Nuevamente, un conflicto salarial afecta el comienzo de las clases y provocará que se reiteren situaciones hartantes para alumnos y padres, pero sobre todo para la propia docencia.
Si hay algo que no se puede sostener con argumentos ciertos pero muy probablemente se dirá igual es que el paro docente con que se iniciará un nuevo ciclo lectivo es “político” y “por el año electoral”. Los conflictos en el inicio de clases vienen siendo cosa de todos los períodos, no solamente de los que coinciden con los de los turnos electorales. Se han casi naturalizado. Y esto es así pese a las advertencias recurrentes de las organizaciones sindicales de la docencia respecto de la necesidad de comenzar las negociaciones paritarias con tiempo suficiente como para intentar acuerdos que garanticen que si las clases empiezan tal día, empiezan tal día y no un par de días después. También son recurrentes las advertencias respecto de cómo se agrava el contexto social en que las clases “empiezan pero no empiezan”. Y más en la Rosario actual, en la que los índices altísimos de pobreza y de indigencia se matizan con niveles de violencia y anomia que hacen muy difíciles de transitar los territorios donde más vital es la educación, la contención, la integración, la recuperación del sentido comunitario.
En cuanto a lo meramente salarial, vale repasar que la oferta que el gobierno provincial puso sobre la mesa paritaria consiste en un incremento del 33,5 por ciento a pagar en cuotas: 17,5 en marzo, 8 en mayo y 8 en julio; con revisiones en mayo y en julio.
“El tramo inicial del 17,5 por ciento no alcanza a equiparar la inflación prevista para los primeros meses del año. Además no contempla el 12 por ciento de diferencia que quedó atrás el año pasado cuando la paritaria nacional determinó un aumento general del 114 por ciento y Santa Fe promedió 97 por ciento al mes de diciembre y anexó un 5 por ciento en el mes de enero. Esto determina que las bases de la que se parte sean distintas”, desgranó a modo de respuesta Martín Lucero, titular de Sadop Rosario. En el mismo sentido que el dirigente de los docentes privados se pronunciaron también desde Amsafe, que convocó a decidir a sus bases en base a distintas mociones, pero todas contemplando medidas de fuerza en el arranque fijado para el 1º de marzo.
Así, todo indica que en las próximas semanas se revivirán situaciones harto conocidas y harto hartantes para padres y madres que a esta altura del año suelen esperar ansiosamente el reinicio de las clases y sus consiguientes rutinas familiares, pero sobre todo para las y los docentes y sus sindicatos, a los que siempre se quiere presentar como los malos de la película. Una película que no dirigen ni guionan, pero protagonizan con cuerpos y almas que, afortunadamente, saben que luchar también es enseñar. Y que esa lucha se rige por agendas y calendarios mucho más profundos y comprometidos con la comunidad que los electorales.
Reformismos y horizontes
En el marco de las paritarias de este año, uno de los temas planteados es la reforma presentada por el Ministerio de Educación a través de un documento titulado “Trayectorias únicas continuas y completas”, con el que Amsafe expresó acuerdo “con los conceptos generales” pero reiterando advertencias básicas, como la de que “cualquier proceso de cambio debe ser debatido con las y los trabajadores de la educación, teniendo en cuenta sus opiniones, ya que son ellos y ellas los que sostienen la escuela pública todos los días”.
“Una primera observación que planteamos se vincula con la metodología de implementación de lo propuesto, aspirando a que se abran instancias de debate democráticas con la participación de todos los/las docentes, que se desarrollen con el tiempo necesario y con procesos de construcción colectivo, que permitan reescribir y modificar lo que se considere pertinente”, sostuvieron desde el gremio de los docentes estatales.
A la vez, pidieron que “las caracterizaciones y conceptos generales de los que se parte sean contextualizados en relación a las realidades que se viven hoy en las escuelas, reconociendo que, en situaciones sociales de violencia, vulneración de derechos y otras graves problemáticas que atraviesan nuestras infancias y adolescencias, es la escuela la que viene sosteniendo con gran esfuerzo un horizonte de esperanza y de derechos”.
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