Las xeneizes se consagraron campeonas del torneo de Primera División ante una Bombonera imponente. En el plantel de Las Gladiadoras hay presencia rosarina y de la región. “Fue una fiesta”, dijo Bianca Recanati, nacida en Armstrong.
En su último paso por el país, el ex futbolista y escritor Jorge Valdano visitó su tierra natal: Las Parejas. Entre las cuestiones que lo sorprendieron de ese lugar, destacó el crecimiento del fútbol femenino: “Me da mucha ilusión. No acabé nunca de entender cómo algo que a mí me hacía tan feliz privaba a la mitad de la humanidad de que tuviera la oportunidad de ser igual de feliz de lo que era cuando jugaba. Ahora no. Hay fútbol femenino y muy activo”, le dijo el campeón mundial en México 86 al diario cooperativo Tiempo Argentino. A un puñado de kilómetros de Las Parejas está Armstrong, pequeña localidad que vio nacer al legendario maratonista Delfo Cabrera. Y en la que fue distinguida, en 2018, Bianca Recanati, como Deportista Destacada de ese año. En una entrevista con El Eslabón, la futbolista surgida en el Club Defensores de su ciudad, de paso por Newell’s y ahora campeona con Boca, repasó su historia de amor con el fútbol. Con pasado en vóley y de familia ultrabostera, asegura que lo que se vivió en la última fecha-final ante la UAI Urquiza el domingo 25 de septiembre en la mismísima Bombonera –ante unas casi 20 mil personas y con la presencia de Juan Román Riquelme– “es todavía una fiesta”. Esta joven armstronense comparte plantel con la rosarina Estefanía Piazza, de pasado en Rosario Central y Racing. En la victoria 2 a 1 en La Boca no sumaron minutos, pero sí un título.
El salto del vóley a fútbol
Bianca Recanati se destacó en su infancia y adolescencia jugando al vóley. “Lo hice de manera más profesional”, dice sobre su experiencia en el Club Atlético Barraca de Armstrong. Después llevó sus remates y bloqueos a Provincial de Rosario, y hasta integró selectivos santafesinos y nacionales. “Siempre tuve vínculos con el deporte”, agrega. Pero al vóley se destacó no sólo por su capacidad, sino también porque en el fútbol, su gran pasión, no tenía lugar. “El fútbol me gustó desde chiquita. Jugaba a la pelota con los varones en el colegio, con lo que sea, con la pelota de tenis. Siempre estábamos pateando”, rememora esta mediocampista que recién a los 13 años logró canalizar ese entusiasmo en un club: el Defensores de Armstrong, porque antes “no había mucho espacio para nosotras”, ya que “recién ahí se empezaron a abrir un par de clubes con la disciplina de fútbol femenino”.
“Empecé en 2011-2012, en mi pueblo. Siempre jugué ahí hasta que terminé la secundaria. Participé de campeonatos regionales, en la Liga Cañadense, siempre estaba convocada para esos selectivos”, comenta. Y cuando esa escuelita de fútbol abrió, le tocó entrenar con las más grandes. “Arranqué jugando con las chicas que ya tenían 30, 35 años. Era la más pibita”. Pero ya estaba acostumbrada: “En el colegio era la que jugaba con los varones en contraturno y esas cosas”.
En esos pasos iniciales fue citada a un selectivo rosarino para disputar un torneo en Estados Unidos. Y con el tiempo, la llama del voleibol se fue apagando. “Siempre lo hice en paralelo, pero una vez que empecé a jugar en la Liga Rosarina de Fútbol, ya dejé todo”.
El primer gran salto en su carrera (por fuera del vóley, claro) lo dio en 2017, cuando pasó a Newell’s. “Se abrió una prueba y fuimos con un par de amigas”. Quedó. “Estuve esa temporada hasta 2019, año en el que llegué a Boca. Fue todo muy rápido, pasar de mi pueblo a Rosario, y de Rosario venirme directo para acá”, relata desde la Ciudad de Buenos Aires. “Una experiencia increíble”.
Gladiadora
Los Recanati son una familia muy futbolera, según reconoce Bianca. “Mi papá es muy enfermo del fútbol y me lo inculcó demasiado”, admite entre risas. Y son de Boquita, todos y todas. “Siempre veíamos los partidos”.
Lejos de escuchar “el fútbol es de hombres” y cosas por el estilo, esta volante xeneize siempre recibió de los suyos aliento y apoyo. “Toda la vida traté de hacer las cosas que me gustaban. Por suerte, mi familia nunca me cortó nada”, subraya, como agradeciendo.
