Antonia Esquivel es alumna del primer año de la Ética, como mejor la conocen y llaman a esta escuela de Nuevo Alberdi. Toma de su cuaderno lo que escribió con la mejor letra cursiva sobre “lo que le gustó” y “no le gustó” del año lectivo que termina, y lo lee en voz alta. La diferencia con cualquier otro acto de estudiantes la da la historia que rodea a Antonia, a sus compañeras y compañeros, al barrio donde transcurre y el proyecto político que lo sostiene. 

La escuela de Antonia fue fundada por Ciudad Futura, se llama Escuela de Territorio Insurgente Camino Andado (N° 3188), es de gestión social y lleva más de una década de trabajo en Somoza 3075 (aunque en el barrio alcanza con nombrarla para que de inmediato digan dónde queda). El día del acto de Antonia –a fines de noviembre– se inauguró un anexo de la Ética: la Casa Hebe Uhart.

El anexo se ubica frente al otro edificio escolar, cruzando la calle. Un inmueble totalmente remodelado, donde hay más espacio para seguir aprendiendo, se planean construir más aulas y ya se diseña una biblioteca popular. Lleva el nombre de la escritora argentina –fallecida en 2018– que conoció en primera persona la experiencia pedagógica de Nuevo Alberdi y decidió donar dinero para apoyarla, en concreto con la compra de esa propiedad. Fueron 30 mil dólares, provenientes del premio que la escritora había recibido de parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del gobierno de Chile.

Foto: Ciudad Futura

Ese día de noviembre, del acto al aire libre, hubo discursos, videos, obras de teatro, música, aplausos y corte de cintas. La Casa Hebe Uhart quedaba incorporada pública y oficialmente a la escuela y al barrio de Nuevo Alberdi.

“Me gusta llegar a la escuela y ver los asientos ocupados. A mis compañeros con deseos de aprender y sobre todo tener conocimiento de cosas que no teníamos”, arrancó su mensaje Antonia, para valorar cada clase dada en la Ética, a sus docentes y compañeros. La mujer es una más de las tantas personas jóvenes y adultas que no pudieron terminar el secundario a tiempo y ahora abrazan esta oportunidad. En la Ética, en la actualidad, son cien estudiantes quienes lo hacen. 

Escuela y barrio

La escuela no es una isla en el barrio. Se inserta y crece junto a otros proyectos que, al decir del concejal Juan Monteverde (CF), se basan en el “hacer en comunidad”. Ese día del acto en el escenario levantado en el medio de la calle, se contó en detalles sobre los avances en materia de urbanización que se están dando en el lugar, concretamente con la llegada del agua potable. 

Para compartir esos pormenores de lo que se está haciendo, invitaron a representantes de diferentes esferas del Estado. Así estuvieron el intendente Pablo Javkin, la secretaria de Integración Socio Urbana de Desarrollo Social de la Nación, Fernanda Miño, y la concejala Norma López, entre otros invitados e invitadas. Fue llamativa la ausencia de referentes del Ministerio de Educación de Santa Fe. En el acto y en los discursos se habló todo el tiempo de las experiencias pedagógicas que crecen en Nuevo Alberdi, desde el jardín de infantes hasta la presencia de la universidad pública en el barrio. Un dato para agendar para un futuro no muy lejano, y al que se mencionó allí, fue el de la puesta en marcha de las “universidades populares” por parte de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Foto: Ciudad Futura

La voz potente de los discursos, de lo que se dijo y escuchó esa tarde de noviembre, estuvo en Ayelén Acevedo, egresada de la Ética, vecina del barrio y militante de Ciudad Futura. Ayelén comenzó hablando del trabajo cooperativo, del “control popular de obras” que encaran en conjunto para que a nadie le falte el agua potable, para levantarse cada mañana y tener el derecho de abrir una canilla en la propia casa. Lo mismo que piensan para los servicios que faltan. Una acción política que prometen replicar en los 112 barrios populares de Rosario.

Ayelén ubicó a la Ética como un horizonte de oportunidades, algo así como pensar y pensarse con otros para construir otros modos de habitar el mundo. Un mensaje que cobra otra dimensión, se vuelve doblemente valioso en realidades donde falta de todo. “La escuela te salva del búnker”, lanzó la joven, para dejar en claro la dimensión real que cobra tener una escuela a mano. 

Un premio y la casa propia

La escritora y docente Hebe Uhart conoció la Ética en diciembre de 2017. Estuvo también en un acto de la escuela y tuvo la oportunidad de compartir un encuentro con estudiantes y profesores. Cuando recibió el Premio Iberoamericano Manuel Rojas (2017) decidió donar la mitad del dinero otorgado a la secundaria de Nuevo Alberdi. Una escuela que “la conmovió con su proyecto inclusivo y en la que dio uno de sus talleres legendarios”, según resaltó la periodista Ana Clara Pérez Cotten para la agencia Télam.

La escuela devolvió el gesto generoso de la escritora bautizando al espacio con su nombre. El lugar se destina ahora para el cursado de clases, y donde van a funcionar también una Casa de Acompañamiento y Atención Comunitaria, además de la diplomatura de emergentología (UNR).

Bachilleratos populares

La Ética es una escuela secundaria de gestión social, la primera en ser reconocida con todos los papeles en la provincia. La ley de educación nacional 26.206 reconoce estas escuelas, a la par que las públicas y privadas. Aunque falta todavía una norma que regule su reconocimiento por igual en el territorio federal.

Tiene más de once años –abrió sus puertas en abril de 2011– de trabajo en Nuevo Alberdi. En ese tiempo peleó por ser reconocida por el Estado. Algo que consiguió en 2018 por parte del Ministerio de Educación de Santa Fe, al ser “autorizada” como parte del sistema de enseñanza privada de la provincia y en el modo de “escuela experimental”. En 2021 fue “incorporada” a este sistema, que significa recibir subsidio del Estado (parcial) para su funcionamiento.

Foto: Ciudad Futura

Es un secundario que funciona con el formato de los bachilleratos populares, que en el día a día se distinguen por trabajar con parejas pedagógicas de docentes, enseñar a través de problemáticas de aprendizajes (que habilitan al abordaje multidisciplinario de lo que se enseña y aprende) y tener un lugar de escucha permanente para cada estudiante que llega a la escuela. Cada historia cuenta en estas clases. “Los asientos ocupados” por cada compañera o compañera, que mencionaba Antonia en su mensaje, hablan de una escuela viva. Son para celebrar.

En el lugar de escucha

En 2017, durante un asado, -dice la agencia Télam- el escritor Pablo Ramos se enteró de que la autora quería usar la plata del premio en algo útil y le contó de la existencia de la Ética en Santa Fe. Reconocida como una gran narradora de viajes, temática a la que se abocó especialmente en los últimos años, a través de las crónicas Viajera crónica (2011), Visto y oído (2012), De la Patagonia a México (2015), De aquí para allá (2016) y Animales (2017), le gustaba conocer las cosas de primera mano. En diciembre de 2017 viajó para ponerse en contacto con esa comunidad educativa. “Llegó para el festejo de fin de año. Hacía muchísimo calor y celebramos en un club. Entró y se sentó entre la gente, como si fuera la madre de uno de los chicos. Lo primero que nos impactó fue que alguien de esa edad, con esa carrera y con tanto para decir se situara en el lugar de escucha. Quería conocernos y eso nos conmovió muchísimo”, cuenta Gabriela Alacid, militante del espacio Ciudad Futura, el partido político rosarino que generó el proyecto en 2011.

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