A través de un amigo común me acabo de enterar que murió Santiaguito y me encuentro, por el complejo camino de los recuerdos, tratando de transmitirles a quienes hoy se interesan por el tango, algunos de las vivencias de las que se nutrió mi relación con él.

Santiaguito fue durante cerca de 40 años el diariero del quiosco de Córdoba y Corrientes, frente a la confitería Augustus y marcó, con su decir reo y canyengue, no solo el paisaje de la popular esquina céntrica, sino también el respeto de sus colegas canillas que lo tenían como ejemplar único del gremio.

Santiaguito tenía mucha calle y cuando nos trenzábamos en interminables charlas de café y extensas cenas que terminaban a la madrugada salían sus andanzas a juntarse con las mías, que también yo tenía como propio ese mundo del suburbio rosarino. Ese mundo y ese sub-mundo. Porque en eso era Santiago un maestro, conocedor de los códigos secretos que se forman en los barrios apartados del centro, lejos no solamente de las luces de la ciudad sino también a veces de las buenas costumbres.

Y salían, sus andanzas y las mías, de juventud más o menos correcta, más o menos descarriada, por las calles y los barrios, por Pichichincha, Cruce Aleberdi, Refinería, Arroyito, Empalme Graneros, Tiro Suizo, Echesortu, Barrio Triángulo, la República de la sexta y Saladillo, barrios bravos en los que alguna vez nos movimos sin temores y con un cierto orgullo de ser uno más entre ellos, de los buenos y de los no tanto. Y todavía más, salían en esas andanzas -hoy no sé si todas ciertas, pero sí todas vividas- los pueblos de alrededor, del “más allá de Rosario”, Paganini -que ahora se llama Granadero Baigorria-, Funes, Roldán, Pérez, Soldini. No faltaban por cierto las anécdotas burreras, de las que tantas tenía Santiaguito, pero, una vez, le conté yo una de mi tío Manuel Retamoso que igualaba los tantos del anecdotario.

Resulta que mi tío me subió un día a cocoyo y me dijo “venga m’hijo, lo viá a llevar al hipódromo pá que le conozca el olor a la esperanza“. Para el empedernido burrero que era mi tío Manuel seguramente el olor de la esperanza tenía un significado especial.

A Santiaguito lo quise traer para Alemania cuando con la Academia Alemana del Tango organizamos en el 2000 y en el 2002 la “Tangobiennale“, porque me pareció que el tango debía entenderse no solo a través de sus expresiones artísticas, sino también -y sobre todo- a través de su gente, sus personajes. Y el canillita era uno de ellos. Yo también había sido canilla, de niño, en el puesto de diarios de Callao esquina Aristóbulo del Valle, frente a la estación Rosario Norte y me sentía identificado con los diarieros.

¿Qué tendrá todo esto que ver con el tango? se preguntarán ustedes y les contesto. Mucho.

Porque de todo ese barro, el del pueblo, el de su gente, se nutre el tango.

El tango que viene, como decía Héctor Negro, bien de abajo. Que encontró en sus poetas, sus músicos, sus artistas, a aquellos que del pueblo recibieron la inspiración para cantar sus alegrías, sus tristezas, sus miserias. Porque de allí y no de arriba viene el tango. Y también, sería bueno recordarlo, de allí venimos todos los que lo queremos. Alguno con más o menos suerte que el vendedor de diarios, pero todos hojitas o ramas del mismo tronco, todos con las raíces en este pedacito de tierra que nos tocó en el reparto. ¿Para qué entonces querer ser “universales”, “globales“, “trascendentales” si no somos más que humildes hijos del sudor y las

lágrimas de millones que forjaron nuestra identidad? Y aquí me viene otro recuerdo, el de Miguel Hernández.

Andaluces de Jaén,

aceituneros altivos,

decidme en el alma: ¿quién,

quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,

ni el dinero, ni el señor,

sino la tierra callada,

el trabajo y el sudor.

Tampoco el tango se hizo de la nada. También en él se encuentran sangre y vida de millones de anónimos forjadores, como Santiago, el humilde canilla de una céntrica esquina de Rosario, para recordarnos que, sin ellos, no habría tango ni cultura popular.

*Andrés Alderete es un rosarino que hace varios años reside en Alemania

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