Su arribo a Boca fue de película: tuvo suspenso, comedia y hasta terror. Además, fue un sueño propio y familiar. “La llegada fue una locura, porque lo tenía como medio dejado de lado a ese sueño de jugar al fútbol”, cuenta Recanati, y sigue: “Cuando volví a jugar y fui a la prueba de Boca, fue algo inexplicable lo que me pasó por el cuerpo”. La sangre azul y oro empezó a hacer lo suyo en las venas de Bianca. “Fueron tres días de prueba, y ya a la semana siguiente era el primer partido del torneo, y justo era el superclásico”. Así que en “dos semanas super intensas” le pasó de todo: “Primero llegué, me avisan que quedé en la prueba, todos felices y contentos. Me tuve que mudar enseguida, viajamos en tren a Buenos Aires, todo fue una locura, una experiencia única. Y a la semana siguiente era el primer partido, contra River. Y me dieron la noticia de que iba de titular. Fue increíble”. Y como si le faltara algo a esta historia, ese derby fue para Boca, 2 a 1. Pero la joven lo disfrutó a medias: “Tuve la mala suerte de lesionarme a los 20 minutos”. Recibió una dura plancha sin intención de la arquera millonaria, que la dejó fuera de las canchas por un buen tiempo. “El mundo Boca es increíble”, resalta.
Feliz domingo
De esos lindos caprichos que habitualmente no suele regalar el fútbol, el domingo 25 se jugó la última fecha del Campeonato Femenino de Primera División, y llegaron con chances de campeonar UAI Urquiza y Boca, que justo se enfrentaban. El partido se disputó en La Bombonera, que le abrió sus puertas a unas 18 mil personas, todo un récord. La victoria de Las Gladiadoras (que debían ganar sí o sí) también fue transmitida por la TV Pública, en vivo y en directo. Ni Bianca Recanati ni Estefanía Piazza sumaron minutos en ese trascendental encuentro, pero sí levantaron la copa. “No se me dio de jugar, pero siempre hay que estar para alentar y apoyar al equipo, porque si gana una ganamos todas. Y hay que apoyar desde donde toque”, afirma la nacida en Armstrong, y añade: “Por todo el amor del mundo que le tengo a la camiseta, fue un día histórico, no sólo para nosotras sino para todo el fútbol femenino. Hubo un marco impresionante en la cancha”.
La mediocampista admite que “no pensamos que iba a repercutir tanto” esa “final” que se transformó en “una fiesta”, porque “la gente no paraba de alentar”. Y como además de jugadora Bianca también es hincha fanática, tira: “Dudo que si hay otros equipos que lleguen a una final, convoquen a la gente que convoca Boca. La fiesta que hicieron es para sacarse el sombrero y agradecerles de por vida”.
En el palco, con mate en mano y una sonrisa de oreja a oreja, seguía atento el partido Juan Román Riquelme, junto a otros jugadores del plantel que comanda Hugo Benjamín Ibarra. “Fui mucho de ver la era de Riquelme-Palermo-Palacio”, señala sobre ese trío que la rompía toda y que ganó la Copa Libertadores 2007. “A Román toda la vida me encantó verlo jugar, es de otro mundo. Y Palacio, que se retiró ahora, siempre me gustó. En el Inter también me gustó”.
La jugadora revela que el vice e ídolo boquense les hizo llegar el saludo por el campeonato, y aprovecha para manguearlo. “Le dijimos que nos tiene que pagar un asado, que no se haga el boludo”, se ríe. “Román se porta muy bien con nosotras. Esto de abrir la cancha para una final estuvo muy bien, ojalá se pueda seguir haciendo. No sabíamos que iba a ir, fue una linda sorpresa”.
“El fútbol es un deporte increíble que obviamente no tiene género, tiene mucha inclusión. A mí me dejó muchas amistades y me sigue dejando. Hoy es mi trabajo y mi felicidad, porque amo hacer esto, trabajar de lo que me gusta, de lo que me apasiona”, se emociona Bianca Recanati, y lamenta no poder vivir de eso como les ocurre a los hombres que lo practican a ese nivel. “Por más que no sea profesional en todas sus letras (es un semiprofesionalismo que va avanzando), le estoy muy agradecida al fútbol. Y hacerlo en Boca tiene mucho goce, mucha pasión, garra y compromiso. Nosotras no somos profesionales por cobrar un contrato pero igual tenemos muchas obligaciones y somos muy profesionales por cumplir horarios, entrenamiento. Lo hicimos durante mucho tiempo en canchas que no estaban en condiciones. Toda la vida luchamos por esto y hoy en día estamos gozando de algunos derechos”. Esta futbolista que complementa sus ingresos con la preparación física (“soy entrenadora personal, estoy con el tema de musculación, levantamiento de pesas”), remata: “Vivir todo esto en Boca, es un sueño realizado”.
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