Eran los últimos días de diciembre de 2021, cuando Cintia se decidió a ordenar todo lo guardado durante el año en sus archivos del celular y su computadora. En ese momento reaparecieron los titulares y frases fantásticas que sus alumnas y alumnos habían creado jugando con las palabras, a principio de ese mismo año. Producciones para las que se valieron de ejemplares viejos de El Eslabón, que la maestra lee y luego conserva justamente para “sacarles provecho” en el aula, para ir de una lectura de la realidad a la imaginación.
Cintia Pérez es docente de plástica en la Escuela N° 133 20 de Junio de Nuevo Alberdi (Vieytes al 2900). Y lo que narra ocurrió en febrero del año pasado, cuando quienes habían terminado el 7° grado y se preparaban para comenzar el secundario fueron convocados por el Ministerio de Educación para concurrir a repasar contenidos de distintas áreas, reunidos en un libro de confección oficial, pero también para volver a encontrarse tras el duro primer año de la pandemia.
“La idea era verse las caras, eso es lo que valoraron cuando se reencontraron en la escuela”, repasa Cintia de esa movida escolar dada en pleno verano. Sin embargo, también recuerda que en esos primeros encuentros “no circulaba la palabra, estaban como estatuas”.
Como pasó en la mayoría de las escuelas -en especial en las de sectores con más urgencias económicas y sociales- el contacto escolar se dio a través del WhatsApp. Ya en el retorno a la presencialidad de las aulas, había que remontar el trabajo colectivo. La preocupación mayor en términos pedagógicos estaba “en fortalecer la lectura y la escritura, muchos habían perdido ese ejercicio”.
Cintia recuerda que esos grupos funcionaron en burbujas, y que “siempre hubo una linda asistencia”. Más porque esas chicas y chicos ya no volverían a la primaria, esperaban marzo para comenzar el secundario.
En ese contexto de un mundo atravesado por la pandemia, la confinación indeseada y la necesidad de reforzar aprendizajes, Cintia apeló a la propuesta que el pedagogo y escritor italiano Gianni Rodari desplegó en su Gramática de la fantasía. Introducción al arte de inventar historias, un libro que desde 1973 -fecha de su primera edición- no deja de reproducirse por las aulas del mundo.
“La intención era apuntar a la creatividad, a encontrarse con la palabra siguiendo las ideas y lo que postula Gianni Rodari en su Gramática de la fantasía”, dice la profesora de educación artística.
Recordó enseguida que tenía “un toco de semanarios El Eslabón” guardado. Ella los recibe cada semana en su casa y los lleva a la escuela para compartir con sus alumnas y alumnos. “Cada número tiene titulares muy creativos”, aprecia sobre el trabajo del semanario.
Los repartió y les propuso hacer “titulares fantásticos, graciosos, disparatados, en los que una palabra empuja a otra”. Cintia dice que “al principio los chicos y chicas estaban petrificados, porque no se podían alejar de la realidad”, que apareció ese “temor conocido de la hoja en blanco y no saber qué hacer”.
Rodari llama -en su Gramática- a esta idea Viejos juegos. Uno de éstos es justamente recortar titulares de periódicos en desuso y “mezclarlos hasta obtener noticias de sucesos absurdos, sensacionales o simplemente divertidos”. “Se pueden componer poemas enteros, incluso sin sentido (pero no sin encanto)”, escribe el autor.
También aclara que no se trata de desconocer la intención de lectura y de informar de los periódicos: “No quiero decir, de ninguna manera, que esta sea la mejor forma de leer el diario, ni que éste deba ser introducido en las escuelas sólo para que lo corten a pedazos. La información es algo muy serio. Y no digamos la libertad de expresión. Pero el juego, sin faltar al respeto de la información gráfica, puede servir para desdramatizar el culto de que es objeto. Además, el inventar historias es una cosa seria. Cualquiera que sea la forma de explorar los caminos de la fantasía, me parece buena”.
Es entonces que en las clases de Cintia los titulares de El Eslabón empujaron la charla, las conversaciones, la risa. La idea lanzada por la maestra fue ganando a los grupos. “Y les encantó”, asegura.
Así, entre otros titulares y frases fantásticas (y no tanto) confeccionadas con palabras de distintos diseños, surgieron:
“Poné la pava mi buen amigo, nosotros ponemos el arte de hacer memoria, el fuego, el barro tal vez del Paraná”
“Poné la radio y nosotros ponemos el fuego.Todos por Úrsula, por todes”
“Cuando la memoria es una historia intachable”
“Un poquito de justicia a las escuelas”
“Ser o no ser, la tortura en pandemia”
“Noticias piratas. El lugar de la pesca en la sangre es una situación política. El desamparo no arranca. Hay que nacer. Aprendé a jugar fuerte”
“El tiempo necesario para la producción. Cacerolas del pueblo. Lo demás no importa nada. Por el buen vivir. La aparecida Radio Universidad FM 103.3”
“Un verdadero blogazo. Ser artesano y no transformarse transforma. El Eslabón ¿puede esperar comunicantes?”
“La mentira ataca. Arrepentido. Fuego en la sangre. Ahhh. Tristeza. Continuará….”
“La aventura por mí pueden ser atracción del peligro”
“Nosotros ponemos el fuego. Campo de batalla. El agua bendita. El peronismo tiene playa. Poné la radio, Concejo de Rosario”
“Poné la radio y nosotros billetera El Eslabón. Diego en busca. La alegría. El fuego con infierno”
En su libro Gramática de la Fantasía, Gianni Rodari habla de la importancia de enriquecer el ambiente en el que se mueven niñas y niños. También de lo valioso de cultivar y explorar la creatividad en muchas direcciones. Tal como se animaron en la Escuela 133, en unos días de verano, jugando con viejos eslabones.
Y en la presentación de su obra, Rodari dice también: “Yo espero que estas páginas puedan ser igualmente útiles a quien cree en la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la educación; a quien tiene confianza en la creatividad infantil; a quien conoce el valor de liberación que puede tener la palabra. «El uso total de la palabra para todos» me parece un buen lema, de bello sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”.
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