ocurriría si ve salir a su pareja de un hotel alojamiento y ésta le dice que en realidad va a ese lugar porque allí son muy ricos los carlitos de pollo. Puede ser verdad, pero no suena verosímil”, acuñó, y concluyó: “Es casi evidente que estos paraísos fiscales se han constituido en espacios donde las empresas o las personas pueden huir de la lupa del Estado. Se prestan para la evasión fiscal, están creados para eso”. “Si esto está relacionado a la idea de sorpresa, nos estamos equivocando, porque si hay algo que no hay es sorpresa. Estoy sorprendido por la sorpresa de la gente”, comentó, y agregó, haciendo referencia a las revelaciones de los Panamá y ahora Pandora Papers: “Esto es muchísimo más común de lo que pensamos. Desde la década del 80 para acá, toda la arquitectura financiera internacional se ha construido sobre estos fundamentos. Es el modo natural que tienen de comportarse las empresas”. 

“Partimos de una sospecha: si alguien tiene una cuenta offshore algo está ocultando. Puede ser ocultar del ojo del Estado su propio patrimonio para no pagar impuestos o puede ser algún negocio turbio vinculado con la droga, la trata de personas la venta de arma o lo que se nos ocurra, pero la idea fundamental es que lo que se intenta es ocultar algo, después se verá qué oculta”, describió. 

Neoliberalismo y mega fortunas

“Desde que se iniciaron los procesos de reformas estructurales, como se les llama a los procesos neoliberales en el mundo, como los gobiernos de Ronald Reagan (Estados Unidos) y Margaret Tacher (Inglaterra), esta es la forma normal o natural que ha ido tomando el perfil financiero económico y comercial en el mundo. La sustitución de la valoración productiva del capital por la valorización financiera del capital”, detalló. 

Es ese marco el que baja las barreras de control y regulaciones, favoreciendo que ocurran fenómenos de este tipo. “Hace unos días hubo un apagón de redes sociales y el empresario Mark Zuckerberg perdió en dos horas siete mil millones de dólares, una cifra imposible de pensar y hasta de escribir por la cantidad de ceros que tiene. Pero lo que este señor perdió es más que la fortuna completa del argentino más rico que es Marcos Galperín, que tiene unos seis mil cien millones de dólares”, comentó, para ubicar el análisis de los modelos financieros surgidos desde entonces. 

“Fortunas como esas, y puedo discutirlo con cualquiera, se han constituido de alguna manera muy particular, muy rápido y muy raro. Ofenden mi inteligencia si me proponen pensar que ese dinero se logró trabajando, no importa cuán creativo, inteligente o trabajador sea alguien, nadie puede ganar esa cantidad de dinero”, sostuvo e ilustró con una ingeniosa estimación que hizo el Banco Mundial: “Si una persona hubiera ahorrado 10 mil dólares diarios desde la época de la construcción de las pirámides hasta hoy, sólo tendría una quinta parte del promedio que tienen las cinco fortunas más grandes del mundo”.

“No alcanza una vida para llegar a esas cifras. Evidentemente el mundo está jodido, es inconcebible que el uno por ciento de la población tenga el doble de la riqueza del 99 por ciento restante. Y ahí tenemos un problema, porque el capitalismo se come la cola a sí mismo”, enfatizó, y argumentó: “Porque necesita demandantes, es decir, consumidores. Cuando las empresas no tienen a nadie a quien venderle sus zapatillas, remeras, teléfonos celulares y autos, el capitalismo desaparece”. 

“Estamos yendo a una situación en la que cada vez tenemos menos trabajadores, más pobres y algunos ricos, hiper ricos. La cuestión es: ¿para qué sirve todo eso? Porque si el mundo no se sostiene con la producción, ahí si marchamos hacia una implosión sistémica. Todo lo que vemos es una gigantesca burbuja, es decir, hay mucha irrealidad, mucha ficción numérica que sólo aparece en asientos contables, pero que no hay nada para sostenerlo desde la producción”, enfatizó. Y dijo que el mundo vive permanentemente sobre un polvorín, cualquier día de estos, en cualquier momento, podemos tener una implosión sistémica inducida desde el sector financiero, ahí tendrían que estar nuestras preocupaciones”, sostuvo Añaños. El carlito de pollo será entonces algo más que un guiño para advertir lo denso y oscuro del mundo de las finanzas, allende la vida cotidiana.

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