El próximo viernes se escenificará el acontecimiento performático Pieles en transhumancia. La materialización final del laboratorio La propia piel, dirigido por Paula Drenkard con la asistencia general de Carolina Condito. 17 mujeres tejieron una trama común a partir de sus “diferentes experiencias, identidades y diversidades, memorias vitales, corporalidades y entornos (en un hacer singular y colectivo)”.
Paula es Máster en Comunicación y Educación por la Universidad Autónoma de Barcelona, Licenciada en Comunicación Social y Psicología de la Universidad Nacional de Rosario y Profesora certificada del método Feldenkrais por el Instituto Feldenkrais de España. Además es actriz, performer y directora teatral.
Sus estudios confluyen en la experiencia del taller. “Pude recoger de cada experiencia o estudio lo que sentía que conectaba conmigo y me servía para lo que quiero, o me gusta hacer”. Se trata de “observar algo de lo que surge en los otros en las instancias de taller o laboratorio y potenciar eso, reunir, conectar… Tengo una práctica en el psicoanálisis y eso me dio un lugar de escucha y de observación y asociación, el trabajo académico me ha dado ese plafón filosófico, reflexivo, de lecturas, de mirada incluso también antropológica y también los caminos artísticos que para mí son los canales que más me interesan y donde me siento más libre para bucear, experimentar, explorar y crear”.
Desde el año 2001 comenzó a dar este tipo de talleres vivenciales, experienciales y artísticos con una fuerte “articulación con lo reflexivo”. Vivió cuatro años en Cabo Verde (África), trabajó allí y en distintos lugares de Centroamérica (Cuba, Costa Rica, Nicaragua y El Salvador), en España y Paraguay. La mayor diferencia con otras propuestas es que en este caso se apuntó a “lo transgeneracional”. Así en La propia piel “hay mujeres de veintipocos años a sesenta y seis”, “eso da un material y una diversidad y un pulso al grupo y al taller muy diferente”.
El taller laboratorio convocó a “mujeres mayores de edad en el rango diverso y amplio con los diversos trayectos vitales y experiencias, mujeres cis y/o trans” a juntarse semanalmente en el Centro Cultural Parque España (CCPE). A través de los encuentros las mujeres se pudieron “convidar distintas trayectorias vitales y artísticas” para trabajar “las identidades, el cuerpo, las corporalidades y las memorias vitales”. La propuesta tiene que ver con un “reconocimiento y una indagación sobre esta pregunta acerca de cómo construimos las identidades o como las deconstruimos, cómo se van transformando desde la pregunta a cada quién en su singularidad, en su propia historia y qué huellas, o marcas o memorias vitales aparecen en los cuerpos y en las narrativas de cada quién en los relatos personales” así como en “la trama colectiva (…) eso que iba conectando a cada quién aún en las diversidades” -analiza la coordinadora.
“Cada una de estas mujeres tenía un espacio de identificación con las otras, de encuentro, de solidaridad, de reconocimiento, de diferencia”.
“La performance fue el lenguaje que encontré allá por el 2001 para expresar porque tiene que ver con una estructura, un guión, una propuesta creativa y poética pero tiene la impronta del presente, del aquí y ahora, hay un margen de improvisación sobre lo que pueda acontecer en ese momento, por eso la performance tiene una vida diferente a otras obras de artes escénicas o artes vivas”.
“Hay algo de la estética de la performance que tiene que ver con momentos de improvisación aunque haya un trabajo que se fue sedimentando sobre otras improvisaciones, entonces hay algo que reaparece y hay momentos que están más organizados en escenas y son el haber podido plasmar este recorrido desde algunos signos de la historia particular de cada una de las mujeres combinadas o compuestas con las otras. Mucho de ello habla de la transición, de la mutación, de la transformación, del tránsito del caminar, del itinerar, por eso son Pieles en transhumancia.”
En las escenas que organizan y relacionan la multiplicidad de experiencias apareció con insistencia “la idea del traslado y la transformación, del traslado del colectivo hacia otro lugar, una cosa de transplantar y que en esos distintos nuevos ambientes se recrean cuestiones pero al mismo tiempo aparecen nuevas y ese tránsito y esa transhumancia es constante”. “Esa transhumancia también habla de la tierra, porque en este caso también mucho tuvo que ver pensarnos en relación a nuestros ambientes, a nuestros entornos, a esta ecología que ya no concibe las personas divididas de la naturaleza sino en una relación para potenciar la vida y dejar de destruirla”.
El acontecimiento performático que tendrá lugar el viernes a partir de las 19 en el Teatro Príncipe de Asturias pondrá en escena lo que durante poco más de tres meses fue el trabajo sobre “una serie de ejes conceptuales que lograron articularse con recursos de las artes escénicas y performáticas así como de exploraciones etnográficas y vivencias”. La entrada es gratis y el espacio limitado por lo que se recomienda asistir con puntualidad.
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