Yo no sé, no. Ricardito andaba de aquí para allá con su cuaderno de 12 hojas. En ese cuaderno había hecho una rifa cuyo premio era un oso de peluche con la camiseta de Argentina con una inscripción que decía: “La original”. Dicho osito se lo había dado su abuela, que iría a un porcentaje sobre las ventas de la rifa.

Faltaban 12 horas para el sorteo del Gordo de año nuevo y a él le faltaban diez números por vender, justo el porcentaje que había arreglado con su abuela. Con lo recaudado se compraría o se haría hacer una camiseta de Biedma, un equipo del barrio en el que Faringola dirigía la batuta y el color de la casaca era casi como la de Brasil. A veces, Ricardito, cuando el partido era contra un equipo de otro barrio, él se ponía la del barrio. Fue así que lució la del Trébol, que era tirando a la de Holanda, y más de una una vez se puso la de nuestro equipo, la Cortada, que era de un azul Francia. Un día que llovía, o mejor dicho con una llovizna intensa, Betito, un mediocampista nuestro, se puso la 5 y le dio la que tenía la número 10 para que aliente a Ricardito diciéndole que era la alternativa que usaba Villa (Ricardo), eso sí: la original. Hablando de Villa, Ricardo era fan de él y a veces en los picaditos, Ricardito relataba mientras jugaba y más de una vez el relato comenzaba así: “El Lobo (por Carrascosa) se la toca suave a Villa y éste comienza a apilar rivales”. Cuando el Lobo dejó la Selección, nadie le quería decir a Ricardito que Carrascosa ya no estaba, sería que sonaba tan original ese relato que decidimos que aunque sea en su voz, Carrascosa seguía estando en la Selección.

Sobre las camisetas, por algunas tiendas de Biedma aparecieron casacas de casi todas las selecciones. El precio ponía en duda que fueran las originales, pero la oferta “dos por doscientos” era muy tentadora y Ricardo agarraba viaje y compraba. Luego se lo escuchaba defendiendo sus trapos diciendole al verdulero El Tano y con la de Italia puesta: “Es la original, loquito”. 

Ahora, cuando vemos el precio de las originales –23 lucas (veinte kilos de asado)–, que es lo que cuesta la de nuestra Selección, Pedro me dice, mientras ve a una chiquilla con la albiceleste llegándole hasta las rodillas: “Para mí son originales las que están al alcance de todos los bolsillos”. Y cuando pasamos por la carnicería, agrega: “Sabés que también tenemos que lograr que el precio del morfi esté al alcance de todos los bolsillos”. Volvemos a ver a la chiquilla que, con la diez en la espalda, recibe en toque suave la pelota y nos quedamos paralizados. Yo, por lo menos, juro que lo vi al Lobo haciendo ese pase. Caminamos unas cuadras en silencio hasta que Pedro dice, subiendo la voz: “Aguante las hechas de por aquí nomás, las que la oferta es dos por 1.000, porque esas, esas sí son las originales”.

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